EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA DE IMA SANCHÍS – LA VANGUARDIA – 16/01/2012
James Attlee, ha recorrido el mundo en busca de la luz de la luna
-Tengo 55 años. Nací en Maidstone, vivo en Oxford y trabajo en Londres. Soy editor de libros y revistas de arte. Casado, tengo 5 hijos. No soy creyente.
-Bonita luna...
-Apenas ilumina.
-¡Pero si está llena!
-Yo he recorrido el mundo en busca de la luz de la luna, y es triste lo que ocurre en las ciudades donde la luna ha sido exiliada por el alumbrado. Esto no es la luna, es su sombra.
-Esnif…
-La luna forma parte de una conexión directa que los humanos teníamos con la naturaleza y que hemos perdido. Una conexión todavía vital a mediados del siglo XIX, cuando la gente seguía los ciclos de la luna para miles de cosas. Todos sabían cuando iba a tocar la próxima luna llena porque de ella dependían el viaje o la recogida de la cosecha.
-Los aborígenes siguen viajando bajo su sombra.
-Sí, y miden el frío de la noche por la cantidad de perros que necesitan para mantener el calor cuando se tienden a dormir: una noche de un perro, una noche de dos perros...
-Pura poesía.
-Aquí también eran los días de luna llena los favoritos para salir de copas hasta altas horas, pues al salir de la taberna la luna iluminaba el camino de vuelta a casa. Los ciclos de la luna están relacionados con el mismo principio de la civilización. La luna fue la que permitió a los seres humanos medir periodos de tiempo más largos que un día.
-¿Era nuestro reloj cósmico?
-En el sudoeste de Francia se ha encontrado un trozo de hueso de 25.000 años a.C. que tiene tallados dos ciclos lunares completos; era un calendario primitivo.
…
-¿No quedan tradiciones que la honren?
-El Tsukimi, un festival de contemplación de la luna llena que se celebra cada otoño en Japón, cuando consideran que está más bella. Así su contemplación se tiñe del mismo tono que la estación: una época melancólica en que acaba el verano y los seres mueren. Hay miles de hermosos grabados y haikus dedicados a ese momento.
…
-¿Y a qué atribuye esa fascinación?
-La luz de la luna hace que veamos las cosas de forma distinta. En la retina hay dos tipos de receptores de luz: los conos nos dan detalles y colores y son los que utilizamos en la visión diurna. Los bastones son extremadamente sensibles y operan en la oscuridad.
-Sólo nos permiten ver formas.
-De ahí tantas leyendas y misterios que intenté aclarar con un neurólogo. El cerebro rellena las imágenes que no vemos con claridad. El subconsciente escoge lo que vemos.
-A falta de luz, imaginación.
-Los bastones nos dan una capacidad de visión mejor que la de las lechuzas, pero tardan mucho en activarse. Si nos pasáramos un par de semanas en la oscuridad, nuestra visión se agudizaría enormemente. La potencia teórica de la que somos capaces nos permitiría ver cómo se enciende una vela a 30 km de distancia.
-Está usted lleno de curiosidades.
-En el desierto americano conocí a una pareja que ha construido un gran colector interestelar que concentra la luz de la luna en un rayo. Sostienen que proyectado sobre los seres vivos tiene el poder de sanar.
-¿...?
-He visto cómo semillas expuestas a esta luz germinan con más rapidez y fuerza. Y también conocí a la artista Katie Paterson, que emitió al espacio la sonata Claro de luna en código morse proyectándola contra la superficie de la luna. Cuando recibió la señal de vuelta, la melodía era distinta.
-¿Usted también ha sido hechizado por la luz de la luna?
-A raíz de este libro soy miembro de la campaña contra la contaminación lumínica nocturna, doy charlas por el mundo y la gente me cuenta sus experiencias.
-Alguna que le haya impactado.
-Un industrial de la madera me contó que esta industria altamente mecanizada sigue estando controlada por los ciclos lunares porque la savia sube por los árboles con la luna llena y arruina la madera.
-¿Le sorprende?
-No, tras este viaje de luna sé que su contemplación nos llama a conectar con nuestras emociones y que provoca cambios en nuestro cuerpo. Estamos diseñados para responder a ese influjo de la luna. Muy posiblemente la emergencia de la vida surgió en pequeñas charcas que se llenaban y vaciaban según la marea.
-Resultará que somos hijos de la luna.
-En este mundo de prisas enervantes, la luna nos llama a conectar con un ritmo de vida más lento, marcado no por el minutero sino por los ciclos naturales, los que han regido al hombre a lo largo de su historia. Si apagamos la luz eléctrica, entramos en un mundo literalmente distinto. Volver a conectar con esa parte perdida de nosotros nos ayuda a poner la vida en perspectiva.