EXTRACTO DEL LIBRO "EL ANTIGUO EGIPTO" DE DAVID P. SILVERMAN. EDITORIAL BLUME - ENVIADO POR TINA RODERO
Aunque su posición social estaba determinada por la de sus padres o maridos, las mujeres egipcias disfrutaban de una posición privilegiada en la sociedad, si la comparamos con la de otras muchas civilizaciones antiguas. La mujer era igual que el hombre ante la ley y, aunque solo los hombres podían ocuparse de gobernar, la esposa, la madre o la hija de un rey o de un alto cargo administrativo gozaban de una considerable influencia. Además, si el faraón era menor de edad, su madre podía gobernar como regente.
En muy raras ocasiones, como en el caso de la reina Hatshepsut, la madrastra de Tutmosis III, una mujer podía incluso asumir todo el poder y gobernar como faraón.
Las mujeres egipcias eran iguales al hombre ante la ley y podían acudir a juicios solas para quejarse, defenderse o actuar como testigos, mientras que en otras civilizaciones antiguas las mujeres eran marginadas desde el punto de vista legal.
Dado que podían poseer propiedades o rentas por derecho propio, no todas las mujeres dependían económicamente de sus maridos.
Las mujeres controlaban un tercio de cualquier propiedad que compartiesen con sus maridos, y podían disponer libremente de todos sus bienes personales.
Las mujeres egipcias podían realizar actividades comerciales, y con frecuencia comerciaban con productos como tejidos o verduras que fabricaban o producían en su propia casa propia casa.
Es muy probable que el matrimonio se considerara como el estado natural de los hombres y las mujeres adultas, pero se sabe muy poco del modo en que se elegía a la pareja para casarse. La mayoría de los matrimonios al parecer eran monógamos, aunque hay algunas evidencias ocasionales de hombres con más de una esposa.
No había ninguna ceremonia legal o religiosa ligada a la formalización del matrimonio, sino que éste se formaba más bien cuando los dos miembros de la pareja se establecían juntos en una casa. Igualmente podían separarse cuando quisieran sin que mediase ninguna ceremonia, de hecho existían muchos divorcios, la mayor parte de los cuales se producían a causa de la incapacidad de procreación o por adulterio.
SACERDOTISAS
En el Imperio Antiguo, el primer periodo intermedio y el comienzo del Imperio Medio, muchas mujeres de clase alta fueron sacerdotisas en los templos de la diosa Hathor, aunque fueron pocas las que sirvieron en los dedicados a otras divinidades.
Durante el Imperio Nuevo todos los sacerdotes fueron hombres con una sola excepción, las mujeres de la familia real, que llegaban a convertirse en la “Esposa del dios Amón” en Tebas.
En lugar de acceder al sacerdocio, muchas mujeres de la elite de este periodo tenían el título de músicas de una determinada deidad, y su función consistía en acompañar con instrumentos musicales los rituales del templo. A menudo se las representa con el sistro sagrado, que tocaban rítmicamente mientras cantaban.
Los rituales de los santuarios ocultos en los templos no eran accesibles a la mayoría de la población. Ahora bien tanto hombres como mujeres visitaban las zonas más externas de los templos para rezar y presentar ofrendas votivas a las diosas y dioses, muchas de las cuales se han encontrado en el santuario de la diosa Hathor en Deir el Bahari. Aunque pocas revelan la identidad del donante, algunas incluyen dibujos de mujeres.
Dado que Hathor estaba estrechamente relacionada con la sexualidad, la fertilidad, el embarazo y el parto, era una divinidad importante para las mujeres, y sin duda muchas visitaban los santuarios dedicados a ella con ofrendas y peticiones.
Las mujeres desempeñaban asimismo un importante papel como plañideras en los rituales funerarios. Las representaciones de las procesiones hasta las tumbas muestran a la esposa del fallecido con grupos de otras mujeres llorando al difunto, con los cabellos despeinados, los pechos desnudos y lágrimas cayendo por sus mejillas.
Durante las dinastías XXV Y XXVI, uno de los cargos más importantes del templo de Amón en Karnak era el de “esposa del dios Amón”. Por lo general este puesto lo ocupaba una de las hijas del rey que no podía acceder al matrimonio, pero podía adoptar a su sucesora. Aunque no sabemos los detalles exactos de las actividades desempeñadas por la princesa, una parte de sus funciones consistía en encargarse de los rituales dedicados al dios, incluida la parte que consistía en tocar el sistro sagrado para estimular a la divinidad a llevar a cabo una y otra vez el acto de creación del mundo.
El puesto de “esposa del dios Amón” tiene su origen a principios del Imperio Nuevo, cuando el rey Amosis le dio este título a su esposa, la reina Amosis Nefertari, junto con una dotación económica para que pudiera sobrellevar los gastos del mantenimiento del mismo. Más tarde la reina Hatsheput fue una destacada “esposa del dios” antes de convertirse en faraón y es posible que utilizase la autoridad que le otorgaba su cargo como trampolín para acceder al poder. Después de su muerte el título decayó en importancia durante varios cientos de años.
La relevancia del puesto de “esposa del dios Amón” queda reflejada en la decoración de una serie de capillas que formaban parte del recinto de Karnak. Allí aparece retratada junto al faraón en escenas que antes de las dinastías XXV y XXVI hubieran mostrado únicamente al rey. La esposa del dios veneraba y llevaba ofrendas a las diosas y dioses, que la abrazaban, la coronaban y amamantaban.
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