• "Una mujer estéril no es media mujer" M. Carmen Juan, periodista

UNA ENTREVISTA DE VICTOR AMELA – LA VANGUARDIA – BARCELONA

Uno, un día, quiere tener hijos. Los tiene, y ya está. Uno, pues, no suele hablar de todo eso de la esterilidad. Son cosas ajenas, cosas que les pasan a otros, cosas que a veces son noticia en la prensa: que si niños probeta, que si reproducción asistida... Hablar con una persona que desea hijos y no puede tenerlos me ha puesto ante un revés vital que yo no había calibrado antes: ¡un revés que afecta a 600.000 parejas en España! Juan ha fundido su experiencia con la de montones de otras personas en su mismo caso y, con valentía y sin pudores ridículos, ha escrito un libro que será útil a toda esa gente. Y lanza un consejo: “Ayuda muchísimo hablar con otras personas con nuestro mismo problema; para eso, hay aquí asociaciones que facilitan esos contactos y dan un gran apoyo”

Mari Carmen Juan, periodista. Tengo 39 años. Nací en Barcelona. Soy periodista. Estoy casada hace 17 años. No tengo hijos..., pero no porque no quiera: soy estéril. Tengo dos perros. En política, defiendo la libertad de acción del ser humano. En religión, soy agnóstica. ¡No tener hijos no significa ser una mujer incompleta! Publico el libro “No puedo tener hijos” (Plaza y Janés).

–Un día, usted quiso tener hijos...

–Los deseé, sí.

–¿Por qué?

–Porque creo que nada puede enriquecerme más que ver crecer a mis hijos, junto a mi marido.

–Suena de lo más clásico...

–Es algo personal. Cada día son más las mujeres que libremente pueden elegir no tener hijos, y eso es fantástico. De hecho, no creo que exista en las mujeres una pulsión biológica ni un “instinto maternal”...

–¿No?

–Es todo una cuestión cultural. Por eso ninguna mujer debería sentirse culpable por no desear hijos... o por no poder tenerlos.

–¿Se sienten culpables las mujeres por eso?

–Desde el Antiguo Testamento: Dios te premia dándote hijos y te castiga haciéndote estéril, dejándote “seca por dentro”, “vacía”... Eres una “cáscara vacía”, “media mujer”: ¡así se sienten muchas mujeres estériles! Está inscrito en nuestra cultura.

–Total, que usted buscaba un hijo, y...

–Y, al cabo de un par de años de intentarlo..., nada. Acudes al especialista y... bien, en mi caso, el diagnóstico fue claro: estéril.

–¿Qué sintió?

–Piensas: “Se han equivocado, no puede ser, esto no puede pasarme a mí”. La sensación de injusticia es común a todas las mujeres en este caso. Después de eso, sigue la sensación de culpa, de “algo habrás hecho”...

–¿La idea de castigo divino?

–Sí. He hablado con muchas mujeres en esta situación, y los reproches son diversos.

–¿Por ejemplo?

–“Esto me pasa por haber sido demasiado promiscua”, “por haber tenido un aborto previo”, “por usar anticonceptivos”, “por haber esperado demasiado”, “por haber dado prioridad a mi trabajo, a mi carrera...”

–Pero sí hay un reloj biológico, ¿no?

–A partir de los 30 años se reduce la fertilidad, sí. Y como hoy la estabilidad económico-social nos está llegando a una edad cada vez más tardía...

–La cosa se complica.

–Sí, y si la mujer ha dedicado unos años a buscar esa estabilidad, luego tendrá que so- portar encima el reproche –a menudo en boca de padres o suegros– de “sólo piensas en ti ́”, “eres una egoísta”...

–Y después de la culpabilidad, ¿qué?

–La rabia. Rabia contra la vida, rabia contra todo...

–¿Contra las amigas con hijos, también?

–¡Sí! Y, además, te parece que todas las embarazadas del país viven en tu barrio. Y las famosas, por la tele, te repiten que tener a su hijo ha sido lo más maravilloso de su vida...

–Debe de ser duro...

–Es fácil caer en la depresión. Te sientes como si te hubiesen diagnosticado una enfermedad. Pero se supera: ¡ves que la vida sigue alrededor, que nada va a detenerse por ti!

–¿Y qué haces a continuación?

–Tienes tres opciones: la reproducción asistida, la adopción o la vida sin hijos.

–¿Qué eligió usted?

–¿Recuerda lo que dice la protagonista de “Yerma”, de García Lorca?: “Por tener hijos dejaría que pinchases con agujas la parte más blanda de mis ojos”.

–Tremendo.

–Con ese ánimo vas a la reproducción asistida, dispuesta a intentarlo todo...

–¿Cuántas mujeres están en este caso?

–Hay 80 millones de parejas en el mundo afectadas por la esterilidad. En España, más de 600.000 parejas están en tratamientos.

–¿Tantas? Y veo que me habla de parejas...

–Sí, porque el hombre también lleva lo suyo... Y tiene que oír gracias como: “¡Si no sabes cómo se hace, ya vendré a ayudarte...!”.

–Las típicas bromas fáciles...

–Es también cultural: en los hombres, se asocia la capacidad de engendrar con la potencia sexual. “No tiene hijos, quizá es homosexual...”, oyes, y también: “Le ha hecho ocho hijos a su mujer, ¡qué tío!”. Y atención: “le ha hecho”. La mujer, mero receptáculo.

–¿Es complicada la reproducción asistida?

–La especie humana es subfértil, y, aunque las técnicas han mejorado mucho, la reproducción humana es algo tan complejo...

–¡Y eso que parece tan simple!

–Pues hay casos de infertilidad femenina que se solucionan... cambiando de pareja: no es que el otro sea estéril, sino que un 15 % de infertilidades son psicológicas: un bloqueo en la mujer, por algo inconsciente.

–Volvamos a la reproducción asistida: si funciona, estupendo. Pero, ¿y si no?

–Vives una noria emocional: al primer fallo te desilusionas, luego retomas la ilusión para probar de nuevo, vuelves a desilusionarte, a reilusionarte…

–Agotador y sacrificado, ¿no?

–Sí. Sé de alguna mujer que lleva ya 18 años intentando tener un hijo.

–Mucho tiempo..., ¿Merece la pena?

–Sí, si una de verdad lo quiere. Pero, ¿de verdad lo quiere? Cada mujer debe preguntárselo: ¿no insistirá en el intento por presión del entorno, por no sentirse culpable? Mire: ¡una es una mujer entera aunque no tenga hijos! No es media mujer, no es incompleta.

–Se supone que se sigue deseando al hijo...

–Sí, pero, a veces, por esperar algo que tiene que llegar..., ¡no valoras lo que tienes! Y eso significa una vida frustrada. En fin, creo que conviene sopesar más posibilidades.

–¿Incluso la de vivir sin hijos?

–Sí.

–Perdone, ¿y cómo está su caso?

–En mi caso, está descartada ya toda posibilidad biológica de tener un hijo.

–Entiendo... Pero..., ¿sigue deseándolo?

–Sí. Hoy, mi opción personal es luchar por adoptar un hijo. Pero esa es ya otra historia.

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