Nos
cuenta la historiadora Francisca Martín-Cano que cada vez se pone más en
evidencia que el mito del nacimiento de Jesús fue tomado de religiones
precedentes profundamente arraigadas a la tierra.
Se
sabe que en Belén existía un antiguo lugar de culto a la diosa Anath cuyo
consorte era Yahvé. El nombre de Belén en esos tiempos era Ephrata o Efratá “la
fecunda”; y también Bethelehem “casa del pan”. Esto encierra un dato importante
ya que existían comunidades de sacerdotisas que se dedicaban a la panadería, y
los lugares donde se hacía el pan fueron templos de la divinidad femenina desde
tiempos neolíticos.
La
palabra “mesias” en hebreo meschiaf -ungido- se confunde a veces con la palabra
latina “Mesías” -de messis: recolectar las frutas, siega, cosecha, recolección
de productos de la tierra-. Es importante recordar que la agricultura fue una
creación femenina de los inicios del neolítico; y fueron las sacerdotisas las
que conservaron los secretos agrícolas hasta que estos les fueron arrebatados
durante la instauración patriarcal.
De
estas informaciones y de otras más deduce Martín Cano, que la celebración de la
navidad y del nacimiento de Jesús de una madre virgen es una metáfora
religiosa, heredada de religiones agrícolas anteriores, que celebraban esta
fiesta con ocasión de la recolección de la cosecha de invierno.
Los
mitólogos cristianos tomaron en sentido literal una idea subyacente en todos los
mitos universales: todos los frutos nacen del vientre de la Madre-Tierra-Árbol-Planta
que los da a luz.
El
nacimiento de Jesús de María virgen, es idéntico al nacimiento del hijo de
otras diosas vírgenes. Se refiere a la etapa agrícola de la recolección de la
semilla de cereal en la cosecha de invierno para hacer el pan. Por ello Jesús
es el salvador que viene a dar de comer a la humanidad anunciado por una
estrella.
Esa
estrella era la Spica Virgo -Espiga de Virgo- que hace 5.300 años salía al
atardecer del 25 de diciembre (luego dejó de ocurrir a esta hora debido a la
precesión de los equinoccios). Su aparición en el oriente tras ponerse el Sol
anunciaba la fiesta de la recolección invernal que traía al “Mesías” -messis:
recolectar cereales para elaborar el pan.
El
nacimiento de Jesús sería entonces la renovación de una antigua metáfora
religiosa que relata la culminación de la historia de la agricultura. En ella
Jesús -al igual que anteriormente Mitra, Buda, Horus, etc.- son identificados
con la semilla que ha crecido en el vientre de la madre virgen/tierra, hasta
convertirse en fruto.
De
esta asociación entre la diosa como planta o árbol que da frutos, nace el
ritual que consiste en colgar de los árboles adornos que anuncian los futuros
frutos y propician mágicamente que la cosecha sea abundante. También se ofrecían
bolas redondas llamadas en Grecia pilae y mania en honor de las diosas madres vírgenes
Démeter, Pilágoras y Mania.
Si nos
aproximamos al simbolismo cristiano original comprendiéndolo como una religión
agrícola, encontraremos que Jesús es “fruto del vientre de una madre virgen” y
personifica el pan de cereal. Él mismo lo dice al repartirlo a sus discípulos -“Tomad
y comed, éste es mi cuerpo” (Mat, 26, 26).
La
eucaristía -en que el pan se come como cuerpo de Cristo-, es heredera de la
prehistoria, cuando el alimento era divinizado y se lo comía sintiendo
realmente como hijo de la Tierra, y como tal se repartía a trozos entre los
fieles en todos los rituales de agradecimiento a la tierra de las fiestas de la
cosecha de numerosas religiones en todos los continentes.
También
los aztecas realizaban con masa de harina la imagen de Huitzilopochtli, para
luego comerla solemnemente.
Otros
americanos comían la figura realizada con amaranto y harina de maíz que
representaba a la diosa Iztaccihuatl. Los griegos comían en ritos sagrados,
panes o tortas de cereales como cuerpo divino: los maniae -panes en honor de la
diosa Mania-, el pan talisio -en honor de la diosa Talía-, la torta selena -en
honor de la diosa Selene-, o la galaxia -torta de cebada cocida con leche en
honor de Galatea diosa de la Leche-. En Roma se comía algo similar en la fiesta
Nefrason en honor de Mithra. Las mismas medialunas o cruasanes actuales fueron
originalmente ofrendas a la diosa Isis.
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Este texto es un resumen de: MARTÍN-CANO, F. (2003, 2005, 2006 y 2007): Jesús: figura metafórica de la fiesta de «Recolección
de invierno». (Actualizado el 26 de diciembre, del 2006). Revista Omnia,
Editada por Mensa España, diciembre, No 108, Barcelona, ISSN 1696-6775 | Depósito
Legal: B-156552001.
Sobre
la autora: Francisca Martín-Cano es ingeniera, psicóloga clínica, escultora y
experta en arqueología, antropología, etnografía, mitología, religión y
astronomía. Dedica su vida a la labor de divulgación del pasado femenino para
contribuir a expandir consciencias que creen un mundo igualitario y en paz.