• "Soy fea... ¿y qué? como casi todos los tíos que escriben"

Virginia Despentes, escritora

ENTREVISTA DE LLUÍS AMIGUET - 05/10/2007 - LA CONTRA - LA VANGUARDIA - BARCELONA

Tengo 38 años: envejecer es interesante pero deprimente. Nací en Nancy: vivo entre París y Barcelona, aquí soy libre. Vivo con mi mujer. Fui violada, como miles de mujeres: no soporto que me digan cómo sentirme. Durante dos años cobré por sexo, sólo con tíos que no daban asco; lo dejé para escribir. Tengo moral, pero no religión.

-Soy fea y escribo para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables. Escribo para millones de mujeres que no existimos porque no somos apetecibles para los hombres. No estamos en el mercado de la niña mona ni de la tía buena.

-Yo no la encuentro tan fea.
-Yo aclaro que soy fea, porque cuando eres mujer, seas escritora, trapecista o Ségolène Royal, lo primero que interesa de ti a los hombres -y me fastidia, pero también a las mujeres- es saber si eres guapa o fea.

-Y mejor ser guapa.
-Y si encima eres escritora feminista, cuando te ven fea dicen: "Escribe porque es fea y gorda, porque está mal follada, rabiosa y triste...".

-¿Y es verdad?
-Si yo fuera una chica monísima a la que todos quisieran llevarse a la cama, pues el mundo sería maravilloso tal como es y yo estaría encantada de conocerme, pero resulta que soy fea... ¿Y qué?

-Eso creo que lo he entendido.
-Soy escritora y la mayoría de los escritores varones buenos o malos son rematadamente feos, pero, en cambio, nadie dice de ellos que los pobrecitos escriben sólo porque no se comen ni una rosca.

-¿Por qué ser guapa es lo más?
-Nadie te puede dominar si te aceptas como eres, pero si tú te mueres por ser guapa para que te quieran o al menos te deseen, entonces te venden cremas, ropa, y cirugía en cantidades industriales. Así te gastas el sueldo en mantener el orden patriarcal y ser una consumidora aspirante a guapa y tonta.

-Las guapas no son víctimas?
-Las esclavas confunden su esclavitud con seguridad y se acomodan por pereza a no tener que decidir. Pero un día las guapas serán viejas y también rechazadas como cualquier fea lo es toda la vida. Entonces se darán cuenta de lo que aprietan las cadenas patriarcales.

-¿Y qué sugiere usted?
-Que nos rebelemos y empecemos a pasar y a reírnos de sus tonterías y de su belleza obsesiva hasta que consigamos que se metan sus anuncios anoréxicos y sus cremitas por donde les quepan.

-El espejito controla el planeta.
-Pero yo soy fea y libre.

-En "Fóllame" usted explica cómo la violaron: ¿le molesta recordarlo ahora?
-Que te violen es parte de ser mujer. A millones de mujeres nos violan cada día en el mundo. Es asqueroso, pero hay que asumirlo.

-¿Se siente marcada para siempre por la violación?
-A mí lo que me fastidia es que me digan cómo debo sentirme: una pobrecita víctima destrozada para siempre. Bueno, pues te violan y has de seguir viviendo, y ya está.

-¿Castraría a los violadores?
-Si la violación es tan mala como dicen, desde luego habría que castrarlos, pero me irrita la ambigüedad hipócrita: resulta que para el sistema la violación es terrible, pero, bueno, luego a la hora de castigarlos, estos chavales que violan... Piensan: en fin, un mal momento lo tiene cualquiera...

-También ha explicado usted que llegó a prostituirse.
-Necesitaba dinero para vivir y, entre las opciones que me ofrecía el sistema, la prostitución fue durante dos años la menos mala.

-Prostituirse no parece un ejercicio liberador.
-Ofrecía mi cuerpo por internet, elegía a mis clientes y descartaba a los feos y viejos, como hacían conmigo; no era tan triste. Ya ve: ser prostituta es entender perfectamente en qué consiste vender belleza.

-Hay miles de mujeres que son esclavizadas para prostituirlas.
-En mi caso, el dinero por sexo fue una elección libre. Yo, al fin y al cabo, sólo tenía que soportar a algunos en vez de aguantar al viejo las veinticuatro horas del día... Y luego, cuando envejecen, el viejo se las quita de encima y se va con la joven, y han cobrado menos por hora que yo.

-¿Por qué dejó de prostituirse?
-Dejé de ser puta para convertirme en escritora: algo mucho más interesante. Los libros son para mí una forma de libertad desde que era niña e hija única, y ahora es emocionante para mí haber escrito ocho.

-¿Su pareja le acepta en todo?
-Claro. Amo a otra mujer. Somos una pareja lesbiana y vivimos entre Barcelona y París.

-¿Por qué Barcelona?
-Adoro esta ciudad y su libertad y el respeto por los demás. Me gusta también su caos lingüístico. No sé muy bien qué idioma aprender, pero es estupendo.

-¿Le gustaría tener hijos?
-Mi anterior pareja era un hombre y tenía una hija adolescente. Fuimos muy amigas y entré en su mundo. Es increíble la exaltación del sexo descarado y caliente que hace la cultura mediática para las quinceañeras. Los modelos de las niñas hoy son anoréxicas como Britney Spears o Paris Hilton y la prostitución es su desiderátum. Quieren ser guapas y ricas vendiendo su sexy. Es MTV y su mundo.

-Es usted una moralista
-Soy una superviviente, y por eso he aprendido compasión.

-¿Lo más urgente para liberar a la mujer?
-Que el hombre se cambie a sí mismo. Ustedes sufren muchísimo: se hacen un traje de masculinidad rígido y luego son desgraciados dentro de él. ¿Por qué no aceptan que son un poco gais todos?

-De todo habrá.
-Acepten sus contradicciones y serán menos desgraciados: compórtense con libertad. Sean menos machotes y serán más personas y más felices.

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