Párrafos
extraidos del libro “La Mujer Shakti. Sintiendo nuestro fuego, sanando nuestro
mundo”, de Vicki Noble. ISBN 9788460934820- Editorial
“Originalmente
los chamanes eran mujeres. La comunidad paleolítica se diversificó en tribus
que hablaban diferentes dialectos y durante ese tiempo la palabra chamán
adquirió una connotación masculina en el idioma de los tungus, del que derivó el uso actual. Geoffrey Ashe vincula el
antiguo chamanismo femenino con la constelación del Gran Oso y la diosa
Artemisa y cronológicamente lo sitúa en el período paleolítico. Las imágenes
encontradas en las cuevas de esta era -mujeres embarazadas que bailan con
animales, algunas descabezadas, otras con cabezas de pájaro o enmascaradas, que
portan fetiches en los que se aprecian las muescas del calendario menstrual-
son las pruebas evidentes de los rituales y ceremonias llevados a cabo en las
cavernas. Ashe es muy preciso. Para él el chamanismo no fue un fenómeno
individual sino una práctica que realizaba el grupo femenino. Y el poder de
cohesión de este grupo estaba vinculado biológicamente a la menstruación y los
misterios de la sangre en el nacimiento.”
(…)
“De
acuerdo con Lord Lawrence Durdin-Robertson, la sangre derramada durante la
menstruación es fructífera y la reclama la tierra como un “sacrificio” que no
exige el tributo de la vida. El movimiento biodinámico agrícola contemporáneo,
impulsado por Rudolf Steiner, hace uso de diversas fórmulas y remedios que
utilizan las vibraciones de los niveles “etéreos” y “astrales” para cultivar
alimentos abundantes y saludables, incluso en condiciones adversas. La comida
obtenida de este modo es significativamente más sana y nutritiva que otras
comidas, especialmente aquellas que han sido elaboradas con fertilizantes
químicos y pesticidas. La sangre menstrual es el abono por excelencia, como han
comprobado las mujeres feministas de nuestro tiempo al usarla en los
invernaderos con enorme eficacia.
Durdin-Robertson
sostiene que para que el ritual y la magia se practiquen con corrección y
eficacia, se requiere el concurso de la sangre, de la menstruación porque es la
única que se obtiene de forma honrada. Cualquier sangre puede ser usada con
fines mágicos, pero la sangre menstrual es más vigorosa que todas las demás y
al mismo tiempo es gratuita. Las mujeres antiguas estaban inmersas en un
complejo proceso de transformación que incluía ceremonias rituales basadas en
sus menstruaciones mensuales. El ocre rojo se utilizaba para pintar
exteriormente cualquier objeto que tuviera importancia sagrada, como las
estatuas, las pinturas rupestres, las esculturas en relieve, los huesos
enterrados en tumbas antiguas, etcétera. Todavía existen pueblos tribales que
el ocre rojo es un sucedáneo de la sangre menstrual: el agua mágica de la vida.
Los
objetos de mayor antigüedad encontrados son huesos utilizados como calendarios
menstruales, en los que aparecen marcados los ciclos lunares correctamente, así
como las anotaciones tabuladas de los embarazos y las menstruaciones. Es
probable que estos objetos fueran empleados por las antiguas comadronas
chamanes. Con anterioridad a la realización de una serie, de pruebas
científicas, los investigadores suponían que estos huesos cumplían una función
ornamental o en el mejor de los casos representaban los atributos de autoridad
(“bastones de Mando”) que utilizaban los machos dominantes. Pero tras la
investigación microscópica llevada a cabo por Alexander Mashack, sabemos que
las marcas de los huesos corresponden exactamente a tarjas lunares que encajan
dentro de lo que él considera una tradición compleja urdida en torno a la
figura creativa i Ir la mujer y toda la simbología que la caracteriza. Marshack
asegura que esta tradición se inscribe en un complicado sistema matemático y científico.
Toda esta información invalida la visión tradicional que se tenía de la
“prehistoria”, pues, como señala este autor, el desarrollo de semejante modelo
de conocimiento, tan complejo en sí mismo, tuvo que evolucionar necesariamente
a lo largo de muchas centurias o incluso de milenios.”