Por Igor
Übelgott - www.algarabia.com
La
imagen de la bruja montada en una escoba y surcando en cielo en un vuelo
mágico, que hoy nos resulta muy familiar, apareció por primera vez impresa en
la ilustración reproducida bajo estas líneas y forma parte del manuscrito del
siglo xv
llamado Le Champion des Dames —El campeón de las mujeres—, del
escritor suizo Martin Le Franc. Pero las connotaciones esotéricas de las
escobas son mucho más antiguas.
Desde
la Antigüedad, las escobas han representado el poder mágico de la mujer, de
manera similar a la varita mágica de los magos hombres, o al báculo —por
ejemplo, aquel que usó Moisés para separar las aguas del Mar Rojo—. En la Roma
Imperial, las comadronas usaban una escoba para barrer el umbral de las casas
donde iban a asistir un parto, ya que creían que de este modo ahuyentaban a los
malos espíritus que rondaban a las madres y a los bebés. Desde entonces, las
escobas se vinculan con poderes simbólicos.
Hasta
hace relativamente poco, en ciertas partes de las islas británicas, las mujeres
tenían la costumbre de dejar sus escobas paradas afuera de sus casas o granjas
para indicar que estaban fuera. Algunos estudiosos señalan que la idea detrás
de esta costumbre, es la de dejar un «símbolo de la ama de la casa» como
guardia y protección. Por otro lado, entre los gitanos —y en algunas
localidades galesas— existía la costumbre de que los recién casados brincaran
una escoba antes de entrar a su nuevo hogar. Hoy en día, esta costumbre
persiste entre quienes contraen matrimonio bajo la tradición de la magia Wicca.
Ya
que la escoba es un símbolo de creencias paganas, debió de haber levantado
sospechas entre los primeros cristianos y entre los cazadores de brujas. Pero,
contrario a lo que muchos creerían, muy pocas acusadas de brujería confesaron
haber hecho magia ayudadas por una escoba o haber volado en una de ellas. Una
excepción sucedió en 1598, cuando la joven Claudine Boban confesó que ella y su
madre habían «montado una escoba de
varas, emprendiendo el vuelo desde la ventana en un Sabbat».
Aunque
a veces los inquisidores y cazadores de brujas ponían estas ideas en la mente
de las interrogadas, la idea de la bruja volando en su escoba no era muy común
durante los juicios por brujería. Sin embargo, a partir del siglo xv, la imagen arraigó en el
imaginario popular hasta el punto de convertirse en un ícono inseparable de la
bruja.
Escoba mágica: Recetas de la Abuela
Texto tomado de www.acovadameiga.com
Mi abuela usaba la escoba
como si fuera una especie de varita mágica.
Ya he contado que cuando
quería que lloviera la mojaba y la sacaba por la ventana como remando al
viento. Al poco llovía.
Con ella, colocándola del
revés tras una puerta, ponía de patitas en la calle a las visitas inoportunas,
sin tener que hacer ninguna alusión, sin una sola palabra ni un mal gesto.
Y decía que para echar
fuera todo lo malo había que barrer siempre en dirección a la puerta y mejor al
terminar el día que al empezarlo.
Ponía, cuando compraba una
nueva, un lacito rojo en la parte superior atado con siete nudos.
Antes de retirar la escoba
vieja. Durante unos días alternaba las dos la nueva y la vieja durante unos
días y un sábado la tiraba pero después de cortar con unas tijeras las puntas
de abajo, las que rozan el suelo.
Y en la fiesta del
solsticio de verano hacia ella misma una escoba con ramas de albahaca, romero y
lavanda y barría toda la casa esa noche por todos los rincones. Luego la
quemaba en la hoguera…
En fin. Ahora con lo de las aspiradoras ya casi nadie usa la
escoba, pero de manera simbólica de vez en cuando deberíamos hacer una
barridita con alguna escoba preparada como lo hacia mi abuela…
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