• Las enfermeras son ángeles que nos salvan la vida

Entrevista a Elisabeth G. Iborra, periodista
POR VÍCTOR AMELA - 06/02/2008- LA CONTRA - LA VANGUARDIA - BARCELONA

En un hospital se sustancia cada día la tragicomedia de la vida y la muerte, que pasa por las manos de las enfermeras. Sin ellas no funcionaría la sanidad pública. Ellas actualizan día a día esa pulsión del genoma humano que consiste en ayudar al enfermo. Y se topan con misterios como el del paciente en coma que, al volver en sí, les dice: "Gracias por hablarme aquel día, gracias por enjabonarme aquel otro...". Cosas que las enfermeras han contado a esta periodista, y ella ha recogido en el libro "Anécdotas de enfermeras" (Editorial Styria), que nos recuerda lo poco reconocida que está la labor de estas personas, cuyo mejor aliado es un indesmayable sentido del humor ante la tragicomedia de la existencia.

- Tengo 31 años. Nací en Zaragoza, estudié en Bilbao y vivo en Barcelona. Soy periodista free lance. Estoy soltera: ¡mejor sola que mal acompañada! No tengo hijos. ¿Política? Soy progresista crítica. Soy atea perdida. No valoramos lo suficiente a nuestras enfermeras

-¿Cuántas enfermeras hay en España?
-Unas 400.000. También hay enfermeros, pero la gran mayoría en esta profesión son mujeres.

-Y con un trabajo difícil, ¿eh?
-Sí, sobre todo en los grandes hospitales, y más en los turnos de noche. Ellas son los ángeles que nos salvan la vida.

-Ha hablado usted con ellas...
-Sí, con enfermeras de toda España, que me han contado cosas increíbles que son el pan de cada día… Situaciones extremas.

-Adelánteme una.
-Muchos enfermos llegan sin haberse aseado en muchísimo tiempo, y al desnudarlos desprenden un hedor que provoca arcadas.

-Yo no podría hacer ese trabajo.
-Ni yo. Por eso me he dedicado a entrevistarlas, para entenderlas… La mayoría coincide en un anhelo de ayudar, de dedicación a los demás, en una vocación de servicio que orientó hacia la sanidad. La que no es vocacional acaba pasándolo mal...

-¿Hay muchas bajas?
-La mayoría de nuestras enfermeras se sienten infravaloradas, poco consideradas socialmente, exiguamente pagadas y mal tratadas laboralmente. Por eso hay fugas.

-¿Fugas?
-Sobre todo hacia Francia y Gran Bretaña, donde las enfermeras españolas están muy bien consideradas. Allí consiguen contratos decentes y acumulan años de experiencia.

-¿Qué situación es la más dura que le han contado?
-Me escalofría el caso de una anoréxica que llegó a pesar 20 kilos. Perdió la melanina y me contó la enfermera, Sonia, que llegaban a transparentársele los órganos internos... Se quedó sin musculatura, incluida la del ano, de tal modo que un día, en el váter, al defecar, ¡se le salieron cuatro metros de intestino! Y Sonia volvió a metérselo en el cuerpo con sus manos, poco a poco...

-Cambiemos de tema.
-Las enfermeras afrontan situaciones terribles, y otras bastantes chuscas...

-Chuscas en qué sentido?
-En la planta de cirugía del Clínic de Barcelona hay un museíto de objetos extraídos de vaginas y anos... Velas, botellas, un mazo de mortero, un rosario... Un día llegaron un chico y una chica con erosiones en los genitales...porque, como preservativo, ¡el chico se había envuelto el pene en papel de plata!

-De risa, si no diera pena.
-Hay más ignorancia de lo que sospechamos. Una enfermera me contaba que algunos pacientes le preguntan ¡si pueden tomarse los supositorios con pan! Lo peor es que las enfermeras son increpadas o insultadas a menudo por pacientes o familiares de pacientes.

-¿Por qué?
-Porque en cuanto entramos en un hospital nos volvemos muy egocéntricos y exigimos que estén únicamente por nosotros...

-En las teleseries hay pacientes que se enamoran de enfermeras. ¿Eso pasa?
-El enfermo se siente desamparado y ve en la enfermera su ángel salvador. Es normal. Le pasó a Mara, una enfermera que me contaba que oyó a uno de sus pacientes de 80 años decirle a otro: "Tengo unos ahorros, le propondré casarse conmigo".

-¿Y qué hizo ella?
-Le dijo: "Me dedicaré a ti toda la vida". Y él se asustó: "Bueno, aúnno he hablado con mis hijos, vayamos poco a poco...", ja, ja...

-Tienen que ser un poco psicólogas...
-Y tener sentido común: el hospital ingresó en una misma habitación a dos heridos por una pelea callejera. Y las enfermeras cambiaron a uno de ellos justo antes de que volvieran a liarse a tortas en la habitación...
-Convivir con el dolor ¿no acaba por insensibilizar a las enfermeras?
-No, pero sí aprenden con el tiempo a no llevarse el dolor de los demás a casa, porque llevárselo no ayuda a nadie. Son personas abnegadas con un trabajo que pide sensibilidad. Lo que sí desarrollan es un gran sentido del humor...

-¿Negro?
-Una pantalla de protección. Ríen para protegerse. No todo va a ser dolor en un hospital... A un paciente le dejaron en un vaso la piedra del riñón que acababan de extraerle... ¡y se la tragó, creyendo que era una gragea que debía tomarse! Esto tiene su gracia.
-También habrá enfermeras bordes...
-En todas partes hay alguien que hace mal su trabajo.

-¿Qué ha aprendido entrevistando a enfermeras?
-Que la gente está muy mal. Más de una enfermera me ha contado su asombro cuando hay parejas que le explican que intentan copular ¡por el ombligo de la mujer!, convencidos de que es por ahí...

-¿Las enfermeras también lloran?
-Me contaba una enfermera catalana que un paciente de cáncer, tras siete meses de cuidados en el hospital, le dijo: "Adiós, Cecilia, me despido de ti, mañana no te veré". Y le regaló una rosa roja, al día siguiente era Sant Jordi... Y al día siguiente murió. Cecilia lloró lo suyo...

-Es que es natural, se encariñan de los pacientes...
-Cada año, por Sant Jordi, la familia de aquel paciente le regala a Cecilia una rosa roja.

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