Extractos de reportaje
de Concha Labarta - año 2005.
Tiene
todos los componentes de una leyenda y, sin embargo, es una historia de hoy,
protagonizada por una mujer llamada Regina, muerta en la revuelta popular
estudiantil de 1968. Para muchos se trataba de una estudiante anónima; para
otros fue la última reina de México, la reencarnación de los emperadores
aztecas que regresó al mundo para preparar una nueva era. Antonio Velas Piña,
el portavoz de la Increíble historia de Regina, nos habla en esta entrevista
exclusiva de las verdades y mentiras en torno a la vida de esta misteriosa
princesa de México.
Se
llamaba Regina, un buen nombre para una reina, porque dicen que la joven en
cuestión era nada más y nada menos que la reencarnación del emperador azteca
Cuauhtémoc, quien regresó una vez más a la Tierra para dar su vida a cambio de
la regeneración espiritual de su país. Ella despertó la energía de la mujer
dormida y afirman que, después de su fugaz paso por el mundo, nada ha vuelto a
ser lo mismo.
La
historia, por supuesto, tiene un narrador. No fue Regina, demasiado absorta en
su misión cósmica, quien se ocupara de escribir su peripecia vital, sino un
hombre próximo a ella, entonces apenas un muchacho y ahora un escritor y
abogado respetado que responde al nombre de Antonio Velasco Piña. Su libro
Regina: el 2 de Octubre no se olvida se ha convertido en el texto básico de la
nueva mexicanidad y de quienes creen a pies juntillas en la existencia real de
Regina y en su sacrificio. Trece ediciones de su obra han hecho de ella una
leyenda, no exenta, por supuesto de controversias, y repleta de todos los
misterios e incertidumbres de los mitos.
Mientras
decenas de miles de personas no dudan de la autenticidad de la historia, hay
quien acusa a Velasco Piña de haber inventado un personaje de ficción, y en la
polémica se han visto envueltos desde los representantes de los nuevos
movimientos espirituales hasta los más destacados intelectuales mexicanos. ¿Un
engaño calculado?: ¿Acaso nos ha mentido Velasco Piña con una inteligente
ficción?
Parece
difícil creerlo después de conocer al escritor, que nos recibió en su vivienda de México, en la misma donde
se alojara Regina en los meses previos a su muerte, una casa llena aún de sus
recuerdos. La habitación de Regina no ha vuelto a ser ocupada por nadie y su
presencia aún se percibe con claridad en su humilde cama a ras del suelo, sus
imágenes budistas, su molinillo de oraciones, el antiquísimo libro tibetano
confeccionado sobre papel de arroz que Regina rescatara de una cueva, la mesa
donde se reunía con sus seguidores, las paredes que contemplaron cómo planeaba
su premeditada autoinmolación. Todo allí huele a Regina. El doctor Velasco Piña
va desgranando los recuerdos pausadamente, con una admiración profunda hacia
aquella mujer. Tiene el escritor la templanza del mexicano, la paciencia del
abogado, la pasión del poeta y el irreductible optimismo frente a las
adversidades del eterno idealista. Hablando con él es posible comprobar hasta
qué punto Regina afectó su vida. Por eso uno termina creyendo en ella; la
humildad y la sobriedad del discurso de Velasco Piña son tan convincentes como
contagiosa su confianza en la humanidad y en que la misión de Regina tuvo
éxito.
400 MÁRTIRES Y UNA
REINA
Pero
vayamos a los hechos, al menos –y a falta de fuentes históricas más precisas-,
como han sido contados por el doctor Velasco Piña. Regina nace en 1950 en
México, y sus padres intelectuales comprometidos con la espiritualidad, reciben
pronto las señales de que la pequeña no es una niña corriente, sino que ha sido
llamada a desempeñar un papel decisivo en la historia. Por ese motivo se
trasladan con ella a Tíbet, donde Regina recibirá instrucción de manos de
destacados lamas, que la preparan para su futura misión. Con apenas 17 años
vuelve a México con la nada sencilla tarea de despertar a su país de un letargo
de siglos. El eje espiritual del planeta debe trasladarse del Tíbet a México y
para ello la nación azteca ha de prepararse. Regina es la artífice de esta
transición.
A
su regreso a México, se presenta a los líderes de las tradiciones náhuatl,
olmeca, maya y zapoteca, quienes, aunque sorprendidos por la naturaleza
femenina de la reencarnación de Cuauhtémoc, no dudan en aceptarla como la nueva
reina; las cualidades espirituales de esta mujer borran en ellos toda sombra de
duda. Bajo su dirección, las distintas cosmogonías indígenas abren sus puertas
y divulgan sus conocimientos en un acto de aperturismo inédito hasta entonces.
Pero
Regina se ha preparado para una tarea titánica que incluye no sólo la apertura
de las tradiciones hasta entonces secretas, sino también el cometido de activar
las pirámides y el de despertar los dos volcanes más grandes de México, el
Popocatépetl y la Ixtaccíhuatl, también llamada “la mujer dormida”. Ambos
conforman la ígnea pareja pétrea más famosa del continente, representantes de
la energía sagrada masculina y femenina de México. A la llamada de la reina, el
Popocatépetl responde, pero la “volcana”, La mujer dormida, parece no escuchar.
Sin su presencia, la energía femenina de México sigue aletargada y el cambio es
imposible. Regina concibe entonces un plan definitivo: junto a 400 “verdaderos
mexicanos” se ofrecerá en sacrificio para que la “volcana” regrese de su sueño.
Conseguir
a los 400 mártires no fue demasiado complicado para Regina. De hecho, según relata
Velasco Piña, fueron muchos más los aspirantes que los elegidos, tan grande era
su magnetismo y la seguridad que ella transmitía. Resulta difícil de creer,
pero se asegura que los 400 “verdaderos mexicanos”, junto a su reina, se
reunieron el día fijado para la inmolación, el 2 de Octubre de 1968, en la
Plaza de las Tres Culturas. Los periódicos recogieron la noticia, desde luego
con una interpretación bien distinta: los disturbios populares realizados con
motivo de la celebración de las Olimpiadas de México’68 se habían cobrados un
total de 400 muertos civiles en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.
Entre los masacrados, se destacaba la presencia de una mujer anónima, una
edecán o azafata de las olimpiadas de la que no se dio ni un solo detalle
personal. Pues bien: aquélla edecán era Regina, la joven, que, con apenas 18
años –según los portavoces de la mexicanidad- había logrado que la “volcana” La
mujer dormida resurgiera con la pasión de lo femenino, y con ella volvieran a
la vida la intuición, el cambio y la promesa de un futuro mejor.
LOS VOLCANES HABLAN
El
cuerpo de Regina sería recogido por el secreto guardián de los volcanes, don
Faustino Rodríguez Avila, y el 3 de Octubre, acompañado de un pequeño grupo
compuesto por los miembros de las dos hermandades mágicas más importantes de
México –graniceros y concheros-, se llevan a su reina muerta hasta una de las
grutas de La mujer dormida, donde el cadáver reposará para siempre.
Pero
sería con el paso de los años cuando el sacrificio de la reina comenzara a dar
sus frutos. En la década de los 70, un número creciente de mexicanos no
indígenas y extranjeros se acercan a las tradiciones, y en 1978 los volcanes,
ya enteramente activos, expresan a su guardián su íntimo deseo: los líderes de
las tradiciones deberán llevar a cabo una peregrinación desde la catedral de
Notre Dame de París hasta Santiago de Compostela, la más importante ruta
mística medieval, con el objetivo de despertar el corazón de la vieja Europa.
Los
líderes del mundo náhuatl, olmeca, maya y zapoteca se muestran consternados.
¿Despertar el corazón de los conquistadores, ir a ejecutar sus danzas sagradas
a suelo de quienes hace cinco siglos asolaron su tierra y les impusieron a sus
dioses y sacerdotes?. Las discusiones son acaloradas, pero el deseo de los
volcanes y el recuerdo de las instrucciones de Regina terminan por vencer las
resistencia. Tras la vista de los concheros a nuestro país en 1992, la
culminación del despertar de Europa, se lleva a cabo. Es el tiempo de la
reconciliación. Europa ha sido activada; ahora sólo nos queda esperar a que la
nueva corriente espiritual sacuda nuestras conciencias.
LO SAGRADO RETORNA
En
su casa de Chapultepec, el siempre amable Antonio Velasco Piña, nos confirma lo
que sus libros ya translucían: el futuro lleva el sello del sincretismo
religioso; él mismo es el ejemplo vivo de que las tradiciones católica y mexica
pueden fundirse sin problemas. Frente al desarrollo lineal de la historia,
Velasco Piña se ha erigido en uno de los defensores de la historia como una
evolución espiral –y no lineal-, visión heredada de las culturas prehispánicas
que afirma que, a pesar de que en nuestro camino existan etapas de decadencia,
éstas no deben entenderse como un regreso al punto de partida ya que, aunque retrocedamos,
siempre lo hacemos a una octava superior y el progreso está asegurado. Esta
ascendencia o progreso en espiral ha quedado reflejado en el libro sagrado maya
Popul Vuh o en el calendario azteca.
Para
Velasco Piña, las etapas que atraviesa cualquier cultura son: la sagrada, la
heroica, la humana y la de rebaño. Vivimos un momento de transición de grandes
repercusiones, porque o se da el retorno a la época sagrada o la catástrofe
planetaria es imparable. Pero, para Velasco Piña, “la historia de la humanidad
avala el optimismo. No es el primer gran problema al que nos enfrentamos y
hemos resuelto con éxito”. Lo dice tan fácilmente que con él el milagro siempre
parece posible. Al fin y al cabo, en su vida particular también se ha destacado
como un consumado experto en el arte de sortear dificultades. La fama le ha
llegado al doctor Velasco Piña teñida del regusto amargo de la crítica y las
acusaciones. Pero no parece importarle. El autor de Regina – y de otras obras
como Tlacaélel: el azteca entre los aztecas, Regina: el 2 de Octubre no se olvida, El retorno de lo sagrado,
La herencia olmeca, El despertar de Teotihuacán- es un hombre inmutable que
parece haber encontrado su propia fórmula de la felicidad. Como prueba, aquí
están algunas de sus respuestas.
-Hablemos de Regina, un
personaje al que persigue la fama de “ficción literaria”. ¿Le molesta a Vd. que
se ponga en duda la existencia de la más popular de sus heroínas?
Entiendo
que alguien como ella tiene, por fuerza, que suscitar todo tipo de reacciones.
Los padres de Regina y mis padres tuvieron una gran amistad; ella nace en una
casa que pertenecía a mi familia, cuando yo tenía 13 años; después de su
estancia en Tïbet, Regina regresa a México trayendo la dirección de mi madre en
el bolsillo. Además, hay gente que todavía vive y la conoció. Pero estas
polémicas me parecen sanas porque lo último que yo quisiera es que Regina
quedara como un personaje de libro. Precisamente porque es real, yo capté una
parte del personaje, pero no su totalidad. Hay otras percepciones de Regina,
tan respetables como la mía.
-Pero le recuerdo que
la Regina que Vd. nos presenta es una mística. Y su presunta perfección hace
que resulte difícil creer que fuera de carne y hueso.
Hay
personas que tienen visiones más elevadas de Regina que la mía propia. Las
mejores astrólogas del mundo que se reúnen en Tepoztlán cada cierto tiempo
afirman que la carta astral de Regina está relacionada con la de México de
forma asombrosa. Y que, por ejemplo, cada vez que Regina tomaba una decisión
había una confluencia de energías cósmicas que la apoyaban. Nunca escuché a
Regina mencionar tal cosa, pero seguramente ella percibía estas influencias
cósmicas de manera muy natural. Ahí tiene un ejemplo de una dimensión de Regina
que yo nunca capté, lo cual no quiere decir que no existiera.
-¿Y qué opina de la
posición adoptada por la familia de Regina, que han denunciado públicamente que
Vd. no ha contado la verdadera historia?
Le
preguntaría que de qué familia me habla, porque desde que salió el libro
empezaron a aparecer Reginas y familias de Reginas en muchos lugares del país.
En una presentación pública, una mujer me increpó diciéndome que era la hermana
de Regina, pese a que tenía diferentes apellidos. Los periodistas le dieron
mucho eco a aquel asunto, pero no era la primera vez ni la última que ocurría
algo así. Yo siempre respondo lo mismo: “Perfecto, tú agarra a la Regina que
puedas y quédate con ella”. Nunca entro en polémica porque es absurdo e inútil.
En lo particular, lo único que puedo afirmar es que mi vida, a raíz de Regina,
dio un cambio total.
-El sacrificio
voluntario de Regina, que según Vd. nos cuenta fue premeditado por ella con
tanta precisión, es uno de los puntos más intensos de su vida. ¿Cree que la
redención exige la muerte de los mejores, que no existen otros caminos menos
dramáticos?
Como
cristiano, acepto que la Redención fue posible a partir del sacrificio de
Cristo. Racionalmente es algo insostenible, pero es así. ¿Por qué en
determinadas circunstancias los seres más elevados tienen que sacrificarse?. Lo
ignoro; es el gran misterio del sacrificio.
-Regina nace en México,
se educa en Tíbet, vuelve después a
México.... Hoy los tibetanos celebran ceremonias en las pirámides de su
país. ¿Qué tienen México y Tíbet para estar tan vinculados?
Son
similares en el paisaje, incluso en el prototipo físico de sus habitantes y en
el carácter: muy religiosos, dubitativos, un poco irresponsables. Algunos
alegan que este contacto ha existido siempre y lo sustentan en que, además de México,
el único país del mundo que usaba maiz para usos rituales era Tíbet. Existe una
leyenda que habla de un apoyo entre ambos países a lo largo de los milenios:
cuando uno atraviesa una crisis espiritual, el otro le ayuda a despertar.
-¿Y por qué tanta
insistencia en la energía femenina? ¿Es Vd. algo así como un feminista de la
Nueva Era?
La
verdad es que sí. A partir de los años 60, el grado de concienciación del
elemento femenino ha cambiado enormemente. En mi país, la participación de la
mujer es ahora enorme, en lo político, en lo social, en lo cultural. Desde
luego, el retorno a una etapa sagrada exige la presencia de la energía
femenina. Dentro de la función cósmica, la mujer, siendo igual al hombre, es
totalmente diferente.