Walter G., Barbara. “Moon”, The Woman’s Dictionary of Symbols and Sacred Objects. San Francisco: Harper San Francisco, 344-5.
Quizá ningún otro objeto natural ha sido tan reverenciado, desde periodos tan antiguos, como la Luna. Por regla general su símbolo ha sido la medialuna creciente, ya que el círculo que representa la luna llena podía confundirse con los símbolos solares.
Por su aparente conexión con los ciclos femeninos de la “sangre lunar” (menstruación) que daba vida a cada humano que estuviera en la matriz, la luna se convirtió en el primer símbolo universal de la Diosa Madre. El nombre griego de Europa, madre eponímica de la Europa continental, significa “luna llena” y proviene del título de Hera o Io como la blanca Luna-vaca, y también de otras versiones de la diosa como Demeter y Astarté.
Albión, el antiguo nombre de Bretaña, significaba “luna blanca” y se refería la Diosa hasta que el moje Gildas le convirtió en un ficticio santo masculino llamado San Alban.
Al-Mah, la luna, fue una deidad principal de Persia cuyo nombre se convirtíó en el nombre hebreo Almah, “mujer núbil”: nombre que los cristianos han insistido en traducir como “virgen” cuando se aplica a la madre de Jesús. Otro derivativo fue el latín alma-mater, “alma-madre” viviente del mundo.
Los romanos reverenciaban la primordial Luna Madre como Luna o Mana (Manía), madre de los espíritus ancestrales arcaicos llamados manes, anualmente propiciados en el festival Manalia. La misma Diosa Mana regía en la arcaica Escandinavia, en Arabia, y el Asia central. “Mana” viene del sánscrito manas, “mente” un atributo de Ma, la madre primordial; estaba también relacionado con el latín mens, significando ambos “mente” y “luna” y también una cualidad misteriosa de poder espiritual: nu-men.
De acuerdo con Moses Maimonides, el culto lunar era la religión de Adán; y la Biblia contiene muchos trazos de reverencia pre-yahveísticas a la luna. Los reyes del Antiguo Testamento vestían “ornamentos como la luna y también lo hacían los animales que montaban” (Jueces 8:21). Los Profetas denunciaban a las mujeres hebreas por llevar amuletos lunares (Isaías 3:18). Agla, uno de los “nombres secretos de Dios” más usados en la magia hebrea, es usualmente traducido como “luz” pero significa específicamente “luz de luna”; es uno de los antiguos nombres de la diosa Luna.
Una tradición talmúdicas decía que el mismo Yahvé tuvo que hacerle una ofrenda a la luna por haberla ofendido. La diosa de la Luna no parecía demostrar mucho respeto por Yahvé ni por los suyos; según el Apocalipsis de Baruch: Cuando Adán y Eva cayeron en el pecado, todo lo demás se hundió con ellos “el cielo, el sol y las estrellas, incluso los más cercanos al trono de Dios; los ángeles y los poderes fueron movidos por la trasgresión de Adán,” todo excepto la Luna, que se reía.
San Agustín condenó a las mujeres por su “impúdicas y coquetas” danzas en honor a la luna nueva. Aún así, el tiempo lunar era tan importante para la tradición Savior que los cristianos insistieron en remarcar que la luna llena apareció durante la crucifixión de Jesús –aún con un eclipse solar, que sólo puede suceder durante la etapa oscura de la luna.
Las tradiciones lunares continuaron siendo asociadas con las mujeres durante la Edad Media. En el folklor y las baladas puede observarse que las mujeres eran animadas a rezar por favores especiales no a Dios sino a su propia deidad, la Luna Madre, para quien cocinaban panes de avena. También los oponentes de Jeremías continuaron cocinando pasteles para ofrendar a la Reina del Cielo (la luna) sin importar las fulminaciones del profeta acerca de ella (Jeremías 44:19); de la misma forma las mujeres de la Europa cristiana cocinaban pasteles a la luna, que los franceses llamaron croissants –crecientes– por su forma lunar.
Los modernos pasteles de cumpleaños descienden de la forma griega de honrar el cumpleaños mensual de Artemisa, diosa de la Luna, realizando deliciosos pasteles de luna llena. Las brujas continuaron invocando a la Diosa “dibujando la luna”. En algunas áreas, los cultivos no podían ser recolectados ni las bodas celebradas a menos que fuera en los tiempos apropiados de la Luna. Todo lo que tenía que ver con el manejo de animales domésticos parece estar relacionado con la Luna. Y por supuesto, ninguna bruja ni adivino realizaban operaciones mágicas sin tomar en cuenta la fase lunar.
En la Arabia pre-islámica la diosa Luna era tan importante que su emblema llegó a representar el país entero, y lo sigue haciendo, como muestra la luna creciente de las banderas islámicas. Como Manat, la vieja madre luna de la Meca, alguna vez reinó en la fe de todos sus hijos, quienes también la llamaban Al-Lat, la Diosa. Este nombre fue masculinizado como “Allah”, quien prohíbe a las mujeres entrar a las mezquitas que alguna vez fueron templos de las sacerdotisas de la luna.
En Asia central, su órbita celeste fue descrita como el espejo que refleja todo en el mundo. Todavía se dice que el reflejo de la luna en el agua es el principal remedio para calmar la histeria.”
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