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Las hogueras de San Juan 

Por Marianna García Legar
San Juan en Les, Lleida. Foto de Marta Lluvich. Clica para verla mejor. 
Las hogueras de la noche de San Juan se hacían en lugares de importancia ritual como ser una fuente sanadora, un cruce de caminos, el límite entre las casas y los campos cultivados, etc. En las casas grandes está recomendado encender cuatro hogueras, una en cada dirección, para garantizar la protección de la casa y sus habitantes durante todo el año. 
La hoguera debe encenderse con un manojo de espigas de la primera gavilla de trigo. Se dice que el poder de esta hoguera se extiende durante todo el año y sirve para espantar entidades dañinas, alejar ladrones, proteger contra el ataque animales peligrosos, asegurar la cosecha, espantar las alimañas del corral, prever el futuro, etc. 
En algunas regiones las fogatas de San Juan antiguamente se llamaban “cuevas”. Algunos anacoretas, que vivían retirados en cuevas de lugares perdidos, tenían la costumbre de encender esa noche una hoguera a la entrada de su cueva, para enviar sus bendiciones por doquier. A esas hogueras de las montañas se las llamaba “cuevas” y este nombre se hizo de uso común en algunas regiones para referirse a las fogatas de San Juan.
Originalmente en el centro de la fogata se plantaba un Palo Mayo adornado con coronas de flores, costumbre que sigue viva en algunos lugares de los Pirineos catalanes. En pueblos de la Alta Ribagorça esta noche se baila y se canta en torno a un Palo Mayo encendido llamado Haro, verdadera antorcha arbórea. Muchachos y muchachas bajan corriendo en zigzag, desde arriba de la montaña hasta la plaza del pueblo, llevando en sus brazos troncos en llamas con los que encienden las hogueras. El pueblo los recibe con música y cantos en estas fiestas que han sido nombradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (foto).
A pesar del riesgo que conlleva, se llevaban antorchas a los campos para bendecirlos con el fuego de la hoguera. También se esparcían en campos y huertos los tizones y la ceniza resultantes del fuego, reservando siempre una parte para ser usada durante el año en caso de desgracia o enfermedad. 
Otro rito de fuego consistía en ir a ver la salida del Sol. La gente decía que esa madrugada el Sol bailaba al salir y que, a su compás, bailaban también todas las brujas del mundo. 
Los fuegos de San Juan ofrecían una serie de rituales muy variados con fines medicinales, protectores, exorcizadores, oraculares y amorosos. Otro aspecto del fuego protector es el “fuego que se escucha” realizado mediante petardos, fuegos artificiales, cohetes y tracas y que tiene el poder de alejar la mala suerte.
Extracto del libro “Fiestas de la Tierra y espiritualidad matrística en la península ibérica” de Marianna García Legar. Para más información sobre el libro clica aquí: http://libroruedadeizpania.blogspot.com.es

• El solsticio de invierno y la Navidad

Por Doña Loba (Marianna García Legar).
Fotos tomada de www.tendenzias.com

La palabra Navidad viene de nacimiento. Es la fiesta del renacimiento anual del Sol, bajo la forma simbólica de un niño divino. Es una fiesta solar de primer orden del Hemisferio Norte que celebra que los días serán, a partir de ahora, cada vez más largos. Si bien nuestros ancestros comprendían la necesidad de la alternancia de la luz y la oscuridad para la continuidad de la vida, el regreso de la luz siempre era una razón de festejo por el renacimiento de toda la naturaleza. 

Los días anteriores al solsticio de invierno tienen las noches más largas del año. En el mismo momento en que el Reino de la Noche llega a su máximo despliegue, se invierte la polaridad y comienza su decadencia. Como esta luz recién nacida aún es débil, deber ser protegida y reforzada. Por ello las leyendas cristianas relataban que al niño Jesús tuvieron que llevarlo a Egipto, para proteger su vida. La etimología de Egipto es “tierra negra”, lo cual nos habla de un lugar oscuro, remoto, esotérico y oculto. 

Aunque aún queda mucho tiempo de frío, las actividades rituales del solsticio tienen que ver con alimentar y reforzar esta pequeña y frágil luz que acaba de nacer, para garantizar su supervivencia. 

Así, simbólicamente, podemos decir que en el seno más oscuro del femenino Reino de la Noche nace un niño de luz que será honrado por pastores, reyes y magos. Este el niño divino es el Gran Hijo de la Gran Madre y su nombre puede ser Jesús, o Maponos, o Dionisos, o Tammuz, o Krishna… por mencionar sólo algunos de los nombres de dioses nacidos un 24 de diciembre de una madre virgen. Esa madre es virgen es la Tierra, una en sí misma, tan fértil que da a luz sin intervención de varón. 

Árboles hechos en casa.
Sería imposible, y también absurdo, separar el solsticio de invierno de la celebración de la Navidad. Como dice Alexei Kondratiev, gran maestro de círculos de recuperación de la conciencia y tradición celta: “Todas las costumbres locales pueden y deben usarse en los círculos. Tanto los motivos cristianos como los no cristianos contenidos en las tradiciones, serán de valor para todos, dado que ellos tienen una fuente común, una meta común, y se refuerzan mutuamente. El “espíritu navideño” es más antiguo que la cristiandad, aunque obviamente no pierde ninguna de sus fuerzas en un contexto cristiano”. Los festejos del solsticio / Navidad antiguamente se prolongaban hasta 3 semanas y más tarde, ya en la edad media, se redujeron a los catorce días de Navidad, que concluyen el 6 de enero. 

El nacimiento del Sol es también un renacimiento simbólico del elemento fuego. El árbol
Árboles hechos en casa.
-que siempre ha tenido un simbolismo vinculado al Sol y también al fuego, que es hijo de la madera- tiene un papel protagónico en esta fiesta. Así las cosas el solsticio de invierno se ha celebrado en toda Europa a través del árbol, el cual puede ser tanto el típico Árbol de Navidad -también llamado Árbol de Luz que anuncia con sus regalos los frutos que florecerán en la próxima primavera-, como también el tronco nochebueno que renueva el fuego de los hogares y trae bendiciones para todo el año siguiente. 

La elección de un tronco especial que bendecirá el fuego de nuestro hogar, y prolongará esta bendición a lo largo de todo el año, fue el tema central de la fiesta del solsticio en nuestras tierras. 

El árbol es andrógino y contiene en sí mismo a las dos polaridades, por eso se representaba a Adán y Eva a cada lado del árbol, como también a Innana y Dumuzi en los sellos sumerios.
En su aspecto masculino el tronco fecunda la tierra con su potencia viril. De ahí el Palo-Mayo fertilizador de Bealtaine y, también de ahí, el Árbol de Luz que “sueña” -y por tanto crea- con sus adornos, el futuro Árbol del Palo-Mayo, ya que los rituales del solsticio de invierno están profundamente vinculados a los de Bealtaine de Mayo.

Vestir el Árbol de Navidad debería ser la actividad ritual principal de cada diciembre para los círculos que celebramos la Rueda del Año.
Árboles hechos en casa.

El árbol puede ser natural o de plástico o papel, en cuyo caso servirá para todas las celebraciones anuales de diciembre, y no hace falta que sea muy grande. Los árboles artificiales contribuyen a no dañar a los árboles naturales que se venden para navidad y casi siempre acaban en la basura.

Para la decoración son ideales los típicos adornos brillantes, que hoy en día son baratos y fáciles de conseguir en cualquier tienda de los chinos. Las guirnaldas también son un adorno que da muy buenos resultados.

Otra opción es tener cintas de los tres colores típicos de la fiesta: verde, rojo y dorado. Con ellas cada mujer del círculo puede atar un lazo de cada color en las ramas del árbol, a la vez que pide al árbol 3 deseos, uno por cada lazo. La imprescindible estrella de la parte superior del árbol puede comprarse o hacerse con cartulina dorada. 

Recomiendo no dejar de comprar luces para el árbol y, cuando haya acabado el ritual de vestirlo, colocarlas y encenderlas. Luego apagar la luz y dedicar un rato a la contemplación de la belleza de nuestro pequeño árbol de luz, para poder “soñar” en su compañía con las luces que brillarán en la próxima primavera. Para acompañar este momento podemos poner como música de fondo la canción The spirit of Christmas Past, de Enya, u otra similar.

Colocar al pie del árbol un pequeño niño Jesús, representante del sol que acaba de nacer, sobre un motoncillo de paja o un cojincito hecho a medida, es el broche de oro del ritual. Este niño puede pasarse de mano en mano por cada asistente al círculo, para honrar con unas palabras el renacimiento anual del sol e invocar que nuestra vida también se vea beneficiada con su calor y su luz.

El momento de desmontar el árbol es para la celebracion de Candelaria / Imbolc, cuando la cuarentena del nacimiento del sol se ha cumplido. Hasta entonces el Árbol de Luz es una plegaria de arte y belleza sostenida durante cuarenta días para que esa luz pueda prosperar.

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• "El tejo es el árbol europeo por excelencia"



Jesús: figura metafórica de la fiesta de la recolección de invierno


Resumen del texto del mismo nombre de Francisca Martín-Cano 

Nos cuenta la historiadora Francisca Martín-Cano que cada vez se pone más en evidencia que el mito del nacimiento de Jesús fue tomado de religiones precedentes profundamente arraigadas a la tierra.

Se sabe que en Belén existía un antiguo lugar de culto a la diosa Anath cuyo consorte era Yahvé. El nombre de Belén en esos tiempos era Ephrata o Efratá “la fecunda”; y también Bethelehem “casa del pan”. Esto encierra un dato importante ya que existían comunidades de sacerdotisas que se dedicaban a la panadería, y los lugares donde se hacía el pan fueron templos de la divinidad femenina desde tiempos neolíticos.

La palabra “mesias” en hebreo meschiaf -ungido- se confunde a veces con la palabra latina “Mesías” -de messis: recolectar las frutas, siega, cosecha, recolección de productos de la tierra-. Es importante recordar que la agricultura fue una creación femenina de los inicios del neolítico; y fueron las sacerdotisas las que conservaron los secretos agrícolas hasta que estos les fueron arrebatados durante la instauración patriarcal.

De estas informaciones y de otras más deduce Martín Cano, que la celebración de la navidad y del nacimiento de Jesús de una madre virgen es una metáfora religiosa, heredada de religiones agrícolas anteriores, que celebraban esta fiesta con ocasión de la recolección de la cosecha de invierno.

Los mitólogos cristianos tomaron en sentido literal una idea subyacente en todos los mitos universales: todos los frutos nacen del vientre de la Madre-Tierra-Árbol-Planta que los da a luz.

El nacimiento de Jesús de María virgen, es idéntico al nacimiento del hijo de otras diosas vírgenes. Se refiere a la etapa agrícola de la recolección de la semilla de cereal en la cosecha de invierno para hacer el pan. Por ello Jesús es el salvador que viene a dar de comer a la humanidad anunciado por una estrella.

Esa estrella era la Spica Virgo -Espiga de Virgo- que hace 5.300 años salía al atardecer del 25 de diciembre (luego dejó de ocurrir a esta hora debido a la precesión de los equinoccios). Su aparición en el oriente tras ponerse el Sol anunciaba la fiesta de la recolección invernal que traía al “Mesías” -messis: recolectar cereales para elaborar el pan.

El nacimiento de Jesús sería entonces la renovación de una antigua metáfora religiosa que relata la culminación de la historia de la agricultura. En ella Jesús -al igual que anteriormente Mitra, Buda, Horus, etc.- son identificados con la semilla que ha crecido en el vientre de la madre virgen/tierra, hasta convertirse en fruto.

De esta asociación entre la diosa como planta o árbol que da frutos, nace el ritual que consiste en colgar de los árboles adornos que anuncian los futuros frutos y propician mágicamente que la cosecha sea abundante. También se ofrecían bolas redondas llamadas en Grecia pilae y mania en honor de las diosas madres vírgenes Démeter, Pilágoras y Mania.

Si nos aproximamos al simbolismo cristiano original comprendiéndolo como una religión agrícola, encontraremos que Jesús es “fruto del vientre de una madre virgen” y personifica el pan de cereal. Él mismo lo dice al repartirlo a sus discípulos -“Tomad y comed, éste es mi cuerpo” (Mat, 26, 26).

La eucaristía -en que el pan se come como cuerpo de Cristo-, es heredera de la prehistoria, cuando el alimento era divinizado y se lo comía sintiendo realmente como hijo de la Tierra, y como tal se repartía a trozos entre los fieles en todos los rituales de agradecimiento a la tierra de las fiestas de la cosecha de numerosas religiones en todos los continentes.

También los aztecas realizaban con masa de harina la imagen de Huitzilopochtli, para luego comerla solemnemente.

Otros americanos comían la figura realizada con amaranto y harina de maíz que representaba a la diosa Iztaccihuatl. Los griegos comían en ritos sagrados, panes o tortas de cereales como cuerpo divino: los maniae -panes en honor de la diosa Mania-, el pan talisio -en honor de la diosa Talía-, la torta selena -en honor de la diosa Selene-, o la galaxia -torta de cebada cocida con leche en honor de Galatea diosa de la Leche-. En Roma se comía algo similar en la fiesta Nefrason en honor de Mithra. Las mismas medialunas o cruasanes actuales fueron originalmente ofrendas a la diosa Isis.
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Este texto es un resumen de: MARTÍN-CANO, F. (2003, 2005, 2006 y 2007): Jesús: figura metafórica de la fiesta de «Recolección de invierno». (Actualizado el 26 de diciembre, del 2006). Revista Omnia, Editada por Mensa España, diciembre, No 108, Barcelona, ISSN 1696-6775 | Depósito Legal: B-156552001.
Sobre la autora: Francisca Martín-Cano es ingeniera, psicóloga clínica, escultora y experta en arqueología, antropología, etnografía, mitología, religión y astronomía. Dedica su vida a la labor de divulgación del pasado femenino para contribuir a expandir consciencias que creen un mundo igualitario y en paz.

• Los orígenes chamánicos de Santa Claus


Por Dana Larsen  ::  www.erocx1.blogspot.com.es  ::  Traducido por Marianna

Aunque la mayoría de la gente ve la Navidad como una fiesta cristiana, gran parte de los símbolos e iconos que asociamos con estas celebraciones derivan en realidad de las tradiciones chamánicas de los pueblos tribales de pre-cristianos del norte de Europa. La planta sagrada de estos pueblos fue la seta roja y blanca llamada "Amanita Muscaria." Estas setas ahora se ecuentran con frecuencia en los libros de cuentos de hadas y, por lo general, se asocian con la magia. Esto es debido a que contienen potentes compuestos alucinógenos y fueron utilizadas por los pueblos antiguos para alcanzar experiencias trascendentes. La mayor parte de los elementos de la celebración de la Navidad moderna, como Santa Claus, los árboles de Navidad, el reno mágico y la entrega de regalos, se basan inicialmente en estas tradiciones vinculadas a la cosecha y al consumo de estas setas consideradas sagradas.

El Árbol del Mundo
Estos antiguos pueblos, incluidos los Lapones de la actual Finlandia y las tribus Koyak de las estepas rusas centrales, creían en la idea de un árbol del mundo, considerado como una especie de eje cósmico, en el que los planos del universo eran planos fijos. Las raíces del árbol del mundo se extenderían hacia abajo en el mundo terrenal, su tronco sería la "tierra media" de la existencia cotidiana, y sus ramas alcanzarían hacia arriba el reino celestial. La seta Amanita Muscaria crece sólo en ciertos tipos de árboles, en su mayoría abetos y árboles de hoja perenne y es el fruto de un gran micelio que se extiende debajo del suelo manifestando una relación simbiótica con las raíces del árbol.

Para los pueblos antiguos, estas setas eran literalmente "el fruto del árbol." La Estrella Polar también era considerada sagrada, ya que todas las otras estrellas del cielo giran en torno a su punto fijo. Ellos asociaban la Estrella Polar con el Árbol del Mundo, y a ambos con el eje central del universo. Según ellos creían la parte superior del Árbol del Mundo tocaba la Estrella Polar, y el espíritu del chamán podía ascender por este árbol metafórico, para llegar de esta manera al reino de los dioses. Este es el verdadero significado de la estrella de la parte superior del árbol de navidad moderno, y también la razón de que el "súper-chamán" Santa Claus tenga su hogar en el Polo Norte.

Los pueblos antiguos se asombraban al ver cómo estas setas mágicas surgían de la tierra sin semillas visibles. A su juicio, éste era un “nacimiento virginal" fruto del rocío de la mañana, que consideraban como el semen de la deidad. El oropel de plata que cuelga del moderno árbol de Navidad representaría este líquido divino.

Los Jugos del Reno
Los ingredientes activos de las setas Amanita Muscaria no pueden metabolizarse en el cuerpo, y por lo tanto permanecen activos en la orina que se excreta. De hecho, es más seguro beber la orina de alguien que ha consumido esas setas, que comerlas directamente, ya que muchos de los compuestos tóxicos son procesados ​​y eliminados la primera vez que pasan a través del cuerpo. Por ello era una práctica común entre los pueblos antiguos reciclar los efectos potentes de la seta bebiendo la propia orina. Los ingredientes de la Amanita pueden permanecer potentes incluso después de haber pasado hasta seis veces por el cuerpo humano.

Los renos eran los animales sagrados de la gente seminómada, ya que les proporcionaban alimentos, vivienda y ropa entre otras necesidades. Cómo a los renos también les gustan las Amanitas, las gentes del Norte cuando los veían saltar haciendo cabriolas, sabían que estaban bajo la influencia de la seta y recogían su orina para consumirla y beneficiarse de sus efectos psicodélicos. Al mismo tiempo, también los renos disfrutaban de la orina de un ser humano que hubiera consumido la seta. De hecho, algunos miembros de la tribu transportaban contenedores de piel de foca donde guardaban su propia orina recolectada, que utilizaban para atraer a los renos perdidos. Los efectos de la seta Amanita suelen incluir sensaciones de distorsión tamaño y de vuelo. La sensación de volar podría ser responsable de las leyendas de los renos voladores de Santa Claus.

Santa Claus, super chaman
Aunque la imagen moderna de Santa Claus fue creada en gran parte por el departamento de publicidad de Coca-Cola; en verdad, su apariencia, ropa, gestos y renos le marcan como la reencarnación de estos antiguos chamanes de setas enteógenas. Uno de los efectos secundarios de su ingesta es que la piel y los rasgos faciales adquieren un resplandor rojizo, razón por la cual Santa siempre se muestra con las mejillas y la nariz de color rojo brillante. Incluso el alegre "Ho, ho, ho!" de Santa Claus sería la risa eufórica de quien ha ingerido el hongo mágico.

Santa Claus viste también como un recolector de setas. Cuando llegaba el momento de salir a cosechar las setas mágicas, los antiguos chamanes se vestían con abrigos rojos y blancos de piel y botas negras altas. Estos pueblos vivían en viviendas hechas de abedul y de piel de reno, llamadas "yurtas", con una chimenea para el humo en el centro que a menudo también se utilizaba como entrada. Después de recoger las setas debajo de los árboles sagrados, los chamanes llenaban sus sacos y regresaban a casa. Subían por la chimenea-entrada, y compartían las setas como regalos para los que estaban dentro. La Amanita necesita ser preparada de un modo especial antes de ser consumida para reducir la toxicidad del hongo y aumentar su potencia enteógena. El chamán guiaba al grupo para preparar las setas y colgarlas alrededor del fuego para secarlas. Estos serían los adornos originarios del Árbol de Navidad.

La chimenea era el portal por donde el espíritu del chamán salía del plano físico. El famoso viaje mágico de Santa Claus, en que su trineo lo llevaba alrededor de todo el planeta en una sola noche, se desarrollaba en la "carroza celestial" utilizada por los dioses de la que Santa Claus y otras figuras chamánicas descienden. El carro de Odín, Thor y hasta el del dios egipcio Osiris es ahora conocido como la Osa Mayor, que gira alrededor de la Estrella Polar cada 24 horas. En diferentes versiones populares el carro era tirado por renos o caballos.

San Nicolás es una figura legendaria que supuestamente vivió durante el siglo IV. Su culto se extendió rápidamente y Nicolás se convirtió en el santo patrón de muchos grupos variados, incluidos los jueces, las casas de empeño, criminales, comerciantes, marineros, panaderos, viajeros, pobres y, también, los niños. La mayoría de los historiadores religiosos coinciden en que San Nicolás nunca fue una persona real, sino la versión cristianizada de dioses paganos anteriores.

Las leyendas de San Nicolás se crearon principalmente a partir de historias del dios teutónico "Hold Nickar". Como las antiguas deidades paganas fueron demonizados por la iglesia cristiana, el nombre de Nickar también llegó a ser asociado con Satanás, conocido como "Old Nick". Las tradiciones locales fueron incorporadas en las nuevas fiestas cristianas para que fueran más aceptables para los nuevos conversos. Para estos primeros cristianos del Norte, San Nicolás se convirtió en una especie de "super-chamán" que les recordaba sus propias prácticas culturales chamánicas. Muchas de las imágenes de San Nicolás de estos primeros tiempos lo muestran vestido de rojo y blanco, o de pie delante de un fondo rojo con manchas blancas, el diseño típico de la seta Amanita. San Nicolás también adoptó algunas de las cualidades de la legendaria "Abuela Befana" de Italia, que llenaba las medias de los niños con regalos. Su santuario de Bari, Italia, se convirtió en un santuario dedicado a San Nicolás.

Al conocer mejor las verdades de estas fiestas populares, podemos comprender mejor el mundo moderno, y nuestro lugar en él. Actualmente muchas personas rechazan la Navidad por ser demasiado comercial, alegando que este ritual en realidad una celebración del materialismo y la codicia. Sin embargo, el verdadero espíritu de este festival invernal reside en la celebración de los regalos de la tierra manifestados en las enseñanzas de la fructificación de una seta mágica que les proporcionaba experiencias reveladoras. En lugar de perpetuar mitos obsoletos y confusos, podría ser más satisfactorio  conocer la fuente original de estas celebraciones estacionales y ampliar nuestra visión de las fiestas de la Tierra.

• La noche de San Juan y el solsticio de verano


"Las enseñanzas del Calendario de la antigua Europa pertenecen a la tradición nativa europea y sus ecos sobreviven a través del calendario popular cristiano.
Son el legado que hemos heredado de nuestros ancestros europeos. Guardan, honran y difunden la sabiduría que obtuvieron al vivir en armónica comunión con la Tierra. En su gran sencillez contienen las instrucciones necesarias para relacionarnos sanamente con el entorno y todos sus habitantes. En la actualidad constituyen la base de las celebraciones de la espiritualidad femenina vinculada a la Tierra de las mujeres europeas." Marianna G. Legar - Las fiestas de la Tierra.

Apuntes de Marianna del libro: “Rituales Celtas”. Alexei Kondratiev. Editorial Kier. 1998. Buenos Aries.
“No tenemos ninguna evidencia de fuentes pre cristianas sobre una fiesta celta específica para el solsticio de verano. La celebración del solsticio de verano estuvo completamente eclipsada en sus comienzos por la fiesta de la Tierra que la precedía -el 1º de mayo, Beltane- y muchos de los rituales asociados con el solsticio son claramente rituales de Beltane que se trasladaron a esta fecha. El que la fiesta se haya asentado firmemente en el antiguo calendario celta se debe seguramente a la influencia de romanos y germanos que adoraban el sol.

Sin embargo deberíamos subrayar que aunque actualmente en los grupos neopaganos se insiste en festejar el solsticio en la fecha astronómicamente correcta, la costumbre popular europea ha situado universalmente la fiesta en el día de la celebración de San Juan Bautista, el 24 de junio; y todas las observancias para la mitad del verano se reproducen la noche del 23.

La importancia de la mitad del verano no deriva de ninguna tradición cultural específica, sino de un acontecimiento objetivo del medio ambiente, el cambio de la relación entre la luz y la oscuridad en períodos de 24 horas, y sus efectos universales en los seres humanos. Es por todos sabido que la noche de San Juan es la noche más corta del año y que a partir de entonces, la oscuridad irá ascendiendo acortando los días cada vez más. Por ello el enfoque principal de la celebración se centra en preservar y almacenar tanta luz nutritiva como nos sea posible.

La fiesta también es una preparación para la próxima cosecha y anuncia que se acerca el tiempo en que las fuerzas deberán centrarse en la recolección y conservación de todos los recursos que la tribu ha cultivado en la tierra. Por esta razón esta noche es especialmente importante para la recolección de hierbas sanadoras, cuyo poder será centuplicado por haber sido recogidas en esta ocasión.

Belenos, el dios de la sanación solar, es el patrono celta de todas las plantas con propiedades curativas, las cuales comienzan su principal período de crecimiento en el verano y están maduras para su recolección en el solsticio. Todas estas plantas tienen una asociación sagrada con este dios celta y se cree que nacieron de su carne, siendo en su mayor parte, de tinte amarillento y apariencia solar. La recolección de las hierbas curativas constituye una cosecha en miniatura que garantiza la sanación y prepara ritualmente la cosecha mayor que alimentará a la tribu. Los herbolarios cualificados para identificar y recolectar las plantas medicinales en esta fecha, tal vez pertenecieron originalmente a la casta sacerdotal de los druidas. Por citar sólo algunas de estas plantas sagradas sanadoras mencionaremos la verbena, la artemisa y el hipérico, llamado en inglés hierba de San Juan.

Las fogatas se hallaban en el centro de esta celebración. Estas fogatas se construían circularmente en lugares de importancia ritual, cerca de un pozo sagrado, en un cruce de caminos, en los límites entre las casas de la gente (tribu) y los campos cultivados (tierra), etc. Se encendían en el preciso momento del ocaso y se bendecían para consagrar su poder para la protección de los cultivos que estaban creciendo. Muchas veces se encendían con una espiga que representaba los frutos del sol.

A fin de amplificar los efectos de la energía de las fogatas, que imitaban y alentaban la energía del sol, los jóvenes de la comunidad realizaban juegos ruidosos y temerarios con el fuego, hasta bien entrada la noche. Se tomaban teas de la fogata y se las arrojaba por el aire o se encendían ruedas solares construidas con hierba seca y se las hacían rodar cuesta abajo por pendientes.

Dado que la preocupación mayor de la comunidad era que los cultivos crecieran bien en esta estación, se hacía gran esfuerzo para extender la influencia mágica de la fogata a los campos lindantes. Para lograrlo, a pesar del riesgo, a veces se arrojaban brasas de la hoguera al maíz o, para mayor seguridad, sólo se desparramaban las cenizas sobre los cultivos al día siguiente. A menudo llevaban el fuego en forma de antorchas en procesión por los campos que, una vez acabado el ritual se dejaban arder toda la noche.

A medida que pasaba la noche y las llamas de la fogata se iban consumiendo, los individuos buscaban la bendición para ellos mismos, saltando sobre el fuego. Los que estaban por experimentar cambios importantes en sus vidas, ya sea casamiento, un viaje a tierras lejanas o un nuevo trabajo eran estimulados especialmente a hacer este ritual. Así como la fiesta garantizaba que el sol, en el momento de ingresar en su período menguante, almacenara mágicamente la energía que le aseguraría su supervivencia y retorno, los que saltaban sobre el fuego tomaban esa energía que luego guardarían a modo de protección para cuando tuvieran que enfrentar la oscuridad de la incertidumbre. Mancharse de negro por el tizne de la fogata era augurio de buena suerte.

De todas las fiestas solares del calendario celta, el solsticio de verano era la que más cargada estaba de influencia del Otro Mundo. Se consideraba que ese día la distancia entre ese Otro Mundo y el nuestro se achicaba y hacía propicia la adivinación. Ese acercamiento también facilitaba que seres ajenos a nuestra realidad penetraran en nuestro tiempo y espacio.

Los tres temas centrales de la celebración son pues:
- El tema de la afirmación de la energía del Sol.
- El tema de la cosecha esotérica de las hierbas.
- El tema del fuego protector.”

• El año comienza el 1 de enero por una rebelión celtíbera


Por Alfred López | Cuaderno de Historias – 31 de diciembre de 2012

El hecho de que el año se inicie el 1 de enero no se designó tras un profundo estudio astronómico que determinase que esa era la mejor fecha, sino que fue propiciada gracias una rebelión que tuvo lugar en el año 155 a.C en el asentamiento de Segreda y que acabó en las famosas Guerras Celtibéricas.

Como bien sabemos, los diferentes calendarios por los que nos hemos regido, y el que actualmente utilizamos, se diseñaron con el propósito de ajustar, corregir y eliminar los desfases existentes en la medición del tiempo.

En el antiguo Calendario Romano el año se iniciaba a principios del mes de marzo (Martius, en honor a Marte, Dios de la Guerra). Este mes también traía consigo la llegada de las siembras y al que seguía un periodo de prosperidad, acompañada de la entrada de la primavera.

Esto propiciaba que, tras iniciarse el año, el 15 de marzo (conocido como el Idus de marzo) fuese el día escogido para elegir a los representantes y administradores del Estado (senadores, cónsules, etc..) pero, sobre todo, para tomar todas aquellas grandes decisiones referentes a las guerras e intervenciones que la República Romana estaba desplegando por aquel entonces.

Durante la Primera Guerra Celtíbera (181-179 a.C.), se firmó un tratado en el que se prohibía fundar nuevas ciudades fortificadas, pero esto no sirvió de excusa para que los pobladores de Segeda quisieran levantar una muralla que rodease el oppidum y cuyo perímetro tenía 7,5 kilómetros.

Dicho asentamiento se encontraba en la zona geográfica en donde hoy en día está la zaragozana población de Mara, muy próxima a Calatayud.

El gobierno de Roma tras conocer la noticia debía intervenir en el asunto y mandar con la mayor premura posible un importante contingente de hombres que repeliesen y frenasen lo que consideraban una intolerable insurrección.

Pero se encontraron con un inconveniente para llevar a cabo dicha represión bélica: estaban en pleno invierno y faltaban varios meses para el Idus de marzo y con ello la fecha en la que se decidía todos los asuntos de Estado y guerra.

Si esperaban a marzo, entre que se aprobaba, se reunía a los soldados que formarían el ejército (30.000 miembros, jinetes y tropas auxiliares) y se enviaban hasta allí, se encontrarían de nuevo en pleno invierno, el gran enemigo de los ejércitos atacantes en cualquier guerra (tal y como ha demostrado la Historia posteriormente).

Para llevar a cabo todo el plan de ataque, éste debería producirse en época estival, por lo que esto llevó a realizar un estratégico cambio en el calendario por el que hasta entonces se regían, decidiendo adelantar el inicio del año a enero (Ianuarius, en honor al Dios Jano).

Y hecha la ley, hecha la trampa… Roma adelantó tres meses en su calendario el año nuevo, propiciando la toma de decisiones y el traslado del importante contingente que se envió, iniciándose de este modo la Segunda Guerra Celtibérica.

Los belos, pobladores de Segeda, ante el ataque romano huyeron hacia el enclave de los arévacos, en el asentamiento de Numancia, donde se refugiaron y unieron fuerzas para encararse al enemigo romano en la famosa y épica Guerra Numantina.

Hoy en día, dos mil años después de lo acontecido con nuestros antepasados celtíberos, les debemos a ellos que, a causa de una decisión por pura estrategia militar, celebremos el inicio del año cada 1 de enero.