Entrevista
de Victor Amela a Joan Garriga, psicoterapeuta gestáltico, especializado en
relaciones de pareja - Extraído de La Vanguardia LA CONTRA del 14/03/2013.
“Yo soy yo y tú eres tú. No estoy en el mundo
para colmar tus expectativas, ni tú estás en el mundo para colmar las mías. Yo
estoy para ser yo mismo y vivir mi vida, tú estás para ser tú mismo y vivir tu
vida. Si nos encontramos, ¡será hermoso! Si no nos encontramos, nada habrá que
hacer”. Es el pensamiento de Fritz Perls
-creador de la terapia Gestalt- al respecto de la relación amorosa de pareja,
que Joan Garriga ha aplicado a miles de parejas desde que cofundó hace 26 años
el Institut Gestalt (www.institutgestalt.com) de Barcelona,
especializado en gestalt, PNL y Constelaciones Familiares. Garriga ha resumido
su experiencia en El buen amor en la pareja (Destino).
Tengo 55 años. Nací en Bellpuig (Lleida) y vivo
en Barcelona. Soy psicólogo. Tengo dos hijos, Aram (33) y Tomàs (17) de dos
matrimonios. . . que acabaron en divorcio. ¿Política? ¡Espiritualidad al poder!
¿Creencias? “Dios es más que yo mismo”, como decía san Agustín.
Necesitamos pareja?
Anhelamos un vínculo que
nos reporte pertenencia, intimidad, sexualidad y crecimiento.
¿Y la pareja nos lo da?
Sí, pero hoy queremos que
la pareja sirva al yo…, y eso lo complica todo.
¿Puedo ser feliz sin
pareja?
Sí: conozco a un monje
feliz, sin sexo, pero con pertenencia, intimidad y crecimiento.
¿Y usted?
Me casé, me divorcié. Volví
a casarme, aposté fuerte…, y volví a divorciarme. Luego tuve una pareja muy
amorosa con la que no convivía… ¡y fue mi mejor relación!
¿Y qué sucedió?
Que a los siete años, ella
quiso un hijo conmigo…, y yo no: motivo de ruptura segura.
¿Y hoy, qué tal anda?
Tengo amor, aunque sin
vivir en pareja.
¿Mejor solo que mal
acompañado?
Sí…, ¡pero casi todo el
mundo prefiere mal acompañado! Solemos preferir algún vínculo…, ¡aunque
sea de mal amor!
¿Qué hacer para tener buen
amor?
Hay cuatro etapas. Primera,
enamoramiento: “Me mueves mucho…, pero te
veo poco”. Segunda, relación: “Ya te
veo mejor, ¡y aun así te elijo para caminar juntos!”.
Tercera.
Compromiso: “Estamos creando algo más importante que
nuestras familias de origen y parejas anteriores”.
¿Y cuarta?
Entrega: “¡Te quiero a ti y a lo que a ti te dirige!”.
Este es ya un amor muy desarrollado…
¿Por qué?
Es el deseo espontáneo de
que el otro sea feliz. ¡Eres feliz en la plenitud del otro!
Palabras mayores, ¿no?
¡Sí! Entre tanto, importa
que sepamos esto: nadie, ¡nadie!, puede hacerte feliz. Y que nadie, ¡nadie!,
puede hacerte infeliz.
¿Entonces…?
Tu felicidad sólo depende
de tu conexión íntima con tu ser interior.
¿Y de qué depende esa
conexión?
De estar en paz con tus
figuras paternas y familiares para no cargar con nudos… que luego pretenderás
ventilar en la pareja.
¿Eso pasa?
Una pareja no son dos
personas: son dos sistemas familiares que se encuentran.
¿Qué coste y beneficio
tiene la pareja?
“¿Es mejor casarse o permanecer soltero?”, le preguntaron a Sócrates, que respondió: “Cásate. Si te va bien, serás un poco feliz.
Y si te va mal…, ¡serás filósofo!”.
Deme algún ejemplo de mal
amor.
“Sin ti no podría vivir”, le decimos a nuestra pareja, como si fuésemos
niños. ¡Mal amor! Buen amor: “Sin ti
también me iría bien”…pero como adulto, elijo estar contigo. “Te quiero por ti mismo”, decimos, ¡y no
es bueno!: el buen amor consiste en “te
quiero… a pesar de ti mismo”, es decir, el buen amor acepta la sombras del
otro, acoge y lima las asperezas de los egos que se encuentran.
Siga, siga…
“Quiero pareja”: ¡mal amor! Abandona la demanda… ¡actúa!: “Mejor me preparo para ser pareja”. Encuentra tu modo de ser buen
compañero…, y lo demás ya vendrá solo.
¿Algo muy intenso y
emocional?
¡No! Esas turbulencias
empobrecen y desvitalizan, responden a heridas infantiles y viejos anhelos no
colmados. ¡Lo enriquecedor es que la relación fluya con facilidad!
Toda pareja es una relación
de poder.
¡No! Es cooperar, es que
uno y uno sean más que dos. Mal amor: “Te
lo doy todo”.
¿Por qué?
Dar mucho puede originar en
el otro un sentimiento de deuda, y empequeñecerlo. Ya no hay igualdad. ¡Da lo
que el otro pueda devolver sin que tenga que perder la dignidad!
¿Y si una parte pide: “Dame más”?
Puede que esté anclada en
un guión de insatisfacción que se nutre de demanda: le des lo que le des, ¡será
siempre insuficiente!
Otro ejemplo de mal amor.
Poner a tus padres o a tus
hijos por delante de tu pareja. El buen amor es: “¡Primero nosotros!, antes que nuestras familias de origen y que
nuestros hijos en común”.
Otro ejemplo de buen amor.
Reír y llorar juntos ante
cualquier adversidad: muertes, abortos, ruinas…
Qué difícil que la pareja
dure, ¿no?
Pues que dure lo que dure:
entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de su
eventual final.
¿Cuánto dura de promedio
una pareja?
Podemos esperar entre tres
y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida…, ¡con el consiguiente estrés
emocional! Cada final nos enseña el dolor y el desapego…, para luego volver de
nuevo al carril del amor y de la vida.
Regale un último consejo
para fomentar el buen amor en una pareja.
No deis por hecho que
conocéis a vuestra pareja. Miradla cada día de nuevo como si fuera nueva, y
veréis lo que no veíais. Nos relacionamos con la imagen que nos hemos hecho del
otro, pero… ¿es el otro así hoy?
Conclusión
amorosa.
Lo
dicho: solemos reclamar al otro: “Hazme
feliz”, pero el buen amor consiste en sentir el deseo espontáneo de que el
otro sea feliz.