TEXTO DE LA DOCTORA VÁZQUEZ HOYS. UNED, MADRID
Esta asombrosa cueva relacionada con antiguos ritos de fertilidad y fecundidad así como con la renovación anual de los ciclos de la naturaleza fue descubierta y documentada en abril de 2001.
Está situada en lo alto de la montaña en una zona agreste y montañosa sobre el Borovitsa Chalet, a unas 14 millas de Kurdzhali, en Bulgaria, cerca de los grandes complejos rocosos de nichos tracios de Rhodope oriental.
Esta cueva confirma las teorías de Maria Gimbutas sobre la existencia de una Gran Diosa Madre neolítica. En aquella cultura la matriz de la Madre Tierra era una fuente de poder y renovación cíclica. Los cultos de fertilidad y las ceremonias de iniciación sexual se llevaban a cabo en estos sitios especiales donde hombres y mujeres llevaban a cabo cada primavera los ritos de renovación de la vida, protegidos y auspiciados por la Gran Diosa Madre.
La entrada de la cueva es exactamente como la entrada de una vagina que se adentra en la cueva unos 65 pies. Pero los expertos que han analizado este relieve están de acuerdo en que el relieve natural correspondía solamente a unos 48 pies, siendo el resto de la obra excavado intencionalmente. Indudablemente, unas manos humanas continuaron la obra del agua que modeló el lugar durante milenios. Al final de la cueva, un altar excavado en la roca simboliza el útero mismo.
Una sorpresa enorme tiene lugar al mediodía cuando el sol se acerca a su punto más alto en el cielo y su luz penetra dentro de la cueva por una abertura especial de la roca proyectando una perfecta y reconocible forma de falo de luz sobre el suelo. Cuando al sol se alza más y la luz se extiende por el interior de la cueva, el falo se alarga y llega al altar que simboliza el útero.
Solamente durante enero y febrero, cuando el sol está bajo en el horizonte, el rayo de luz fálico tiene la longitud suficiente para llegar al altar y fecundar simbólicamente el útero.
No cabe duda de que esta es la cueva-matriz de cuya existencia quedan recuerdos en antiguos mitos. Este fue el lugar donde los ritos órficos alcanzaron su clímax. También en la isla de Samotracia, en la costa tracia, en el Egeo, en un templo órfico, según los autores antiguos, jóvenes solteros eran iniciados en cultos sexuales con jóvenes mujeres tracias.
El significado de estas orgías es arquetípico. Según la tradición indoeuropea, el rey muere cíclicamente y renace de acuerdo con un ciclo cósmico anual. Para esta renovación, debe subir la montaña, cazar un animal y luego unirse sexualmente con una representante de la Diosa-Madre para volver a renacer. Este es el antiguo mito del Hijo-Amante, nacido de la Diosa-Madre, que retorna a su útero en el momento de la cópula.
Numerosos detalles de los extinguidos ritos órficos parecen sobrevivir en las montañas de Strandzha. Asi, Santa Marina vivía en una cueva en la que había un curso de agua. La imaginación popular suponía que era una corriente fecundante masculina que corría por la cueva-matriz. La misma Marina se creía que había sido concebida después de que su madre implorase al Sol. Una vez al año, jóvenes solteros y jóvenes doncellas se reúnen en las cuevas locales para tomar parte en el sacramento de la concepción. El paralelo con el relato de Herodoto es obvio. Este autor es el que se refería a los ritos sexuales que se llevaban a cabo en la cueva del templo de Samotracia.
El mismo ritual tenía lugar en el antiguo templo órfico de Delfos y pasajes de Las Bacantes de Eurípides así parecen señalarlo: la orgías dionisíacas tenían lugar en las oozy, cuevas con aguas en las que se suponía que había sido educado Dionysos.
El río Perpereshka tomas sus aguas de la proximidad de esta cueva sagrada y Perperikon, célebre lugar de culto de Dionysos está solo a doce millas 12 del lugar.
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