¡Libertad para Suu Kyi!
La premio Nobel de la Paz y líder de la oposición de Myanmar (ex Birmania), Aung San Suu Kyi, que se encuentra bajo arresto domiciliario desde más de una década, apareció ayer en público por primera vez en cuatro años, en el marco de las protestas contra la Junta Militar que protagonizan monjes budistas.
Alrededor de 1.000 monjes se congregaron ayer ante la casa de la opositora en la capital del país Rangún. Suu Kyi, de 62 años, apreció entonces en la puerta, con lágrimas en los ojos y repitiendo “Sadhu, sadhu” (”bien hecho”), informaron testigos presenciales.
Los monjes budistas, muy respetados en el país, se lanzan a las calles cada día desde hace una semana para protestar contra el drástico encarecimiento de la gasolina y el gas, pero los actos han derivado en manifestaciones abiertamente contra el régimen militar que gobierna el país.
El gobierno declaró anoche el toque de queda y desplegó tropas en varias ciudades del país para acabar con las movilizaciones que, encabezadas por los monjes, se han repetido a diario desde el 17 de septiembre. A pesar de las medidas, los bonzos volvieron a salir hoy en Rangún para encabezar una nueva marcha pacífica, pero los cuerpos de seguridad cargaron contra ellos, con el resultado de al menos un muerto y una veintena de heridos, según declaraciones de testigos a la radio birmana.
Mientras transcurría la marcha se divulgó la noticia de que Suu Kyi, quien estaba sometida a arresto domiciliario desde 2003, había sido ingresada en la prisión de alta seguridad de Insein, en las afueras de Rangún.
Aung San Suu Kyi
Aung San Suu Kyi es la figura emblemática de la oposición birmana contra la dictadura militar que ocupa el poder a partir de 1962. Nacida en Rangún, el 19 de junio de 1945, es hija de Aung San, héroe nacional que firmó en 1947 el tratado de independencia con el Gobierno británico antes de ser asesinado.
Tras diplomarse en Oxford, trabajar en la Secretaría de las Naciones Unidas y ser profesora en la India, Aung San Suu Kyi regresó a Birmania en 1988 y participó en el "segundo combate en pro de la independencia nacional". Este combate se inspiró en el ejemplo pacífico de Gandhi y en su fe budista, que le llevó a propugnar una "revolución del espíritu que se manifiesta mediante el reconocimiento de la necesidad del diálogo y la compasión por los más humildes".
Recibió sucesivamente el Premio Thorolf Rafto de defensa de los derechos humanos y el Premio Sajarov de libertad de pensamiento.
Reconocida como prisionera de conciencia por Amnistía Internacional, recibió en 1991 el Premio Nobel de la Paz y en 1992 el Premio Simón Bolívar.
La dictadura que gobierna Birmania desde hace décadas la ha invitado a exiliarse numerosas veces, intentando presionarla con el elemento de la separación familiar, como una manera rápida de deshacerse de ella. Un capítulo de esta táctica de acoso psicológico sucedió cuando su esposo, Michael Aris, murió de cáncer de próstata en marzo de 1999 sin poder volver a ver a su mujer esperando la visa que el Gobierno birmano nunca le concedió. Suu Kyi no aceptó nunca la opción del exilio prefiriendo permanecer al lado de su pueblo en lucha por “lo justo y lo sabio”; por lo cual ha pasado en prisión la mayor parte de los últimos 17 años y nadie puede verla a excepción de su médico.
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