Por
Marianna de Arboleda de Gaia - www.mujergaiatica.blogspot.com
Un círculo
de mujeres es un espacio gratuito de cultivo de lo femenino. Un ámbito neutral y seguro
donde las mujeres nos re-unimos para compartir nuestra esencia, redescubriéndola
y actualizándola.
No nos
sentamos al modo jerárquico en que alguien habla al frente y el resto mira sólo
en esa dirección, sin poder ver el rostro de todos los participantes ni
escuchar sus palabras. Nos sentamos en círculo para recordar que todas tenemos
derecho a ser vistas y escuchadas. Las mujeres nos re-unimos en círculos para
recordar quienes somos y aprender entre mujeres acerca de lo femenino.
Los círculos
de mujeres tienen un fuego simbólico en el centro constituido por el profundo
anhelo de los corazones femeninos de que todos los seres tengan casa, comida,
sustento, dignidad, salud, libertad y paz; y vivan en comunión con la madre
Tierra.
Cada círculo
de mujeres es un embrión que hace visible el poder de las madres, de las hijas,
de las hermanas; de las esposas, de las abuelas; de las amantes, de las amigas.
Son un lugar donde aprender a confiar en nosotras mismas y en nuestra manera de
entender el mundo. Un manantial donde abrevar para recobrar fuerza y aliento.
Un espacio donde encontrar verdadero apoyo para llevar adelante ideas y proyectos.
Nuestros
círculos tienen el propósito de contribuir a que las mujeres reconecten con su
naturaleza cíclica, por ello se convocan en sincronía con la luna nueva,
momento del comienzo del ciclo.
Como
mujeres de la Península Ibérica las mujeres de Arboleda de Gaia seguimos en nuestros
círculos el calendario de la Tierra de la Antigua Europa y nos nutrimos con sus
símbolos, leyendas y actividades. Así experimentamos que los ciclos de la vida
femenina corren paralelos a los de la Luna y la Tierra. Eso nos ayuda a
recordar quienes somos para sanar y crecer en nuestra esencia.
Los círculos
son así, un espacio para levantar y resignificar las tradiciones de nuestras
abuelas antiguas, para celebrar a la Madre Tierra y para estudiar y difundir la
historia oculta de las mujeres. Un espacio de desprogramación del paradigma
de opresión patriarcal que rige nuestra cultura desde hace más de 5000 años. Un ámbito de sanación de la devastación femenina que las jerarquías
patriarcales han propiciado para mantener su poder.
Son
una cuna que mece lo femenino y un espacio ceremonial para cumplirle a la
Tierra difundiendo la celebración de sus fiestas. A ella tomamos como maestra y
le dedicamos todo nuestro trabajo.
La rueda de palabra
En el
círculo, la atención y la escucha devienen poderosas herramientas de sanación
cuando abrimos la Rueda de Palabra.
Esta
práctica, recibida como legado de las tradiciones nativas americanas, es la más
sagrada de las herramientas que utilizamos ya que construye el equilibrio
horizontal del círculo y es también la fuente primordial de la sanación
circular.
Cualquier
actividad que el círculo realice, está destinada a dar sus frutos en la Rueda
de Palabra. Con las meditaciones, charlas, rituales u otras actividades lo que
hacemos es ofrecer información que movilice experiencias, emociones y símbolos
activadores de la energía femenina. En la Rueda de Palabra cada mujer sintetiza
en palabras su experiencia, para hacer consciente la vivencia interior que
pueda haber experimentado.
Ni la
rueda de palabra es una charla entre amigas, ni el círculo de mujeres es un círculo
de amigas. NO es la amistad lo que nos vincula en el círculo, sino el propósito
de honrar la inmensidad de manifestaciones del sagrado femenino a través de
cada mujer y el despertar de todas nuestras hermanas. Ese propósito lo
compartimos con muchísimas mujeres que hoy están siendo llamadas por la Tierra,
y es ingenuo pensar que seremos amigas de todas.
La
amistad personal deviene de una afinidad electiva basada en la simpatía, que es
la atracción hacia aquellas personas que son como nosotros. Sin embargo el
paradigma relacional del círculo no se basa en la simpatía o la antipatía, sino
en la EMPATÍA, que es la capacidad de ponernos en el lugar de otra persona, más
allá de que esa persona nos guste o no. Por ello el círculo no es un espacio de
amistad, sino un lugar para ejercitar la aceptación de la diversidad en aras de
nuestro propósito común. Así podemos crear un espacio de sororidad donde
reconocemos a toda mujer como nuestra hermana, más allá de que nos guste o no.
La
palabra (el discurso) que ofrecemos en la Rueda es, en realidad, un soliloquio,
una reflexión en voz alta en la que no hay lugar a respuesta de ningún tipo. No
ha lugar aquí a ningún comentario, sugerencia ni consejo.
Quien
que habla comparte su verdad interior, sus sentimientos, su realidad o lo que
desee expresar en ese instante. En ese momento el espacio y el tiempo le
pertenecen por completo, y todas la escuchan. Ella habla desde el fondo de su
corazón expresando su verdad y sus preocupaciones. Las otras escuchan con todas
las células de su cuerpo. No juzgan, no interrumpen y no opinan. Lo que esa
mujer dice no se comenta y, cuando ella ha acabado, habla la siguiente.
Y es
así cuando, desde la escucha sin juicio, comienzan los milagros que nos descubren
que cada mujer -en su carisma y en su etapa vital, en su experiencia y en sus
heridas-, siendo única, es igual a todas. El círculo de mujeres deviene así un círculo
de espejos donde cada mujer nos refleja la certeza de que todas somos una, y
todas albergamos la profunda necesidad de que el modo femenino de vivir las
cosas pueda hacer su aportación en este mundo sufriente al borde del colapso.
(Continuará…)