• Laberinto en Nueva Zelanda

Homenaje a Abuela Pauline Tangiora,
una vida dedicada a la paz y a la Tierra
Por Marianna García Legar
Conocí a la abuela Pauline Tangiora por su vinculación con el Consejo Internacional de las 13 Abuelas Indígenas, del cual es embajadora por Nueva Zelanda. 
Madre de 14 hijos y abuela de 52 nietos, es una mujer entrañable y humilde que ha dedicado su vida al activismo por los derechos de la Tierra, de los pueblos indígenas, por los derechos humanos y de las mujeres y, también, a la resolución de conflictos y los procesos de reconciliación. 
Desde su pequeña comunidad en la península de Māhia de la Isla Norte de Aotearoa (Nueva Zelanda), ella ha proyectado su trabajo hacia todo el planeta. Se ha enfrentado con militares en defensa de indígenas en México, ha consolado a criaturas afectadas por el ataque de armas químicas en Irak, ha apoyado en la ONU a los pueblos bosquimanos de Botswana y, a la vez, ha sido líder de su propio pueblo en la lucha por la defensa de sus tierras ancestrales. 
La abuela Pauline ha recibido el Premio Internacional de la Paz de Bremen en Alemania. Ha sido durante años presidenta de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad Aotearoa; representante regional de las mujeres para el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas y comisionada de la Carta de la Tierra. Actualmente, es embajadora del Consejo Internacional de la Tierra y del Consejo Internacional de las 13 Abuelas Indígenas, miembro de la Liga Māori para el Bienestar de las Mujeres, y patrocinadora de la Fundación por la Paz. También ha trabajado intentando mejorar el sistema penitenciario de Nueva Zelanda, y ha encabezado la lucha de su pequeña comunidad en la defensa de los derechos sobre la tierra que les pertenece desde tiempos ancestrales. 
Gran oradora, su presencia ha sido siempre muy solicitada en conferencias y foros en todo el mundo donde ha compartido la sabiduría tradicional del pueblo maorí, así como su pasión por mejorar el mundo para las futuras generaciones. En esos espacios ha expresado su convicción acerca de la necesidad de mantener el equilibrio entre los valores tradicionales y la vida moderna para la supervivencia de las culturas tradicionales y la protección del medio ambiente. 
Para nosotras la abuela Pauline es un ejemplo de vida, una estrella que nos señala el camino a seguir y la manera de caminarlo, como ella, con dulzura y amabilidad, humildad y compromiso. Nos sentimos muy honradas de haberla conocido y de haber recibido la bendición de tenerla como madrina de nuestra pequeña hermandad española desde 2008. 
Por todas estas razones, y porque la amamos profundamente, hermanas de nuestra sororidad llevarán hasta su tierra nuestro tradicional laberinto de Luz.
El laberinto es la construcción simbólica más antigua e importante de la Vieja Madre Europa, un sello ancestral anterior al patriarcado cuyas primeras representaciones se hallan en España y cuentan con más de 5.000 años de antigüedad.
El laberinto simboliza la entrada al vientre de la Madre Tierra, que se halla situado en el centro. El camino que nos ofrece es una peregrinación hacia el útero de la Tierra, lugar en que habitan los ancestros y donde todo puede renacer. Allí podemos sembrar rezos y agradecimientos y recibir bendiciones y enseñanzas.
El Laberinto está formado por dos serpientes, animal que para nuestros ancestros europeos representaba a la Gran Madre. Una serpiente es roja y femenina, mira hacia el Oeste y cuida el centro y la periferia del laberinto. La otra serpiente es blanca y masculina y mira hacia el Este, lugar del nacimiento del Sol. Unidas, ambas serpientes forman el camino de la vida donde las energías femeninas y masculinas trabajan en equilibrio.
El Laberinto de Arboleda de Gaia es un sello de luz construido con 570 velas, que se recorre como una plegaria en movimiento. 
Abuela Pauline, recibe esta ofrenda en nombre de nuestra humilde hermandad femenina. Con este pequeño regalo queremos expresarte nuestro amor y respeto.
Gracias Abuela Pauline. Gracias por ser un ejemplo para todas las mujeres del mundo. Gracias por tu amor y tus gestos de cariño. Gracias por tu humildad.
Gracias por tu lucha, que hoy ya es la nuestra.
Te amamos.
Marianna García Legar

• 18 de abril: Participa de la plegaria en homenaje a la Abuela Pauline Tangiora

Por Marianna García Legar
Del 18 de abril de 2019 Arboleda de Gaia ofrendará en Nueva Zelanda su tradicional Laberinto de Luz, en homenaje a la Abuela Pauline Tangiora. 
Os invitamos a participar de esta iniciativa desde vuestros hogares, en solitario o en círculo, acompañando y embelleciendo esta plegaria en acción con el rezo de todas las personas que vibran con el mensaje abuelas indígenas. Para ello sólo tenéis que descargaros las imágenes que encontraréis al final de este texto.
El jueves 18 de abril, fecha en la cual se ofrendará el Laberinto, prepara un pequeño altar para acompañar este evento. Entre las 20 y las 22 hora local, enciende una vela y recorre tú también el laberinto con un dedo de tu mano izquierda, la que está conectada a lo femenino y al corazón. 
Cuando llegues al centro siéntete en conexión con la Abuela Pauline Tangiora, honra sus enseñanzas y eleva una oración para que su legado fructifique. ¡
Imagina el planeta Tierra con una humanidad viviendo en paz, tolerancia y amor, con respeto a la tierra y a todos los seres vivos. Eleva tu rezo para que todas las mujeres puedan vivir protegidas, libres de la discriminación y de las violaciones, torturas y opresiones que las asolan. Suéñalas con medios para sacar adelante a sus familias; envíales fuerza y amor, porque ellas son las que darán a luz el futuro. Ora también por los hombres, para que puedan sanar sus heridas y despertar en sí mismos la nobleza del espíritu masculino que los guíe en el camino hacia la paz y la unidad. Imagina mujeres y hombres viviendo en armonía en un planeta en paz. 
Coloca en tu altar la vela en un plato sobre el laberinto y deja que se consuma. Si eres mujer y estás menstruando puedes colocar una gota de tu sangre de vida en el centro para ayudar a prosperar el rezo. 
Cierra los ojos unos instantes. Siente cómo recibes la bendición de la Abuela Pauline al sumarte a su intento. Siente también como los más antiguos ancestros de la familia humana te dan las gracias y te bendicen.
Sí lo deseas, y tienes condiciones como para hacerlo, también puedes dibujar con tiza el laberinto en el suelo, o con harina si es sobre la misma tierra, para luego caminarlo con tu gente en estado meditativo. Para ello descárgate de los archivos adjuntos el diagrama para construirlo.  Cómo puedes ver en la foto del círculo de Leganés, también puede hacerse en una sala.
Gracias por participar en esta plegaria en acción en homenaje a la Abuela Pauline Tangiora. Gracias por seguir acompañándonos en estas aventuras del espíritu.
Por las siete próximas generaciones
Por todas nuestras relaciones
Marianna García Legar



• Llamaré “Bruja” a...

por Myriam Wigutov, extracto de su libro sobre saberes menstruales LA RUEDA PÚRPURA.
Llamaré Bruja a todas aquellas intuiciones, visiones y pensamientos que son nuestro instinto, nuestro olfato y el famoso sexto sentido que, en nombre de la civilización, ha quedado reprimido y degradado, pero que no ha muerto ni quemándolo en la hoguera.
Llamaré Bruja a ese territorio recuperado de mitos, tecnologías femeninas, internas o externas; a ese espacio de unicidad de todos los mundos, de inclusión en un todo ecológico. Al continuo de la creación y su interconexión.
A cada mujer, reprimir Su Bruja, le provoca un sinfín de enfermedades; a ellas mismas y a su alrededor: depresión crónica, insociabilidad, melancolía y otros males. Desde aquí clamo por nuestro poder curativo y su resacralización.
La cultura ha querido manipular y forjar a su antojo a las mujeres (...) Lo ha hecho influyendo en todos los planos de sus cuerpos, sobredimensionando los valores de bondad, sumisión, recato, abnegación y entrega, argumentando que esas sí son cualidades femeninas, como intoxicando sus cuerpos físicos con químicos industriales. Estos valores coinciden con las energías de la ovulación.
La cultura ha desacreditado, perseguido, desterrado, castigado a los valores menstruales (más “brujeriles”) de fuerza, insumisión, astucia, poder, agresividad.
El poder de la Bruja es el poder del conocimiento de lo cíclico, de la renovación, de la sabiduría para empezar de nuevo de un modo mejor: la sabiduría de dejar morir lo que tiene que morir para que nazca lo que debe nacer.
El poder de la Bruja es el conocimiento de los ciclos naturales del ser, esa es su sabiduría.
Si te sientes diferente desde siempre y no encajas completamente en ningún lado...
Si tienes ilusiones espirituales que no te ha enseñado nadie...
Si te sientes “llamada” por el Antiguo Arte, en lugar de llamarlo, y te es irresistible...
Si el llamado tiñe toda tu vida de una intensa emoción...
Si el llamado te produce, al mismo tiempo, éxtasis y sensación de falta de mérito...
Si te da miedo que piensen que estás loca, porque tu entorno te desconoce y desacredita...
Si el llamado sigue haciéndose oír por múltiples caminos y al desatenderlo te enfermas...
Si conoces la enfermedad física o psicológica que los métodos tradicionales no pudieron curar, y te has curado metiéndote lo suficientemente hondo dentro de vos misma...
Si en tu familia sois más de una...
Si en sueños tus guías te entrenan e informan...
Si has recibido un nombre 
verdadero” en sueños o visiones...
Si puedes alterar tu estado de conciencia y el de los demás...
Si reconoces tanto a tus guías internos como a los externos...
Si has experimentado la capacidad de sanar...
Si produces buena suerte...
Si puedes reconocer las sincronías...
Si puedes leer los símbolos...
Entonces has recibido la verdadera Iniciación. Todas las demás serán menores... No lo dudes ¡ya eres una BRUJA!
Extracto del libro sobre saberes menstruales LA RUEDA PÚRPURA de Myriam Wigutov, cuyo trabajo se puede encontrar en sus blogs www.myriamwigutov.blogspot.com y www.myriamwigutovruedapurpura.blogspot.com.
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• La erección de una mujer necesita de 20 a 30 minutos de estimulación adecuada del clítoris

Extracto del post de Betty Dodson publicado enwww.breadandsex.com- 2018
Entiendo perfectamente que enseñar es repetir. Así que repito: el cuerpo del clítoris es la principal fuente de orgasmo, ya sea que se estimule externa, interna o ambas cosas al mismo tiempo. Prefiero las dos cosas. Una vez que una mujer entiende que puede también obtener la estimulación del clítoris con la penetración vaginal, se termina esta discusión.
No hay distinción entre orgasmos “vaginales”, “de clítoris” o “punto G” ya que todos los orgasmos se centran en el clítoris.
No importa si es contacto directo con el clítoris o estimulación indirecta del punto G. O incluso el empuje vaginal profundo más difícil de alcanzar que estimula la base de la columna vertebral, ahora llamado el “punto profundo”. Ese orgasmo requiere un pene de 20 centímetros o un consolador de silicona de calidad. 
En los años setenta, la investigación de Master y Johnsondemostró que todos los orgasmos eran el resultado de alguna forma de estimulación directa o indirecta del clítoris. Kinsey estuvo de acuerdo antes que ellos, al igual que muchas culturas antiguas.
Desafortunadamente, muchos estadounidenses siguen influenciados por la ridícula teoría de Freud de que los orgasmos vaginales son superiores, una idea que se afianzó durante la era victoriana de represión sexual extrema. La idea se mantiene viva hoy en día por las religiones organizadas y lo que algunos hombres prefieren: un polvo rápido similar a la masturbación dentro de la vagina.
El orgasmo del “punto G” es también una estimulación indirecta del clítoris. Sabemos que la esponja uretral que rodea el tracto urinario se llena de sangre y se erecta después de ser estimulada con presión aplicada al techo de la vagina. O en algunos casos, el uso de un vibrador fuerte en o cerca del clítoris también puede acabar en la eyaculación.
La mayoría de las mujeres están de acuerdo en que “chorrear” no es lo mismo que tener un orgasmo, aunque me han dicho que les gusta especialmente si acompaña al orgasmo.
Al principio, las mujeres jóvenes y mayores me preguntaban cómo podían aprender a eyacular. Recientemente, me han preguntado cómo puedo dejar de chorrear durante el sexo con mi pareja.
Después de buscar en miles de sitios web que describen cómo eyacular, no hay dónde encontrar información sobre cómo detener la eyaculación femenina. En su lugar, me aconsejaron que consiguiera fundas protectoras para el colchón y se recomiendan más toallas. No dónde puedo encontrar información sobre cómo detener esta respuesta para aquellos que sienten que es un obstáculo tener que limpiar.
Un “orgasmo vaginal” es también una estimulación indirecta del clítoris teniendo en cuenta las estructuras internas de este.
El tejido eréctil de las piernas y los bulbos se llenan de sangre y se vuelven erectos durante el empuje vaginal con un pene/dildo/dedos duros durante treinta minutos o más.
También hay que tener en cuenta la estimulación indirecta del clítoris cuando los cuerpos de las parejas se presionan juntos. Muchas mujeres descubren que ponerse encima le permite presionar su clítoris contra el cuerpo de su amante.
Después de toda esta complicada información física, tenemos que incluir el estado mental y emocional de estar “enamorados”.
El amor romántico ha sido descrito por algunas feministas y filósofas como “locura temporal”. Desafortunadamente, es la fantasía sexual más popular para el mayor número de niñas y mujeres de todo el mundo: “Algún día llegará mi príncipe azul”.
Lo que queda fuera de esta conversación es la siguiente información: La erección de una mujer tarda de veinte a treinta minutos de estimulación adecuada del clítoris para que toda su vulva se congestione. La palabra operativa aquí es “adecuada” y variará de mujer a mujer.
El punto crucial es que pocas mujeres se excitan antes de que se las follen. La mayoría recibe unos minutos de estímulo torpe del clítoris, unos cuantos lametones de una lengua seca o un fuerte golpe en los dedos. En el momento en que hay una pequeña cantidad de lubricación, muchos amantes se “zambullen” en la vagina.
No es de extrañar que los terapeutas sexuales enfaticen el juego previo y no es de extrañar que los orgasmos fingidos sean mucho más numerosos que los reales. Cuando descubrimos cuán pocas mujeres están teniendo orgasmos durante el coito es obvio para mí que follar es para muchos hombres sólo un tipo de masturbación.
Desafortunadamente, las relaciones sexuales rara vez o nunca duran lo suficiente como para comprometer el clítoris interno. Olvidamos que por cada mujer preorgásmica hay un hombre eyaculando precozmente.
Esta es una de las razones principales por las que los hombres no quieren saber lo que quieren las mujeres, ya que les exigiría hacer un esfuerzo para aprender a “dominar”, lo que suena como otro trabajo y él ya está sobrecargado de trabajo.
La otra tragedia es que la mayoría de las mujeres tampoco entienden sus cuerpos sexuales debido a la ausencia de la masturbación infantil. Este es un momento en el que las niñas y los niños descubren sus patrones orgásmicos.
Incluso hoy en día, la información y educación sexual de las mujeres se basa en el modelo masculino de respuesta sexual: Un pene eyaculando dentro de la vagina. Este es también el modelo heterocéntrico y procreador que es apoyado por las religiones organizadas, los gobiernos e incluso la Madre Naturaleza que quiere promover la especie. Algunos días parece que las mujeres no pueden ganar sino es para perder.
Ahora tenemos el horrendo trabajo de educar sexualmente a un mundo que está bajo la influencia de la violencia con religiones militantes y corporaciones que intentan dominar el mundo. Sin embargo, algunos de nosotros seguimos esperando que la “humanidad” dé una oportunidad a la paz. De lo contrario, las mujeres tendrán que tomar el control antes de que podamos abrazar el Principio del placer con igualdad de derechos y orgasmos para todos.

• Reacción patriarcal contra la Cuarta Ola

Por Marina Ruiz :: Publicado en www.kamchatka.es.
Cuando el feminismo acciona consiguiendo logros formales y sociales, el patriarcado reacciona con bulos saboteando los éxitos, criticando e intentando vaciar de contenido el movimiento. En la Tercera Ola, se consiguieron grandes logros a nivel mundial contra la violencia (de género) hacia las mujeres y esto llevó a los mitos de que la mujer ejerce maltrato hacia los hombres en la misma proporción, al síndrome de alienación parental o a las denuncias falsas.
En la Cuarta Ola nos enfrentamos a un imaginario colectivo que ha normalizado estas estrategias patriarcales a las que nos enfrentamos las feministas y que voy a intentar abordar a continuación.

La información es poder
Esta estrategia consiste en mediatizar ciertos casos como aislados, es decir, mostrarlos como casos esporádicos y no como una violencia global y sistemática que ejercen los hombres hacia las mujeres. Las violaciones en grupo ocurren a nivel mundial, desde la India hasta España: en Suecia tuvieron que cancelar el año pasado un festival por la cantidad de denuncias de agresiones sexuales hacia las mujeres; en España, la página www.geoviolenciasexual.com ha registrado 51 violaciones en grupo desde 2016 en nuestro país, pero esto ocurre también en guerras y a nivel mundial. Las violaciones a mujeres en grupo existen desde los inicios del patriarcado. Las que han sido prostituidas, denuncian que cuando una mujer es trasladada a un prostíbulo se la viola en grupo como "bienvenida", las violaciones "correctivas" para lesbianas también se realizan entre varios hombres, así como las violaciones de soldados a niñas y mujeres en territorios en conflicto y guerras.
La manada es un caso que ha indignado a la sociedad por varios motivos. Las grabaciones de la violación que se han presentado como prueba no dejan duda de que fue una agresión sexual, y sin embargo la sentencia condenatoria es simplemente por abuso. Así, las mujeres se preguntan que, si, aun estando grabado el delito los jueces son incapaces de ver dicha agresión, ¿cómo podemos demostrar el resto de violaciones? Esto genera también un efecto llamada: poner en libertad a un grupo de hombres que planearon, grabaron y repitieron las agresiones con varias mujeres es decirles a los hombres que tienen vía libre para poner en escena la pornografía que consumen sin castigo. Si los hombres han engullido en las últimas décadas un porno violento, donde se normalizan las violaciones en grupo o a mujeres cercanas, no es de extrañar que tanto los violadores de la manada como el propio juez "jolgorio" lo hayan consumido. En las últimas semanas los titulares se repiten una y otra vez con violaciones en grupo, incluso de varones menores de edad que violan a otras menores. Creo que todas hemos entendido que los medios les han dado poder a ellos y han ninguneado a las mujeres. Compañeras feministas que acudían a hablar en los programas de televisión recibían violencia verbal por parte del abogado de la manada, que se atrevía a poner en duda sus capacidades intelectuales. Esto no es solo una cuestión jurídica, es necesario analizar cómo se crean esas manadas: desde la normalización de la prostitución hasta la falta de educación sexual de los jóvenes, que construyen su sexualidad a través de pornografía violenta y acaban normalizando la violencia sexual hacia las mujeres.
Pero hay otros objetivos patriarcales detrás de dirigir la atención mediática hacia las injusticias en las sentencias y la puesta en libertad de violadores y abusadores: justo cuando las feministas estábamos denunciando las violaciones sistemáticas a las jornaleras marroquíes en los campos de fresa de Huelva, -a través de movilizaciones en diversas provincias andaluzas, Valencia, Cartagena y Barcelona, que no fueron tan mediáticas, y de la campaña en redes #YoNoComproFresas-, casualmente y de manera repentina se tomó la decisión de dejar en libertad a la manada. Era de esperar que la sociedad entera se indignara y reaccionara hacia tal decisión judicial. Esto ha servido para que las manadas forococheras ahora también llamados #ungaungaarmy en Twitter, acusen a las feministas de centrarse solo en ciertos casos de violencia sexual, restando importancia a aquellos en los que las víctimas o agresores son inmigrantes. Nos los presentan como grupos organizados de ultraderecha, pero los hombres de izquierda dirigen los mismos ataques hacia las feministas, acusándonos de que no nos movilizamos en igual medida por todas las agresiones sexuales. De esa manera hablan de un feminismo blanco hegemónico al que atribuyen más poder, economía y recursos que el propio patriarcado: ahora las feministas somos opresoras las unas de las otras. Con esta estrategia consiguen desviar el foco del hecho de que quienes acosan, agreden, violan, asesinan y maltratan siguen siendo los hombres de cualquier raza, clase y estructura social.
Lo más preocupante de todo es que parte del movimiento feminista ha caído en la trampa de esta reacción patriarcal y se ha centrado más en atacar a otras feministas, casualmente abolicionistas, que a la propia violencia que ejercen los hombres. Han ejecutado las mismas estrategias que los propios machistas: infravalorar a las feministas que acudían a medios de comunicación para informar sobre violencia sexual porque no eran juristas; culparlas de querer aprovechar los medios para autopromoción y no como una herramienta para poder ir dando visibilidad al feminismo; culpar al movimiento feminista de no salir a la calle por cada agresión sexual que iba surgiendo semana a semana, en vez de focalizar en la falta implicación de la justicia en su obligación de proteger a las víctimas y condenar a los culpables; y, por último, dividir el movimiento en feministas buenas y malas. Hemos caído de nuevo en la reacción patriarcal frente a los avances que estamos logrando.
El feminismo es la lucha de las mujeres para liberarse del sistema patriarcal y cada mujer feminista en un medio de comunicación nos empodera, pues la información es poder. Hay que tomar cada rincón dominado por los hombres para informar y desarticular el patriarcado. Todo en este sistema está en manos de los hombres, por eso necesitamos en todos y cada uno de los medios de comunicación feministas que lleven al resto de la sociedad el cambio que necesitamos.
No podemos permitir que hombres y mujeres machistas sean los que hablen sobre los casos de violencia sexual, puesto que con mucha frecuencia y como hemos visto recientemente, acaban transformando en víctimas a los propios victimarios.

Es nuestra agenda y nuestro derecho
La lucha abolicionista de la prostitución está creciendo a nivel mundial desde hace décadas. No vamos a sacrificar a ninguna mujer para que sea prostituida por miedo a la amenaza patriarcal de que si los hombres pierden el privilegio social y económico de la industria del sexo seremos violadas en masa brutalmente y nuestros agresores quedarán en libertad. Ellas también están sufriendo violaciones y en el feminismo no tenemos víctimas de primera o de segunda. Para nosotras todas deben tener justicia, protección y apoyo social, incluyendo a la mujer que es explotada sistemáticamente por el sistema prostitucional y pornográfico, donde se normaliza que miremos hacia otro lado y pensemos que ellas lo eligieron.
Las jornaleras marroquíes no se van a quedar sin voz. Somos muchas las que sabemos de la mafia política y económica que hay detrás de todas sus violaciones. No estáis solas. Cada mujer que fue cuestionada -si cerró bien las piernas, si había bebido, si volvía sola a casa-, cada menor de edad que no tuvo justicia por su violación a manos de hombres de su entorno o desconocidos que les arrebataron la infancia. Las feministas abolicionistas estamos luchando y seguiremos adelante frente a cada reacción patriarcal señalando a los verdaderos culpables de que exista la violencia sexual -puteros, proxenetas, violadores, pedófilos, pederastas-, y sobre todo la masculinidad hegemónica que es la responsable tanto de mantener el privilegio de los hombres de poder violar a una mujer -ya sea por cinco euros o con el amparo de la justicia-, como de liberarlos y protegerlos.
La última manifestación en contra de la manada en Madrid me encontré a la llegada con dos hombres repartiendo información de un colectivo feminista. Lo primero que me pregunté fue por qué los hombres estaban ocupando espacios de mujeres, y después recordé a las compañeras latinoamericanas denunciantes, que se tuvieron que marchar de sus propias manifestaciones al ver entre la multitud a sus acosadores, violadores o maltratadores. Hay colectivos feministas que hablan de hombres aliados y se olvidan de que el sujeto político de nuestra lucha somos las mujeres, repiten el discurso de clase obrera pero no tienen conciencia de clase feminista: la clase oprimida en el sistema patriarcal somos todas las mujeres y tu aliado puede ser el opresor de otras. Una lucha de tres siglos boicoteada continuamente en la inclusión de hombres que no son capaces de prescindir de sus privilegios, esos hombres que consumen pornografía y prostitución como privilegio patriarcal de disponer de mujeres para sus deseos, hombres que fabrican "putas" para la casta, que solo hablan de libertad de elección de nuestros cuerpos para lo mismo que llevan milenios esclavizándonos -la explotación sexual y reproductiva-, esos que aún presionan a sus parejas con el "si no follas no me amas", los que acosaron a mujeres por romper una relación y ahí están con sus carteles sindicalistas, ocupando nuestra lucha, intentando convencer a las más jóvenes de que es más enemiga una mujer burguesa que ellos con sus privilegios patriarcales, apropiándose una vez más de lo que no les corresponde y que solo nos pertenece a las mujeres.
Mujeres somos aquellas que estamos y estuvimos invisibilizadas, las que no formamos parte de la historia. Lo que no se nombra no existe. Cuando las mujeres comenzamos a nombrarnos, cuando logramos decir que somos parte de la sociedad y que luchamos colectivamente, otra vez nos vuelven a silenciar. Esta vez es una corriente que se ha hecho fuerte dentro del propio feminismo y que reivindica a toda costa que no se nos nombre: ahora somos personas gestantes o personas menstruantes, no somos mujeres. La gravedad de ocultar nuestra capacidad reproductiva queda obviada gracias a una especie de policía censuradora, propia de un régimen dictatorial, que tilda de fobia cualquier referencia a nuestra biología, que habla de identidades subjetivas y pretenden que olvidemos la violencia que se ejerce a nivel mundial sobre todas las mujeres. Las feministas debemos abolir el género, no defenderlo: no podemos consentir que todo lo referente a la mujer ahora lleve esa etiqueta. El género es masculino y femenino, son los roles y las normas culturales que asociamos a cada uno de los dos sexos y que mantienen el sistema jerárquico de organización social en clases sexuales. Por lo tanto, forma parte de los dos sexos, pero la lucha feminista y la violencia que sufrimos las mujeres tienen su origen en la realidad material de nacer mujeres.
Debemos recuperar nuestra agenda y movimiento de manos de los hombres. Si hablamos de personas gestantes, ¿cómo vamos a señalar que miles de mujeres en países pobres son obligadas a concebir para personas con poder adquisitivo de países más desarrollados solo por ser mujeres? Esta nueva ideología de género -también llamada queer-, es la estrategia más ofensiva frente a la información feminista. Parece que quieran quitarnos el poder de nombrar la existencia del sistema patriarcal, porque un sexo oprime y oprimió desde hace miles de años al otro. Una corriente neoliberal que ignora la violencia y opresión de millones de mujeres y niñas que no tienen voz en sus países porque las asesinan, las venden para casarse con hombres mayores, y las mutilan para no sentir placer sexual. Niñas y mujeres tratadas como objetos para ser explotadas sexualmente en los burdeles de todo el mundo.
Esto es un llamamiento a las mujeres para que tomemos conciencia de lo que está ocurriendo fuera y dentro del feminismo. Si dejamos que el opresor se haga fuerte dentro de nuestra lucha, habremos perdido esta batalla que tanto nos ha costado ganar.

• "Cómo nacemos nos afecta toda la vida"

Entrevista a Michel Odent, cirujano y obstetra.
por Ima Sanchís - La Contra de La Vanguardia, 2005.
Tengo 75 años. Nací cerca de París y vivo en Londres. Estoy casado y tengo dos hijos y dos nietos. Soy cirujano, pero me convertí en experto en partos. En el mundo falta la energía del amor y ésa se adquiere al nacer: debemos dejar de perturbar ese proceso. Hay una realidad espacio-tiempo, y una dimensión más allá en la que a veces creo.
-Fui uno de los primeros cirujanos en realizar cesáreas. En aquella época los ginecólogos no tenían formación quirúrgica. Cuando hice el servicio militar, en Argelia, realizaba toda la cirugía de urgencia incluidas las cesáreas. Y así fue como me interesé en cómo las mujeres dan a luz. 
-Luego convirtió un hospital público en salita de estar. 
-En 1962 me nombraron cirujano jefe del hospital público de Pithiviers. Allí había una pequeña maternidad con dos comadronas que me llamaban ante los casos difíciles. Juntos nos fuimos haciendo muchas preguntas. 
-Eso es muy creativo. 
-Me di cuenta de que las mujeres estaban muy inhibidas cuando llegaban al hospital para dar a luz y eso entorpece el parto. Poco a poco fuimos llevando el hogar al hospital. Convertimos una sala de partos en un saloncito de casa, sin equipos médicos visibles. 
-También puso piano y piscina. 
-Sí, una piscina hinchable de jardín que utilizaba para sustituir a los medicamentos cuando el parto era largo y difícil. 
-¿...? 
-En general, lo que hace que los partos sean difíciles es la secreción de adrenalina a causa del estrés o el frío. La oxitocina, la hormona básica del parto, es incompatible con la adrenalina. Cuando la mujer se sumerge en el agua a la temperatura del cuerpo se relaja, lo que significa que baja la adrenalina. Sucedió que algunas mujeres no tenían tiempo de salir del agua y parían en la piscina. 
-¿No le gustan los medicamentos? 
-Todas las hembras de mamíferos están programadas para segregar un auténtico cóctel de hormonas del amor cuando traen al mundo a sus bebés y los medicamentos sustituyen ese cóctel. Las hormonas implicadas en el parto, en particular la oxitocina, no son únicamente útiles para contraer el útero, tienen efectos respecto al comportamiento de la madre y el desarrollo del bebé. 
-Cuénteme. 
-Si, por ejemplo, una cabra da a luz con epidural -lo que perturba el equilibrio hormonal- abandona a su cría cuando nace. En el caso de los humanos no es tan grave porque la cultura influye, pero ¿cuál es el futuro de una generación nacida bajo los efectos de la epidural? o ¿cuál es el futuro de una generación nacida por cesárea? 
-¿Y? 
-La mayoría de las mujeres dan a luz sin haber segregado ese cóctel de hormonas del amor. En China, India o Brasil los niveles de cesárea están por encima del 50% y esos países representan la mitad de la humanidad. Entre las mujeres que dan a luz por las vías bajas la mayoría no llegan a segregar sus propias hormonas porque les dan medicamentos que bloquean dicha secreción. Esta situación no tiene precedentes en la historia de la humanidad. 
-¿Cuáles son los problemas de las parturientas sin cóctel de amor? 
-Cualquier persona experimentada le dirá que una de las consecuencias de los partos provocados es la mayor dificultad en el inicio de la lactancia. La madre tendrá también más dificultades en crear el vínculo con el recién nacido. 
-También segregamos oxitocina cuando nos enamoramos. 
-Sea cual sea la faceta del amor, está implicada la oxitocina. Pero el nivel más elevado de secreción que una mujer es capaz de producir en su vida es justo después del nacimiento de su bebé. Es importante comprender que la sexualidad es un todo: en el acoplamiento sexual, el parto, la lactancia, están implicadas las mismas hormonas. Si perturbamos de manera habitual un episodio de la vida sexual estamos influyendo sobre el resto de nuestra vida sexual. Hay algo curioso, los antropólogos confirman que en las culturas en las que la sexualidad está fuertemente reprimida, la mujer da a luz con dificultad. En el momento del parto se da una redistribución de los receptores hormonales cerebrales tanto en la madre como en el bebé: son periodos críticos que hay que aprender a respetar. 
-Usted ha fundado un centro para estudiar ese periodo crítico y sus consecuencias en la salud en la vida posterior. 
-Sí, lo que llamamos el periodo primario, que incluye la vida fetal hasta el año. Todos los estudios demuestran la gran correlación que existe entre lo que ocurre en el periodo primario y las enfermedades de adulto. Sobre todo, afecta al ámbito de la sociabilidad. 
¿La agresividad? 
-Sí. Dicho de otra manera, afecta a la capacidad de amar, tanto a los demás como a uno mismo. La salud en gran manera se determina durante la vida fetal. La manera como nacemos tiene efectos para toda la vida.
¿Qué más ha descubierto? 
-La importancia del entorno material y humano cuando una mujer da a luz. La importancia del silencio, la penumbra y la necesidad de sentirse segura sin sentirse observada. Una hembra ante un depredador segrega adrenalina y no puede parir. 
-En África las mujeres siguen pariendo en cuclillas y sus hijos no son más amorosos. 
-Las africanas son precisamente las que perturban más la fisiología del nacimiento. Muchas creencias dificultan los partos, sobre todo la fase que va del nacimiento del bebé a la expulsión de la placenta, que es la fase en la que la mujer libera la mayor cantidad de oxitocina. La oxitocina es también la hormona necesaria para expulsar la placenta sin pérdida de sangre. Si se respetara el proceso se evitarían miles de muertes por hemorragia. 

• Brujería y medicina en la Edad Media

Por Bárbara Ehrenreich y Deirdre English – Extracto del libro “Brujas, parteras y enfermeras, una historia de sanadoras” publicado en 1973 en Estados Unidos en The Feminist Press – www.feministpress.org
Las brujas vivieron y murieron en la hoguera mucho antes de que apareciera la moderna ciencia médica. La mayor parte de esas mujeres condenadas como brujas eran simplemente sanadoras no profesionales al servicio de la población campesina y su represión marca una de las primeras etapas en la lucha que los hombres emprendieron para eliminar a las mujeres de la práctica de la medicina.
La eliminación de las brujas como curanderas tuvo como contrapartida la creación de una nueva profesión médica masculina, bajo la protección y patrocinio de las clases dominantes. El nacimiento de esta nueva profesión médica en Europa tuvo una influencia decisiva sobre la caza de brujas, pues ofreció argumentos “médicos” a los inquisidores:
…dado que la iglesia medieval, con el apoyo de los soberanos, de los príncipes y de las autoridades seculares, controlaba la educación y la práctica de la medicina. La Inquisición (caza de brujas) constituye, entre otras cosas, uno de los primeros ejemplos de cómo se produjo el desplazamiento de las practicas artesanales a las “profesionales”, y de la intervención de estos nuevos “profesionales” contra el derecho de los “no profesionales” a ocuparse del cuidado de los pobres…
Tomas Szasz, The Manufacture of Madness (La Fábrica de la Locura).

La caza de brujas tuvo consecuencias duraderas. En efecto, desde entonces un aspecto del ser mujer ha quedado siempre asociado a la brujería, y las mujeres que han continuado actuando como sanadoras han seguido rodeadas de un halo de superstición y temor. Esa destructiva y temprana exclusión de las mujeres del ejercicio autónomo de la sanación fue un precedente violento y una advertencia para el futuro, que llegaría a convertirse en parte de nuestra historia. La actual lucha del movimiento feminista en el terreno de la salud tiene sus raíces en los aquelarres medievales y los responsables del despiadado exterminio de las brujas fueron los antecesores de los actuales adversarios.

La caza de brujas
La caza de brujas abarcó más de cuatro siglos (del siglo XIV al XVII), desde sus inicios en Alemania hasta su introducción en Inglaterra. Comenzó en tiempos feudales y prosiguió, con creciente virulencia, hasta bien entrada la “Edad de la Razón”. Adoptó diversas formas según el momento y lugar, pero no perdió en ningún momento su característica esencial de campana de terror desencadenada por la clase dominante y dirigida contra la población campesina de sexo femenino. En efecto, esas mujeres representaban una amenaza política, religiosa y sexual para la Iglesia, tanto católica como protestante, y también para el Estado.
Las dimensiones de este sangriento fenómeno histórico son impresionantes. Entre finales del siglo XV y principios del XVI se registraron varios miles de ejecuciones –en su mayoría condenas a ser quemadas vivas en la hoguera– en Alemania, Italia, España y otros países. Hacia mediado del siglo XVI, el terror se había propagado a Francia y, en algunas ciudades alemanas, las ejecuciones alcanzaron un promedio anual de 600, aproximadamente dos diarias “sin contar los domingos”. En la región de Wertzberg, 900 brujas murieron en la hoguera en un solo año y otras 1.000 fueron quemadas en Como y sus alrededores. En Toulouse llegaron a ejecutarse 400 personas en un solo día. En 1585, de toda la población femenina de dos aldeas del obispado de Traer solo se salvaron dos mujeres. Numerosos autores cifran en varios millones el número total de víctimas. El 85% de todos los condenados a muerte fueron mujeres: viejas, jóvenes y niñas.
Tanto geográfica como cronológicamente la persecución más encarnizada de las brujas coincide con periodos de gran agitación social, que conmovieron los cimientos del feudalismo: insurrecciones campesinas de masas, conspiraciones populares, el nacimiento del capitalismo y la aparición del protestantismo. Indicios fragmentarios –que el feminismo debería investigar– sugieren que, en algunas regiones, la brujería fue la expresión de una rebelión campesina encabezada por las mujeres. No podemos detenernos aquí a investigar a fondo el contexto histórico en que eso ocurrió, sin embargo, es preciso superar algunos tópicos sobre la persecución de las brujas, falsas concepciones que las despojan de toda su dignidad y que descargan toda la responsabilidad de lo ocurrido sobre las propias brujas y las masas campesinas a las que éstas servían.
Por desgracia, las llamadas brujas, mujeres pobres y analfabetas, no nos han dejado testimonios escritos de su propia historia y ésta, como ocurre con el resto de la historia, nos ha llegado a través de los relatos de la élite instruida, de modo que, actualmente solo conocemos a las brujas a través de los ojos de sus perseguidores. 
Dos de las teorías más conocidas sobre la caza de brujas son esencialmente interpretaciones médicas que atribuyen esta locura histórica a una inexplicable explosión de histeria colectiva. Una versión sostiene que los campesinos enloquecieron y nos presenta la caza de brujas como una epidemia de odio y pánico colectivos, materializada en imágenes de turbas de campesinos sedientos de sangre blandiendo antorchas encendidas. La otra interpretación psiquiátrica, en cambio, afirma que las brujas eran enfermas mentales, como por ejemplo describe el acreditado historiador y psiquiatra, Gregory Zilboorg:
…los millones de hechiceras, brujas, endemoniadas y poseídas constituían una enorme masa de neuróticas y psicóticas graves… durante muchos años el mundo entero pareció haberse convertido en un verdadero manicomio…

Pero, de hecho, la caza de brujas no fue un suicidio colectivo de mujeres histéricas, sino que siguió procedimientos bien regulados y respaldados por la ley. Fueron campañas organizadas, iniciadas, financiadas y ejecutadas por la Iglesia, el Estado y los inquisidores, tanto católicos como protestantes,  como demuestra el libro guía Maleficarum Malleus, o “Martillo de Brujas”, escrito en 1484 por los reverendos Kramer y Sprenger, “hijos dilectos” del Papa Inocencio VIII. Durante tres siglos, todos los jueces y todos los inquisidores, tuvieron este sádico libro siempre al alcance de la mano. En una larga sección dedicada a los procedimientos judiciales, las instrucciones explican claramente cómo se desencadenaba la “histeria”.
El encargado de poner en marcha un proceso de brujería era el vicario o el juez del distrito, quien debía hacer pública una proclama por la cual se: …ordena, manda, requiere y advierte que en el plazo de doce días… todo aquel que esté enterado, haya visto u oído decir que cualquier persona tiene reputación de hereje o de bruja, o es particularmente sospechosa de causar daño a las personas, animales o frutos del campo con perjuicio para el Estado, deberá ponerlo en nuestro conocimiento.
Quienquiera que dejara de denunciar a alguna bruja se exponía a la excomunión y a sufrir una larga lista de castigos corporales. Si esta amenazadora proclama permitía localizar al menos una, su proceso podía ayudar luego a descubrir muchas más. Kramer y Sprenger ofrecían detalladas instrucciones sobre el uso de la tortura para arrancar confesiones y nuevas acusaciones. Por regla general, se desnudaba a la acusada y se le afeitaba todo el vello corporal. Luego le machacaban los dedos, la ponían en el potro, la torturaban con clavos ardientes y le ponían “botas quebrantahuesos”, la dejaban sin alimento y la azotaban con el látigo. La conclusión es evidente: la furia de la caza de brujas no surgió espontáneamente entre la población campesina, sino que fue el resultado de una calculada campaña de terror desencadenada por la clase dominante.

Los delitos de las brujas  
¿Quiénes fueron, pues, las brujas y que horribles “delitos” cometieron para provocar una reacción tan violenta de las clases dominantes? Sin duda, durante los varios siglos que duró la caza de brujas, la acusación de “brujería” abarcó un sinfín de delitos, desde la subversión política y la herejía religiosa hasta la inmoralidad y la blasfemia. Pero existen tres acusaciones principales que se repiten a lo largo de la historia de la persecución de las brujas en todo el Norte de Europa. Ante todo, se las acusaba de todos los crímenes sexuales concebibles en contra de los hombres. Lisa y llanamente, sobre ellas pesaba la acusación de poseer una poderosa sexualidad femenina. En segundo lugar, se las acusaba de estar organizadas. La tercera acusación, finalmente, decía que tenían poderes mágicos sobre la salud, que podían provocar el mal, pero también, que tenían la capacidad de curar. A menudo se las acusaba específicamente de poseer conocimientos médicos y ginecológicos. 
Comencemos examinando la acusación de crímenes sexuales. La Iglesia católica medieval elevaba la misoginia a la categoría de principio. El Maleficarum Malleusdeclara: “Si la mujer piensa sola, tendrá pensamientos diabólicos”. La misoginia de la Iglesia queda demostrada por la doctrina que afirmaba que, en el coito, el varón depositaba en el cuerpo de la mujer un homúnculo, es decir un “pequeño hombre” completo, con el alma incluida, hombrecillo que simplemente pasaba nueve meses cobijado en el útero, sin recibir ningún atributo de la madre. Aunque ese homúnculo no estaría realmente a salvo hasta pasar otra vez a manos de un hombre (el cura que debía bautizarlo) asegurando de este modo la salvación de su alma inmortal. Otra deprimente fantasía de ciertos pensadores religiosos medievales era que en el momento de la resurrección todos los seres humanos renacerían ¡bajo la forma de varones! 
La Iglesia asociaba la mujer al sexo y condenaba todo placer sexual, considerando que éste solo podía proceder del demonio. Se suponía que las brujas habían experimentado por primera vez el placer sexual copulando con el demonio (a pesar del miembro sexual frío como el hielo que se le atribuía) y que luego contagiaban a su vez el pecado a los hombres. Es decir que se culpaba a la mujer de toda lujuria, ya fuera masculina o femenina. Por otra parte, también se acusaba a las brujas de causar impotencia en los hombres y de hacer desaparecer sus genitales. También se las acusaba de ofrecer consejos anticonceptivos y de realizar abortos:
Ahora bien, como dice la Bula Pontifica, existen siete métodos de los que se valen para embrujar el acto venéreo y la concepción en el vientre. Primero, inclinando los pensamientos de los hombres hacia la pasión desenfrenada. Segundo, obstruyendo su fuerza procreadora. Tercero, haciendo desaparecer los órganos adecuados para tal acto. Cuarto, transformando a los hombres en bestias con su magia. Quinto, destruyendo la facultad de procrear en las mujeres. Sexto, practicando abortos. Séptimo, ofreciendo niños al demonio, así como también otros animales y frutos de la tierra, con lo cual causan grandes males… 
Malleus Maleficarum
A los ojos de la Iglesia, todo el poder de las brujas procedía de la sexualidad. Su carrera se iniciaba con un contacto sexual con el diablo. Cada bruja recibía luego la iniciación oficial en una reunión colectiva (el sabat) presidida por el demonio, a menudo bajo forma de macho cabrío, el cual copulaba con las neófitas. La bruja prometía fidelidad al diablo a cambio de los poderes que recibía. En la imaginación de la Iglesia incluso el mal sólo podía concebirse en última instancia en términos exclusivamente masculinos. Como explica el Malleus Maleficarum, el demonio actúa casi siempre a través de la hembra, como hizo ya en el Edén:
Toda magia tiene su origen en la lujuria de la carne, que es insaciable en la mujer… Para satisfacer su lujuria, copulan con demonios… Queda suficientemente claro que no es de extrañar que la herejía de la brujería contamine a mayor número de mujeres que de hombres… Y alabado sea el Altísimo por haber preservado hasta el momento al sexo masculino de tan espantoso delito…
Las brujas no sólo eran mujeres, sino que eran mujeres que parecían estar organizadas en una amplia secta secreta. Una bruja cuya pertenencia al “partido del diablo” quedaba probada, era considerada mucho más terrible que otra que hubiese obrado sola y la obsesión de la literatura sobre la caza de brujas es averiguar qué ocurría en los sabatsaquelarres de las brujas… ¿Devoraban niños no bautizados? ¿Practicaban el bestialismo y la orgía colectiva? Y otras extravagantes especulaciones.
De hecho, existen testimonios de que las mujeres acusadas de ser brujas efectivamente se reunían en pequeños grupos a nivel local y que estos grupos llegaban a convocar multitudes de cientos o incluso miles de personas cuando celebraban alguna festividad. Algunos autores han adelantado la hipótesis de que estas reuniones tal vez eran actos de culto pagano. Y, sin duda alguna, esos encuentros también eran oportunidades de intercambiar conocimientos sobre hierbas medicinales y transmitirse las últimas noticias. Tenemos pocos datos sobre la importancia política de estos grupos organizados de brujas, pero resulta difícil imaginar que no tuvieran alguna relación con las rebeliones camerinas de la época. Cualquier organización campesina, por el mero hecho de ser una organización, atraía a los descontentos, mejoraba los contactos entre aldeas y establecía un espíritu de solidaridad y autonomía entre los campesinos.

• Baba Yaga o la Iniciación Suprema

Extracto del libro de Marion Woodman & Elinor Dickson, Bailando entre llamas, Luciérnaga, 1999.
Durante tu viaje en las profundidades del bosque, quizá tropieces con una casa que camina, salta, gira, dibuja piruetas sobre patas de pollo. La puerta está hecha de huesos humanos, los cerrojos de dedos humanos, la cerradura es la boca sonriente de la muerte. Rodeando el lugar, hay una verja con una calavera en cada estaca. Una estaca está vacía, para recibir tu cabeza caso de que fracases en acometer la prueba. La sola visión basta para sacar al buscador de su percepción normal. Éste no es un lugar de lógica racional.
La propietaria de esta notable casa es una vieja bruja, Baba Yaga, que puede abalanzarse sobre ti en su mortero mientras cabalgas. Detrás de ella va una escoba que barre toda huella de sus idas y venidas, pues es imposible atraparla. Con una carcajada y ojos como ascuas de fuego pregunta sobre lo que buscas… “He venido a pedir fuego”…
No se trata de peticiones normales. Uno ha empezado a buscar en las profundidades del inconsciente aquello que es esencial para el crecimiento, el cambio, la plenitud. En realidad, la bruja, la hechicera, la energía de la sabiduría de la Diosa, no aparece en los sueños hasta que el viajero es lo bastante fuerte para ser vulnerable. El yo tiene que haber renunciado a una parte de su control defensivo antes de que pueda superar el enfrentamiento con esta energía. Entonces aparece ella, sin más ceremonias y, tras determinar si tu búsqueda es o no legítima, tiene una pregunta más: “¿Has venido aquí por tu propia y libre voluntad o vienes por obligación?, o bien: “¿Has venido a enfrentarte a los hechos, joven valiente, o huyes de los hechos?”
Ésa es la prueba para saber si estás preparado para proseguir tu búsqueda. Si dices: “He venido por mi propia y libre voluntad”, tus huesos formaran parte de sus adornos. Si, en cambio, dices: “He venido por obligación”, tu cabeza reposará en la estaca que guarda la puerta. La prueba es, simplemente, la siguiente: “¿Te has vuelto suficientemente consciente para ir más allá de la dualidad?” […]
Baba Yaga nos desafía a ir más allá de esta etapa inmadura del desarrollo hacia un mundo de ambos/y. […] La respuesta correcta para Baba Yaga sería algo así como: “Estoy a que en un setenta y cinco por ciento por mi propia y libre voluntad, y en un sesenta y cinco por ciento por obligación.” Esta respuesta implica que tenemos una comprensión más humilde y precisa de nuestra propia naturaleza. Lo cierto es que la mayoría de las personas estamos donde estamos en parte por circunstancias abrumadoras que nos han arrojado aquí y en parte porque es donde queremos estar. […]
En su estudio de la dakini (energía femenina feroz), Tsultrim Allione descubre que “en casi todas las historias sobre los grandes santos del Tibet, aparece la dakini en momentos cruciales. Los encuentros suelen tener el cariz de un desafío duro y penetrante ante las concepciones fijadas del practicante.

• Brujería y medicina en la Edad Media

Por Bárbara Ehrenreich y Deirdre English – Extracto del libro “Brujas, parteras y enfermeras, una historia de sanadoras” publicado en 1973 en Estados Unidos en The Feminist Press – www.feministpress.org
Las brujas vivieron y murieron en la hoguera mucho antes de que apareciera la moderna ciencia médica. La mayor parte de esas mujeres condenadas como brujas eran simplemente sanadoras no profesionales al servicio de la población campesina y su represión marca una de las primeras etapas en la lucha que los hombres emprendieron para eliminar a las mujeres de la práctica de la medicina.
La eliminación de las brujas como curanderas tuvo como contrapartida la creación de una nueva profesión médica masculina, bajo la protección y patrocinio de las clases dominantes. El nacimiento de esta nueva profesión médica en Europa tuvo como influencia decisiva sobre la caza de brujas, pues ofreció argumentos “médicos” a los inquisidores:
…dado que la iglesia medieval, con el apoyo de los soberanos, de los príncipes y de las autoridades seculares, controlaba la educación y la práctica de la medicina, la Inquisición (caza de brujas) constituye, entre otras cosas, uno de los primeros ejemplos de cómo se produjo el desplazamiento de las practicas artesanales por los “profesionales” y de la intervención de estos últimos contra el derecho de los “no profesionales” a ocuparse del cuidado de los pobres…
Tomas Szasz, The Manufacture of Madness (La Fábrica de la Locura).
La caza de brujas tuvo consecuencias duraderas. En efecto, desde entonces un aspecto del ser mujer ha quedado siempre asociado a la brujería, y las mujeres que han continuado actuando como sanadoras han seguido rodeadas de un halo de superstición y temor. Esa destructiva y temprana exclusión de las mujeres del ejercicio autónomo de la sanación fue un precedente violento y una advertencia para el futuro, que llegaría a convertirse en un tema de nuestra historia. La presente lucha del movimiento feminista en el terreno de la salud de hoy tiene sus raíces en los aquelarres medievales y los responsables del despiadado exterminio de las brujas son los antecesores de nuestros actuales adversarios.

La caza de brujas
El periodo de la caza de brujas abarcó más de cuatro siglos (del siglo XIV al XVII), desde sus inicios en Alemania hasta su introducción en Inglaterra. La persecución de las brujas empezó en tiempos feudales y prosiguió, con creciente virulencia, hasta bien entrada la “Edad de la Razón”. Adoptó diversas formas según el momento y lugar, pero sin perder en ningún momento su característica esencial de campana de terror desencadenada por la clase dominante y dirigida contra la población campesina de sexo femenino. En efecto, las brujas representaban una amenaza política, religiosa y sexual para la Iglesia, tanto católica como protestante, y también para el Estado.
Las dimensiones de este sangriento fenómeno histórico son impresionantes. Entre finales del siglo XV y principios del XVI se registraron varios millares de ejecuciones –en su mayoría condenas a ser quemadas vivas en la hoguera– en Alemania, Italia, España y otros países. Hacia mediado del siglo XVI, el terror se había propagado a Francia y, en algunas ciudades alemanas, las ejecuciones alcanzaron un promedio anual de 600, aproximadamente dos diarias “sin contar los domingos”. En la región de Wertzberg, 900 brujas murieron en la hoguera en un solo año y otras 1.000 fueron quemadas en Como y sus alrededores. En Toulouse llegaron a ejecutarse 400 personas en un solo día. En 1585, de toda la población femenina de dos aldeas del obispado de Traer solo se salvó una mujer en cada una de ellas. Numerosos autores cifran en varios millones el número total de víctimas. El 85% de todos los condenados a muerte fueron mujeres: viejas, jóvenes y niñas.
El mero alcance de la caza de brujas ya sugiere que nos hallamos ante un fenómeno social profundamente arraigado y que trasciende los límites de la historia de la medicina. Tanto geográfica como cronológicamente la persecución más encarnizada de las brujas coincide con periodos de gran agitación social, que conmovieron los cimientos del feudalismo: insurrecciones campesinas de masas, conspiraciones populares, el nacimiento del capitalismo y la aparición del protestantismo. Indicios fragmentarios –que el feminismo debería investigar– sugieren que, en algunas regiones, la brujería fue la expresión de una rebelión campesina encabezada por las mujeres. No podemos detenernos aquí a investigar a fondo el contexto histórico en que se desarrolló la caza de brujas. Sin embargo, es preciso superar algunos tópicos sobre la persecución de las brujas, falsas concepciones que las despojan de toda su dignidad y que descargan toda la responsabilidad de lo ocurrido sobre las propias brujas y las masas campesinas a las que éstas servían.
Por desgracia, las brujas, mujeres pobres y analfabetas, no nos han dejado testimonios escritos de su propia historia y ésta, como ocurre con el resto de la historia, nos ha llegado a través de los relatos de la élite instruida, de modo que, actualmente solo conocemos a las brujas a través de los ojos de sus perseguidores. 
Dos de las teorías más conocidas sobre la caza de brujas son esencialmente interpretaciones médicas que atribuyen esta locura histórica a una inexplicable explosión de histeria colectiva. Una versión sostiene que los campesinos enloquecieron y nos presenta la caza de brujas como una epidemia de odio y pánico colectivos, materializada en imágenes de turbas de campesinos sedientos de sangre blandiendo antorchas encendidas. La otra interpretación psiquiatrica, en cambio, afirma que las locas eran las brujas. Un acreditado historiador y psiquiatra, Gregory Zilboorg, escribe:
…los millones de hechiceras, brujas, endemoniadas y poseídas constituían una enorme masa de neuróticas y psicóticas graves… durante muchos años el mundo entero pareció haberse convertido en un verdadero manicomio…
Pero, de hecho, la caza de brujas no fue ni una orgía de linchamientos ni un suicidio colectivo de mujeres histéricas, sino que siguió procedimientos bien regulados y respaldados por la ley. Fueron campañas organizadas, iniciadas, financiadas y ejecutadas por la Iglesia y el Estado. Por los inquisidores, tanto católicos como protestantes, el libro guía Maleficarum Malleus, o “Martillo de Brujas”, escrito en 1484 por los reverendos Kramer y Sprenger (“hijos dilectos” del Papa Inocencio VIII). Durante tres siglos, todos los jueces, todos los inquisidores, mantuvieron este sádico libro siempre al alcance de la mano. En una larga sección dedicada a los procedimientos judiciales, las instrucciones explican claramente cómo se desencadenaba la “histeria”. 
El encargado de poner en marcha un proceso de brujería era el vicario o el juez del distrito, quien debía hacer pública una proclama por la cual se:
…ordena, manda, requiere y advierte que en el plazo de doce días… todo aquel que este enterado, haya visto u oído decir que cualquier persona tiene reputación de hereje o de bruja, o es particularmente sospechosa de causar daño a las personas, animales o frutos del campo con perjuicio para el Estado, deberá ponerlo en nuestro conocimiento.
Quienquiera que dejara por denunciar a alguna bruja se exponía a la excomunión y a sufrir una larga lista de castigos corporales.
Si esta amenazadora proclama permitía localizar al menos una bruja, su proceso podía ayudar luego a descubrir muchas más. Kramer y Sprenger ofrecían detalladas instrucciones sobre el uso de la tortura para arrancar confesiones y nuevas acusaciones. Por regla general, se desnudaba a la acusada y se le afeitaba todo el vello corporal. Luego la machacaban los dedos, la ponían en el potro, la torturaban con clavos ardientes y le ponían “botas quebrantahuesos”, la dejaban sin alimento y la azotaban con el látigo. La conclusión es evidente: la furia de la caza de brujas no surgió espontáneamente entre la población campesina, sino que fue el resultado de una calculada campaña de terror desencadenada por la clase dominante.

Los delitos de las brujas  
¿Quiénes fueron, pues, las brujas y que horribles “delitos” cometieron para provocar una reacción tan violenta de las clases dominantes? Sin duda, durante los varios siglos que duró la caza de brujas, la acusación de “brujería” abarcó un sinfín de delitos, desde la subversión política y la herejía religiosa hasta la inmoralidad y la blasfemia. Pero existen tres acusaciones principales que se repiten a lo largo de la historia de la persecución de las brujas en todo el Norte de Europa. Ante todo, se las acusaba de todos los crímenes sexuales concebibles en contra de los hombres. Lisa y llanamente, sobre ellas pesaba la acusación de poseer una poderosa sexualidad femenina. En segundo lugar, se las acusaba de estar organizadas. La tercera acusación, finalmente, decía que tenían poderes mágicos sobre la salud, que podían provocar el mal, pero también, que tenían la capacidad de curar. A menudo se las acusaba específicamente de poseer conocimientos médicos y ginecológicos. 
Comencemos examinando la acusación de crímenes sexuales. La Iglesia católica medieval elevaba a principio la misoginia. El Maleficarum Malleus declara, “Cuando la mujer piensa sola, tendrá diabólicos pensamientos”. La misoginia de la Iglesia –en caso de que la caza de brujas por sí sola no fuera ya una prueba suficiente– queda demostrada por la doctrina que afirmaba que, en el coito, el varón depositaba en el cuerpo de la mujer un homúnculo, es decir un “pequeño hombre” completo, con el alma incluida, hombrecillo que simplemente pasaba nueve meses cobijado en el útero, sin recibir ningún atributo de la madre. Aunque el homúnculo no estaría realmente a salvo hasta pasar otra vez a manos de un hombre (el cura que debía bautizarlo) asegurando de este modo la salvación de su alma inmortal.
Otra deprimente fantasía de ciertos pensadores religiosos medievales era que en el momento de la resurrección todos los seres humanos renacerían ¡bajo la forma de varones! 
La Iglesia asociaba la mujer al sexo y condenaba todo placer sexual, considerando que éste solo podía proceder del demonio. Se suponía que las brujas habían experimentado por primera vez el placer sexual copulando con el demonio (a pesar del miembro sexual frío como el hielo que se le atribuía) y que luego contagiaban a su vez el pecado a los hombres. Es decir que se culpaba a la mujer de la lujuria, ya fuera masculina o femenina. Por otra parte, también se acusaba a las brujas de causar impotencia en los hombres y de hacer desaparecer sus genitales. En lo tocante a las mujeres, de hecho, se las acusaba de ofrecer consejos anticonceptivos y de efectuar abortos:
Ahora bien, como dice la Bula Pontifica, existen siete métodos de los que se valen para embrujar el acto venéreo y la concepción en el vientre. Primero, inclinando los pensamientos de los hombres hacia la pasión desenfrenada. Segundo, obstruyendo su fuerza procreadora. Tercero, haciendo desaparecer los órganos adecuados para tal acto. Cuarto, transformando a los hombres en bestias con su magia. Quinto, destruyendo la facultad de procrear en las mujeres. Sexto, practicando abortos. Séptimo, ofreciendo niños al demonio, así como también otros animales y frutos de la tierra, con lo cual causan grandes males… 
Malleus Maleficarum
A los ojos de la Iglesia, todo el poder de las brujas procedía en última instancia de la sexualidad. Su carrera se iniciaba con un contacto sexual con el diablo. Cada bruja recibía luego la iniciación oficial en una reunión colectiva (el sabat) presidida por el demonio, a menudo bajo forma de macho cabrío, el cual copulaba con las neófitas. La bruja prometía fidelidad al diablo a cambio de los poderes que recibía. En la imaginación de la Iglesia incluso el mal solo podía concebirse en última instancia en términos exclusivamente masculinos. Como explica el Maleficarum Malleus, el demonio actúa casi siempre a través de la hembra, como hizo ya en el Edén:
Toda magia tiene su origen en la lujuria de la carne, que es insaciable en la mujer… Para satisfacer su lujuria, copulan con demonios… Queda suficientemente claro que no es de extrañar que la herejía de la brujería contamine a mayor número de mujeres que de hombres… Y alabado sea el Altísimo por haber preservado hasta el momento al sexo masculino de tan espantoso delito…
Las brujas no sólo eran mujeres, sino que además eran mujeres que parecían estar organizadas en una amplia secta secreta. Una bruja cuya pertenencia al “partido del diablo” quedaba probada, era considerada mucho más terrible que otra que hubiese obrado sola y la obsesión de la literatura sobre la caza de brujas es averiguar qué ocurría en los sabats de las brujas o aquelarres (¿devoraban niños no bautizados? ¿Practicaban el bestialismo y la orgía colectiva? Y otras extravagantes especulaciones…).
De hecho, existen testimonios de que las mujeres acusadas de ser brujas efectivamente se reunían en pequeños grupos a nivel local y que estos grupos llegaban a convocar multitudes de cientos, o incluso miles de personas, cuando celebraban alguna festividad. Algunos autores han adelantado la hipótesis de que estas reuniones tal vez eran actos de culto pagano. Y sin duda alguna, esos encuentros también ofrecían la oportunidad de intercambiar conocimientos sobre hierbas medicinales y transmitirse las últimas noticias. Tenemos pocos datos sobre la importancia política de las organizaciones de las llamadas brujas, pero resulta difícil imaginar que no tuvieran alguna relación con las rebeliones campesinas de la época. Cualquier organización campesina, por el mero hecho de ser una organización, atraía a los descontentos, mejoraba los contactos entre aldeas y establecía un espíritu de solidaridad y autonomía entre los campesinos.