En esta tumba fue sepultado el cuerpo de la indígena más vieja de la tribu nómada de los Nukak. Foto: Guillermo Herrera para EL TIEMPO
Ewapa de 76 años, la mujer más antigua de la tribu de los Nukak , falleció de paludismo y desnutrición. Dicen que se había resistido a vivir lejos de la selva y no comía los alimentos que le enviaban.
En la tumba 089 del cementerio El Paraíso, de San José del Guaviare, con dos flores de plástico a lado y lado, descansa en paz Ewapa, la más anciana de las mujeres de los indígenas nukak.
En la tumba 089 del cementerio El Paraíso, de San José del Guaviare, con dos flores de plástico a lado y lado, descansa en paz Ewapa, la más anciana de las mujeres de los indígenas nukak.
A sus 76 años y después de haber recorrido cientos de veces la espesura de la selva, no soportó tener que traicionar su esencia nómada y quedarse acostada en una hamaca en el resguardo de Aguabonita, la reserva indígena situada a unos 30 minutos de la capital del Guaviare, donde se refugian los indígenas que han sido espantados por el conflicto de su selva.
"Estaba muy flaquita. No comía. Casi no hablaba, a pesar de que hacía cuatro años vivía aquí", comenta Esneider Nukak, el joven traductor del grupo del resguardo.
El sábado, a las 3 de la mañana, en el hospital departamental de San José, dejó de luchar. En realidad ya hacía rato que lo había dejado de hacer al negarse a consumir las remesas que la Alcaldía, la Gobernación o Acción Social les manda.
El parte médico indicó que su deceso se produjo por paludismo y desnutrición. "Es una situación muy compleja para su cultura porque ellos están acostumbrados a comer frutos de la selva y a cazar. Solo los más jóvenes comen enlatados y los granos que se les mandan porque los demás no se han acostumbrado", explicó Jaime Cuesta, secretario de Salud del Guaviare, que agregó que a pesar de que se logró estabilizar, Ewapa no tenía suficientes anticuerpos por la alta desnutrición que tenía.
Mientras tanto, en Aguabonita, Eiobany, uno de los hijos de la indígena, recostado en su hamaca, le grita a la selva que le devuelva la mujer que le dio la vida. "Es el dolor que se siente en la garganta y en el corazón lo que nos hace cantar. Eiobany les pide a los árboles que le hagan regresar a sus otros familiares que se encuentran en la selva para enterarlos de la muerte de su madre", explica Esneider.
"Hemos tenido que cuidar a Eiobany porque quiere barbasquiarse, agregó. Barbasquiarse es una práctica antigua mediante la cual el nukak, impulsado por un gran dolor o una gran vergüenza, se interna en la selva y combina varias hierbas venenosas y se las toma. "Así lo hizo mi hermano Belisario hace 15 meses", dijo Esneider.
"Hemos tenido que cuidar a Eiobany porque quiere barbasquiarse, agregó. Barbasquiarse es una práctica antigua mediante la cual el nukak, impulsado por un gran dolor o una gran vergüenza, se interna en la selva y combina varias hierbas venenosas y se las toma. "Así lo hizo mi hermano Belisario hace 15 meses", dijo Esneider.
Ewapa dejó una hija en Charras, el sitio más selvático donde permanecen, y ahora ruegan para que algún día, en una de sus correrías, pase por Aguabonita y puedan contarle la mala noticia. "Eiobany les pide a los árboles que le hagan regresar a sus otros familiares que se encuentran en la selva para enterarlos de la muerte de su madre".