Entrevista
de Imma Sanchís - La Contra de La Vanguardia.
"Tengo 81 años. Nací en Guijuelo (Salamanca) y
desde hace 53 años vivo en India. Los políticos tiran para sí mismos, no
piensan en los más pobres. Estudié teología, psicología con un gurú indio,
Anthony de Mello, y enfermería. Hago yoga y taichi todos los días. Yo estoy
enamorada de Jesús: lo que él hizo, amar, no lo hace hoy la Iglesia. A mí hoy
me cuesta muchísimo matar a una hormiguita, si me molesta la cojo con cuidado y
la saco al campo, porque ella también es Dios, también es vida".
Energía y bondad, que no ingenuidad, definen a este
ser humano excepcional que mira con recelo la riqueza de la Iglesia y cuya
vocación nació tras oír a un misionero que acabó colgando los hábitos. Ella
colgó su vida y se fue a India a vivir y trabajar con los más pobres de los
pobres: las mujeres pobres. Ha creado junto a ellas Creative Handicrafts, una ONG que trabaja en uno de los suburbios
más pobres de Bombay, dando desarrollo económico a las mujeres a través del
autoempleo y la educación. Isabel es uno de esos raros seres felices y libres
que han buscado y encontrado su lugar en el mundo.
- Está
usted enamorada, madre?
- Sí, de Jesús y de los pobres, que me han enseñado
todo lo que sé. He vivido con los más pobres de India. Teníamos un agujero en
el suelo para 25 familias. Y esperábamos mucho rato cada día para recoger agua.
- ¿Una
pérdida de tiempo?
- Hacía yoga en la cola y cuando me tocaba el turno
cogía una palangana de agua para bañarme, fregar el suelo, la ropa y los
cacharros. Los quince años más ricos de mi vida.
- ¿Por
qué?
- Porque los marginados tienen valores que aquí
hemos perdido. Son capaces de un gran sufrimiento y lo hacen con alegría.
- Eso
de la alegría del sufrimiento no lo entiendo.
- Aceptan plenamente el momento presente, lo que
toca vivir. Esto no quiere decir que no traten de cambiarlo, pero con paz, y si
no cambia, viven lo mejor posible con ello.
- ¿No
hay cierta mitificación de la pobreza?
- El dinero corrompe; gente buena cambia sus valores
cuando tiene dinero, lo he visto en los pobres.
- Si
somos tan fácilmente corruptibles, ¿es que la bondad es débil?
- El dinero nos separa de los otros y en la vida
estamos para vivir con otros. El dinero es una espiral, siempre quieres más.
Los pobres comparten lo que tienen.
-
Entonces, ¿son buenos por necesidad?
- El ambiente ayuda a ser bueno, sin duda. Verá, el
marido de Shidama tuvo un ataque de corazón y lo metieron en la primera clínica
que encontraron, privada. La factura era imposible. Otras mujeres dieron más de
la mitad de sus ahorros de años para ayudar a Shidama. Aquí damos lo que nos
sobra.
-
Somos muy endebles.
- Es una pena. ¿Para qué tener tantos millones en el
banco que no sirven de nada cuando hay pobres que están muriéndose de hambre,
tus hermanos? Yo no lo comprendo.
- Tal
vez sea desencanto, eso de que cada cual se espabile.
- Ya lo hacen, las mujeres son allí una maravilla,
salen adelante y jamás abandonan a su gente. Por eso monté Creative Handicrafts, una cooperativa artesana de autoempleo para
mujeres. Confeccionamos artículos textiles, moda, juguetes... para que las
mujeres recuperen su capacidad y dignidad. Si cambia la mujer en India,
cambiará India.
- ¿Qué
le hace estar tan segura?
- Ya de niñas son denostadas. A menudo el marido
abandona a la mujer y a las hijas, porque deben pagar una alta dote.
- Pues
esos pobres no me gustan.
- Yo cuando hablo de pobreza extrema hablo de
mujeres. Mis becas son para las niñas, porque los padres educan a sus hijos,
pero nunca a las hijas. Estoy convencida de que toda mujer en el mundo ha de
ser económicamente libre para conseguir la igualdad.
- Gran
verdad.
- Yo las formo, pero primero pasan por psicólogos,
porque desde pequeñas se les inculca que no valen para nada, que existen para
servir a los hombres.
- Los
pobres también se marginan.
- Así es el ser humano, cuando este pobre sale de la
pobreza aplasta al otro. ¿Cómo evitarlo? Dando valores. Inculcamos la
generosidad hacia mujeres de otras comunidades.
- ¿Y?
- Si saben de una niña maltratada, la traen al
centro y le damos una vida mejor. Algunas son hoy ingenieras, informáticas.
Trabajo con más de mil mujeres y con sus hijos, pero hay tantos millones en
India...
-
Bueno, poco a poco.
- Creo que se puede hacer un mundo más justo y que
todos tenemos una fibra en el corazón que hay que mover. Yo trabajaré por lo
menos 20 años más con ilusión y alegría.
-
Hábleme de cómo conquistar esa alegría.
- Vive en el fondo de nosotros y debemos conectar
con esa parte, la más auténtica.
- Eso
es muy budista.
- Y muy cristiano. "Si crees en mí - dice
Jesús-, vendremos y habitaremos en ti y seremos uno". Ahí debemos llegar,
y ayuda mucho la meditación. Al final todos los místicos del mundo se
encuentran encontrándose a sí mismos. Yo encuentro a Dios en el silencio profundo,
ese que hallo entre multitudes.
- ¿Más
difícil todavía?
- Cuando voy en un tren lleno a rebosar, estoy muy
unida al todo. La meditación es vivir intensamente el momento presente y estar
en contacto contigo mismo y con lo que habita en ti: con Dios, la energía o
como quiera llamarlo.
-
¿Cree que la mujer está más conectada con Dios?
- Creo que la mujer vive más dentro y está más
conectada consigo misma.
-
Usted es la menor de siete hermanos, la única chica, debe de saberlo.
- Desde pequeña me querían manejar y tuve que luchar
por mis derechos, eso me ha ayudado a ponerme en el lugar de la mujer india y
ante todo lo que es opresión e injusticia. Pero yo no sé lo que es la vocación.
- Eso
me sorprende.
- Yo tenía una panda estupenda y sólo pensaba en pasarlo
bien, pero fui a la charla de un misionero que explicó que las mayores
injusticias se cometen con el Tercer Mundo, que tenía hermanos que sufrían. Y
en un minuto decidí mi destino.
-
Dicen que usted es capaz de autosanarse.
- Un día fui a ver a mi maestro, el gurú Anthony de
Mello. "Isabel, no hemos hablado", me dijo cuando fui a despedirme. Y
entonces le dije: "Ya no te necesito, me has dado los valores necesarios
para poder crecer". Tengo dentro todo lo que necesito para crecer, vivo
abierta para aprender del otro.