• Mujeres que sobreviven como los árboles


Extractos del libro Sabia como un árbol de Jean Shinoda Bolen, Ed. Kairós. ISBN: 9788499881324.

Sobrevivir como un árbol
“En muchas partes del mundo forma parte de la cotidianeidad pegar a las mujeres, violarlas y venderlas a redes de prostitución. Se les niega el acceso a cuidados médicos y a la educación, y carecen de derecho económico y político. Cambiar esto podría cambiarlo todo.” Estas palabras, publicadas en la portada de The New York Times Magazine del 23 de agosto del 2009, describen escuetamente la causa que se defendía en este número de la revista bajo el epígrafe “Salvar a las mujeres del mundo”. La inspiración provenía de Nicholas Kristof, columnista habitual de la página de tribuna del Times. El editorial resumía cómo la causa de la opresión de las mujeres es la causa por excelencia de los derechos humanos de nuestro tiempo, y que su liberación podría ayudar a resolver muchos problemas del mundo, desde la pobreza hasta la mortalidad infantil o el terrorismo.

La violencia contra las mujeres es universal. La publicación de Amnistía Internacional Está en nuestras manos. No más violencia contra las mujeres, de 2005, se refiere a las estadísticas de violencia mundial contra las mujeres como una catástrofe de los derechos humanos: al menos una de cada tres mujeres del mundo ha recibido palizas, ha sido obligada a mantener relaciones sexuales contra su voluntad, o será víctima de cualquier otro tipo de abuso a lo largo de su vida. En toda zona de guerra hay estrés crónico, agresividad, paranoia y miedo exacerbados; el desempleo, las matanzas, las mutilaciones y las pérdidas aturden a la gente. Es espeluznante, por tanto, aunque no inesperado, saber que el 87 % de las mujeres de Afganistán sufren abusos domésticos, lo cual hace de este uno de los lugares más peligrosos del mundo para ser mujer.

Kristof y WuDunn escribieron que, cada dos horas aproximadamente, se produce en la India la “quema de una novia”, para castigarla por haber aportado una dote inadecuada o para quitarla de en medio a fin de que un hombre se pueda volver a casar; pero esto no tiene interés como noticia. Como tampoco es noticia que en China 100.000 niñas fueran secuestradas y vendidas a los burdeles, o que 130 millones de mujeres de distintas partes del mundo hayan sido sometidas a una ablación genital. Esta suele hacerse cuando la muchacha es joven y, dependiendo de la magnitud de la mutilación, causa dolor, sangrados e infecciones en el momento de practicarla, y, más adelante, hace que el coito y el parto sean extremadamente difíciles y dolorosos.

Generocidio
La portada de The Economist del 6 al 12 de marzo del 2010 era de color negro con la palabra “GENEROCIDIO” escrita en color rosa brillante. Bajo el impactante titular aparecía la pregunta: “¿Qué les sucedió a 100 millones de niñas recién nacidas?” y “Asesinadas, abortadas o desatendidas, al menos 100 millones de niñas han desaparecido, y la cifra sigue creciendo”. Cuando las niñas recién nacidas no cuentan, y la tecnología prenatal para la determinación del sexo va unida a una fertilidad en declive, el resultado es una proporción desajustada de los niños y niñas que nacen.

Normalmente, por cada 100 niñas nacen entre 103 y 106 niños. La proporción es tan estable que puede considerarse un orden natural, de acuerdo con el cual habrá aproximadamente el mismo número de jóvenes de uno y otro sexo, dado que los niños tienen una probabilidad ligeramente mayor de morir durante la infancia que las niñas. Según la Academia de Ciencias Sociales china, para el 2020 habrá entre 30 y 40 millones más de hombres que de mujeres, debido a la preferencia por los niños, uno de cada cinco jóvenes no podrá encontrar novia. Vemos esta clase de desequilibrio en algunas partes de la India, en Corea del Sur, Singapur y Taiwán, y, desde que se disolvió la Unión Soviética, ha habido un aumento proporcional de niños sobre niñas en varios de los antiguos estados soviéticos. En la India, en el 2001 había 46 distritos donde la proporción era de 125 niños por cada 100 niñas.

Las niñas desaparecen desde el principio de su concepción, siendo víctimas de abortos selectivos, o bien mueren por no recibir los mismos cuidados sanitarios y la misma alimentación que los niños. En la India, por ejemplo, tienen menos probabilidades de ser vacunadas que los niños y solo se las lleva a un hospital cuando están muy enfermas; como resultado de ello, las niñas indias de entre 1 y 5 años tienen un 50 % más de probabilidades de morir que los niños de su misma edad. Las mujeres son las víctimas de los conflictos armados; se las hiere, viola o mutila y, como consecuencia, mueren, o se las mata en el acto como daños colaterales. Aunque la violación supone un riesgo de género común a todas la mujeres, lo es aún más en África, donde actualmente se utiliza como arma contra los hombres, para desmoralizarlos y humillarlos. Y por si todo esto fuera poco, las mujeres mueren innecesariamente al dar a luz, por no contar con los cuidados médicos adecuados.

Siempre que haya un número elevado de hombres solteros en países donde el estatus y la aceptación social dependan de estar casado y tener hijos, como es el caso de China, de la India, y en realidad e la mayoría de los países, el aumento de hombres solteros que se sienten frustrados a causa de esa situación conduce al crimen y a la violencia en general, así como a los secuestros, al tráfico de mujeres, a la violación y a la prostitución; y esto, a su vez, lleva a los gobiernos a intentar combatir el crimen volviéndose más autoritarios. Por si esto fuera poco, en los países musulmanes lo hombres mayores adinerados tienen varias mujeres, tal como su religión les permite, y esto aviva aún más la frustración de los jóvenes sin recursos. El desempleo y la falta de educación y de oportunidades significa para estos jóvenes no poder pagar una dote, lo cual hace de ellos reclutas idóneos para el terrorismo.

La crisis económica global y su efecto sobre mujeres y niñas
En el 2010, el contexto era el de una crisis económica y financiera global, que se sumaba a la crisis alimentaria y energética ya existentes. El Banco Mundial estimó que, como consecuencia, 53 millones de personas más se habían visto abocadas a la pobreza, y la Organización Internacional del Trabajo advirtió que el número de mujeres desempleadas habría aumentado en 22 millones. Cuando disminuyen los recursos familiares, las niñas y las mujeres sufren: se eleva el número de niñas que dejan la escuela, y los niveles de violencia hacia mujeres y niñas crecen –hay más violencia doméstica, son mayores la trata de seres humanos y la explotación sexual, y esto aumenta el contagio del VIH y el sida, proliferan las actividades criminales y los riesgos para la seguridad ciudadana-. Todo ello acaba afectando a las niñas.

Entre lo que ahora sé sobre la disminución de las selvas pluviales y lo que sé sobre la lucha de las mujeres en el mundo, tal vez lo más fácil sería concluir que este no es un buen momento ni para ser mujer, ni para ser árbol, tanto en un país en desarrollo como en muchos otrossitios del mundo. Sin embargo es a la vez el peor y el mejor de los tiempos. Para las mujeres que se han beneficiado del movimiento de la mujer, jamás ha habido un tiempo mejor para ser mujer. Tenemos oportunidades, libertad, educación y recursos, y vivimos más años que ninguna generación anterior. Vivimos en un tiempo en que se empieza a tomar conciencia de que tal vez los árboles y las mujeres sean lo único que puede salvar el planeta y rescatar a la humanidad del borde del precipicio. En muchos países en desarrollo hay mujeres líderes que empezaron trabajando en distintas ONG. En conferencias internacionales, patrocinadas a menudo por la ONU, se reúnen cada año y reciben una guía e inspiración que las ayuda a tener un concepto más trascendental de sí mismas, lo cual las anima a seguir ascendiendo y asumir mayores responsabilidades.

Progresión geométrica
(…) Creo firmemente que el cambio lo provoca una creciente toma de conciencia colectiva: círculo a círculo y persona a persona. La progresión geométrica hace que las ideas puedan propagarse como un virus, y extenderse a una población receptiva provocando en cada persona un cambio real de actitudes y convicciones. Esto es lo que cambió el mundo para las mujeres a finales de la década de 1960, concretando las acciones de los grupos concienciados en el movimiento de la mujer. En matemáticas es “3 elevado a la potencia 19”: si 3 mujeres aprenden algo y cada una de ellas se lo cuenta a otras 3, habrá 9 mujeres más; si cada una de las 9 se lo cuenta a 3 más, habrá otras 27, y si cada una de estas se lo cuenta a su vez a otras 3, serán 891. Si entonces cada una de ellas se lo transmite a otras mujeres, el mensaje, en tan solo 4 pasos, habrá llegado a 243 personas, y en 19 pasos, a más de 1.000 millones.

Cuando un número crítico de personas acepta una idea nueva, la cultura da un giro, y aquello que se rechazaba o ridiculizaba, o incluso se  condenaba por considerarse que era contrario a la voluntad de Dios –como la idea de que las mujeres debían tener derecho al voto-, se convierte en la nueva norma.

Árboles que nacen de la cabeza de las mujeres: Betty Makoni
La primera vez que oí hablar de Betty Makoni fue a Ann Smith, una de las coordinadoras del Millonésimo Círculo y cofundadora de Circle Connections, mientras escribía este capítulo, y me intrigó saber por Ann que Árboles que nacen de la cabeza de las mujeres es un símbolo del empoderamiento de mujeres y niñas. Betty Makoni es una mujer africana de 38 años, superviviente del abuso infantil, activista, fundadora de la Girl Child Network (Red de trabajo sobre niñas] en Zimbabue, y una de las 10 heroínas más destacadas por la cadena de televisión CNN en el 2009. Betty fue violada a los seis años por un tendero, conocido por hacer esto a las niñas. Tenía ocho años cuando intentó persuadir a su madre de que denunciara la violencia doméstica que soportaba y su madre la hizo callar. A los nueve presenció cómo su padre pegaba a su madre hasta matarla., y cuenta que entonces se dio cuenta de las consecuencias potencialmente mortíferas del silencio de una mujer. Con 14 años, su tío la violó, dejándola embarazada y contagiándole el VIH.

El abuso que sufrió Makoni le hizo tomar la determinación de salvar a las niñas y a las mujeres, y de recibir una buena educación a fin de tener voz. Fue a la universidad y se hizo profesora. Cuando se dio cuenta de que las niñas dejaban de repente de ir a la escuela en proporciones alarmante, ser reunió con aquellas que todavía estaban en la escuela y les sugirió: “¿Qué os parece si tenemos un espacio solo para nosotras, en el que podamos hablar y encontrar soluciones?”, y este fue el principio de Girl Child Network. Para finales de aquel año, 1998, había un centenar de clubs de Gil Child Network repartidos por todo Zimbabue; y para el año 2000, Betty había dejado su trabajo para dedicarse de lleno  a GCN, y había fundado el primer poblado de empoderamiento destinado a niñas y mujeres, un lugar de acogida para aquellas que habían sido víctimas de violación. Cuando se rescata a las niñas y se las lleva allí, se les proporciona medicación de urgencia, y se las aconseja y ayuda a volver a la escuela. Las niñas se ayudan unas a otras a transformarse de víctimas en líderes.

Muchos hombres de toda África creen que el VIH/sida puede curarse violando a una virgen, y Zimbabue es un país donde la incidencia de esta enfermedad es de las más altas del mundo. Los curanderos tradicionales de Zimbabue se han encargado de perpetuar dicho mito (que alude a la misma supuesta “curación” que fue la causante de que los europeos infectado de sífilis violaran a muchachas vírgenes después de que el descubrimiento del Nuevo Mundo trajera esta enfermedad a Europa). Como resultado de esta falacia, de esta idea tan extraordinariamente cruel, los zimbabuenses infectados de sida se han dedicado a violar a las niñas. Según UNICEF, cientos de estas niñas aún no habían comenzado a caminar cuando fueron violadas. Cuenta Betty Makoni que la víctima de violación más joven tenía un día de vida y murió por la penetración.

Los poblados de empoderamiento son una parte esencial de la labor de salvar a las mujeres y a las niñas. Lo mismo que los albergues establecidos en Norteamérica para las mujeres que necesitan escapar de una violencia doméstica abusiva, los poblados de empoderamiento ofrecen un lugar donde sentirse a salvo y curarse.

El poder de los círculos de mujeres
Cuando las mujeres y las niñas se reúnen en círculos de conversación en los que se sienten seguras, dicen la verdad al contar sus casos y oír a otras mujeres hablar, y el compartir así sus experiencias les permite reconocer lo que tienen en común. Normalmente, se siente compasión primero por las demás, y luego por una misma.

Después se dialoga sobre la conveniencia o no de denunciar al perpetrador, y sobre cómo impedir que vuelva a abusar de ninguna niña. Y aquí es donde la charla estratégica comienza; ¿quién las creerá, y en quién se puede confiar? Existe la posibilidad de que el demandado tome represalias: ¿qué hacer al respecto?; ¿Cómo movilizar a la comunidad y establecer formas en que se pueda ayudar a las mujeres? En estos diálogos, los efectos psicológicos son enormes. Una víctima avergonzada se transforma, gracias a esta experiencia, en una líder; tiene amigas y aliadas, un círculo base de apoyo que la ayuda a madurar. Es algo muy similar a lo que sucedió en los grupos de concienciación, que crearon programas y protestas y se apoyaron unos a otros para hacerse agentes del cambio. Para el año 2009 había 30.000 niñas en la Girl Child Network, y 500 clubs de niñas en Zimbabue. Los clubs ofrecen un lugar seguro donde las niñas se reúnen con voluntarias competentes que les ayudan a romper su silencio. Se centran en cinco aspectos: identificar las necesidades, idear y poner en práctica estrategias para hacer públicos los incidentes de violación, alentar el liderazgo en las niñas, y fomentar el desarrollo y empoderamiento de la comunidad.

Árboles y mujeres: tenaces supervivientes
Las mujeres y los árboles pueden ser asombrosamente tenaces, y sobrevivir en condiciones desfavorables, a veces tan extraordinariamente difíciles como es el caso del árbol huarango peruano.

La primera iniciativa de las mujeres, con la que consiguieron salvar unos árboles de las sierras de los taladores –y que no solo fue un triunfo, sino que recibió notable cobertura mediática-, la llevaron a cabo un grupo de mujeres indias, que se abrazaron de verdad a los árboles que lograron salvar. Se le llamó el movimiento Chipko, pues chipko, en hindi, significa precisamente “abrazaárboles”. El 26 de marzo de 1974, un grupo de 27 mujeres campesinas de Reni, una aldea del Estado de Uttarakhand, que limita con la cordillera del Himalaya, en la India, detuvieron la deforestación local abrazándose a los árboles para impedir a los taladores que los derribaran, Fue un hito histórico del movimiento Chipko en la época moderna, y esta protesta no violenta inspiró cientos de acciones de base del mismo tipo, que ralentizaron la deforestación de la India y sirvieron de modelo a iniciativas similares en todas partes. Las mujeres de los países en desarrollo con las que más directamente sufre los efectos de la deforestación y las más conscientes de lo que supone, puesto que son la que cultivan los alimentos, recogen leña y acarrean el agua.

Al cabo de 10 años, el movimiento Chipko de mujeres había organizado cooperativas que se encargaban de vigilar los bosques locales, trabajaba reacondicionando la tierra agostada y había creado viveros en los que se reproducían determinadas especies. Se ocuparon asimismo del problema social del alcohol y de sus efectos, ya que las corporaciones que contrataban a los taladores también les vendían alcohol. Las mujeres que colaboran y trabajan de modo cooperativo hablan al mismo tiempo de sí mismas y de sus vidas, y lo que sale entonces a la superficie son los problemas genéricos de la comunidad. El éxito obtenido con lo que fue un desesperado esfuerzo por salvar los árboles tuvo un efecto dominó de gran alcance. En 1980, el gobierno promulgó un decreto, firmado por la entonces primera ministra india Indira Ghandi, por el que se prohibía talar ningún árbol de las regiones del Himalaya en 50 años, hasta que la capa verde se hubiera restablecido.

Amrita Devi y sus tres hijas
El precedente histórico de Chipko sucedió en 1730, cuando Amrita Devi y sus tres hijas fueron martirizadas. El maharajá de aquella región había mandado a sus hombres a que talaran los árboles khejri de la aldea para hacer allí una balsa de cal viva con la que construir su nuevo palacio. Pero estos eran árboles sagrados para los bishnoi, el movimiento religioso hindú al que pertenecía Amrita Devi, y ésta se opuso a que los talaran. Se cuenta que dijo: “Si un árbol se salva, incluso al precio de mi cabeza, habrá valido la pena”. Provocados por sus palabras, los taladores usaron entonces sus hachas para decapitarla; y sus hijas, imperturbables ante lo que acababa de sucederle a su madre, ofrecieron sus cabezas también. En respuesta a aquella oposición de resistencia, el maharajá ordenó que se talaran todos los árboles verdes de la vecindad. La noticia llegó a los bishnoi, que tomaron la determinación de salvar sus árboles sagrados, y los voluntarios se abrazaron a los árboles y sacrificaron así sus vidas. Los taladores no se sintieron capaces de continuar con la matanza, y le dijeron al maharajá que no podían cumplir su misión. Para entonces, 363 bishnoi, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, casados y solteros, ricos y pobres, se habían convertido en mártires por salvar los árboles. El maharajá se disculpó por el error que habían cometido sus oficiales y prohibió la tala de árboles dentro del perímetro de las aldeas bishnoi.

El khejri (Prosopis cineraria) era el árbol sagrado por el que Amrita Devi y sus hijas se dejaron martirizar. Es un árbol de pequeño a mediano tamaño, de hoja perenne, o casi, pues produce abundantes hojas nuevas antes del verano. Tiene propiedades maravillosas. Se encuentra mayormente en el desierto de Rajastán, en la India,; es resistente a las heladas y a la sequía, y capaz de soportar vientos abrasadores y temperaturas extremas. Su extenso sistema radicular afianza la arena impidiendo el movimiento de las dunas; fija en la tierra el nitrógeno atmosférico y la nutre, además, con la materia orgánica que resulta de la descomposición de sus hojas, y su profunda raíz primaria puede extenderse hasta 30 metro para absorber humedad, por lo cual no compite por el agua con los sembrados contiguos. Sus hojas y vainas son pasto para todo tipo de ganado, y la gente las comía en épocas de hambruna; se dice que incluso la corteza, de sabor amargo, servía de alimento. Ofrece sombra y cobijo, y puede servir de cortavientos. Su madera es dura, y excelente para hacer leña y carbón. Tiene una larga lista de propiedades medicinales, y se preparan remedios con sus flores, su corteza, la goma que segrega en los meses de mayo y junio, sus hojas y sus vainas. Es en verdad un árbol generoso, actualmente valorado y protegido.

Árboles, círculos de mujeres y oxitocina
Vi una fotografía de las mujeres de Chipko que, agarradas de la mano, formaban un círculo alrededor de un árbol para impedir que lo talaran, y pensé para mis adentros que habían formado un círculo de mujeres con el árbol en el centro. Las mujeres que constituyen el movimiento Cinturón Verde de Kenia se reunían en círculos para aprender a plantar árboles; la idea del árbol estaba en el centro de sus círculos. En los bosques de secuoyas se pueden encontrar círculos de “hijas de las secuoyas”, que se forman años después de que el árbol madre muera; en el pasado solía ocurrir después de que los sucesivos incendios causados por los rayos produjeran daños al árbol madre. Crecían frágiles arbolillos de las semillas diminutas que se soltaban de los pequeños conos por el calor del fuego que rodeaba el perímetro del árbol antiguo, o brotaban nuevos árboles de los nudos formados en las raíces del árbol madre, ya que la corona de raíces puede sobrevivir después de que el árbol muera. Hay un precioso círculo de hijas de secuoya en Old Mill Park, de Mill Valley, en California, donde juegan los niños. Transmite una sensación de círculo mágico.

El millonésimo círculo proponía que los círculos de mujeres solidarias que se ayudan unas a otras, que comparten una intención, se alientan mutuamente y tienen una conexión espiritual pueden cambiar no sólo a las mujeres que forman el círculo, sino tambié al mundo. El “millonésimo círculo” es un círculo metafórico; es el círculo que, cuando se añada al resto de los círculos que existen, creará una masa crítica, o un punto de inflexión, que instaurará en el mundo el principio femenino y el equilibro de sexos. Aunque los círculos constituyen una forma de reunión natural para las mujeres, cuantos más círculos haya más fácil será que se formen otros nuevos y, entre ellos, círculos mixtos de mujeres y hombres y círculos de hombres.

A la vista de los resultados de una investigación sobre el estrés de la Universidad de California en Los Ángeles, resulta cada vez más obvio que cuando un círculo o comunidad de mujeres se enfrentan juntas a una situación difícil, su respuesta natural es hablar sobre lo que está pasando, lo cual crea vínculos entre ellas, o los fortalece, y reduce el estrés que sentirían si estuvieran solas. Esta es la reacción de la oxitocina, que se concreta en “prestar cuidados y entablar amistades”, es la respuesta que dan las mujeres como género, frente al reflejo masculino de “lucha o huida” provocado por la combinación de adrenalina y testosterona.

Las mujeres como género tienen más conexiones neurológicas, más fibras conectoras, entre el hemisferio derecho o el izquierdo del cerebro, y gracias a ello pueden ver una situación desde diferente ángulos, así como diferentes posibilidades, incluida la de que todo podría estar conectado. Cuando las mujeres se hacen oír y pueden contribuir a un debate en el que se tiene en cuenta las necesidades de todos aquellos a quienes concierne, la polarización agresiva se reduce al mínimo.

Las constantes guerras y conflictos civiles, así como los enfrentamientos entre bandas callejeras dentro de un barrio, normalmente están dirigidos por hombres que buscan tener poder y control, y a lo que mueve el miedo a la humillación o las fantasías de venganza. El destino de un barrio, o del mundo, está entonces en manos de hombres psicológicamente adolescentes impulsados por un exceso de adrenalina y testosterona, que eluden a toda costa identificarse con la debilidad y son, por tanto, incapaces de sentir compasión. El antídoto de la oxitocina es el poder de las mujeres que se unen para mantener a salvo a sus hijos, que apelando a la energía de la madre osa saben que ha llegado el momento de decir ¡basta!, y trabajan por la paz cuando los hombres son incapaces de ver ninguna salida al conflicto.