"Las enseñanzas del Calendario de la antigua Europa pertenecen a la tradición nativa europea y sus ecos sobreviven a través del calendario popular cristiano.
Son el legado que hemos heredado de nuestros ancestros europeos. Guardan, honran y difunden la sabiduría que obtuvieron al vivir en armónica comunión con la Tierra. En su gran sencillez contienen las instrucciones necesarias para relacionarnos sanamente con el entorno y todos sus habitantes. En la actualidad constituyen la base de las celebraciones de la espiritualidad femenina vinculada a la Tierra de las mujeres europeas." Marianna G. Legar - Las fiestas de la Tierra.
Apuntes de Marianna del libro: “Rituales Celtas”. Alexei Kondratiev. Editorial Kier. 1998. Buenos Aries.
“No tenemos ninguna evidencia de fuentes pre cristianas sobre una fiesta celta específica para el solsticio de verano. La celebración del solsticio de verano estuvo completamente eclipsada en sus comienzos por la fiesta de la Tierra que la precedía -el 1º de mayo, Beltane- y muchos de los rituales asociados con el solsticio son claramente rituales de Beltane que se trasladaron a esta fecha. El que la fiesta se haya asentado firmemente en el antiguo calendario celta se debe seguramente a la influencia de romanos y germanos que adoraban el sol.
Sin embargo deberíamos subrayar que aunque actualmente en los grupos neopaganos se insiste en festejar el solsticio en la fecha astronómicamente correcta, la costumbre popular europea ha situado universalmente la fiesta en el día de la celebración de San Juan Bautista, el 24 de junio; y todas las observancias para la mitad del verano se reproducen la noche del 23.
La importancia de la mitad del verano no deriva de ninguna tradición cultural específica, sino de un acontecimiento objetivo del medio ambiente, el cambio de la relación entre la luz y la oscuridad en períodos de 24 horas, y sus efectos universales en los seres humanos. Es por todos sabido que la noche de San Juan es la noche más corta del año y que a partir de entonces, la oscuridad irá ascendiendo acortando los días cada vez más. Por ello el enfoque principal de la celebración se centra en preservar y almacenar tanta luz nutritiva como nos sea posible.
La fiesta también es una preparación para la próxima cosecha y anuncia que se acerca el tiempo en que las fuerzas deberán centrarse en la recolección y conservación de todos los recursos que la tribu ha cultivado en la tierra. Por esta razón esta noche es especialmente importante para la recolección de hierbas sanadoras, cuyo poder será centuplicado por haber sido recogidas en esta ocasión.
Belenos, el dios de la sanación solar, es el patrono celta de todas las plantas con propiedades curativas, las cuales comienzan su principal período de crecimiento en el verano y están maduras para su recolección en el solsticio. Todas estas plantas tienen una asociación sagrada con este dios celta y se cree que nacieron de su carne, siendo en su mayor parte, de tinte amarillento y apariencia solar. La recolección de las hierbas curativas constituye una cosecha en miniatura que garantiza la sanación y prepara ritualmente la cosecha mayor que alimentará a la tribu. Los herbolarios cualificados para identificar y recolectar las plantas medicinales en esta fecha, tal vez pertenecieron originalmente a la casta sacerdotal de los druidas. Por citar sólo algunas de estas plantas sagradas sanadoras mencionaremos la verbena, la artemisa y el hipérico, llamado en inglés hierba de San Juan.
Las fogatas se hallaban en el centro de esta celebración. Estas fogatas se construían circularmente en lugares de importancia ritual, cerca de un pozo sagrado, en un cruce de caminos, en los límites entre las casas de la gente (tribu) y los campos cultivados (tierra), etc. Se encendían en el preciso momento del ocaso y se bendecían para consagrar su poder para la protección de los cultivos que estaban creciendo. Muchas veces se encendían con una espiga que representaba los frutos del sol.
A fin de amplificar los efectos de la energía de las fogatas, que imitaban y alentaban la energía del sol, los jóvenes de la comunidad realizaban juegos ruidosos y temerarios con el fuego, hasta bien entrada la noche. Se tomaban teas de la fogata y se las arrojaba por el aire o se encendían ruedas solares construidas con hierba seca y se las hacían rodar cuesta abajo por pendientes.
Dado que la preocupación mayor de la comunidad era que los cultivos crecieran bien en esta estación, se hacía gran esfuerzo para extender la influencia mágica de la fogata a los campos lindantes. Para lograrlo, a pesar del riesgo, a veces se arrojaban brasas de la hoguera al maíz o, para mayor seguridad, sólo se desparramaban las cenizas sobre los cultivos al día siguiente. A menudo llevaban el fuego en forma de antorchas en procesión por los campos que, una vez acabado el ritual se dejaban arder toda la noche.
A medida que pasaba la noche y las llamas de la fogata se iban consumiendo, los individuos buscaban la bendición para ellos mismos, saltando sobre el fuego. Los que estaban por experimentar cambios importantes en sus vidas, ya sea casamiento, un viaje a tierras lejanas o un nuevo trabajo eran estimulados especialmente a hacer este ritual. Así como la fiesta garantizaba que el sol, en el momento de ingresar en su período menguante, almacenara mágicamente la energía que le aseguraría su supervivencia y retorno, los que saltaban sobre el fuego tomaban esa energía que luego guardarían a modo de protección para cuando tuvieran que enfrentar la oscuridad de la incertidumbre. Mancharse de negro por el tizne de la fogata era augurio de buena suerte.
De todas las fiestas solares del calendario celta, el solsticio de verano era la que más cargada estaba de influencia del Otro Mundo. Se consideraba que ese día la distancia entre ese Otro Mundo y el nuestro se achicaba y hacía propicia la adivinación. Ese acercamiento también facilitaba que seres ajenos a nuestra realidad penetraran en nuestro tiempo y espacio.
Los tres temas centrales de la celebración son pues:
- El tema de la afirmación de la energía del Sol.
- El tema de la cosecha esotérica de las hierbas.
- El tema del fuego protector.”