Foto de Libert Teixidó. |
Por Imma Sanchís :: La Contra de
La Vanguardia :: Septiembre 2016.
“Si he sido capaz de
aguantar 11 años de maltratos y lo he superado –dice Ana Bella-, no soy una
víctima, soy una superviviente y un valor positivo para la sociedad”. Este
cambio de enfoque nos permite leer la realidad de otra manera, no se trata de
que una de cada diez mujeres en España sea maltratada, pobrecita, sino de que
uno de cada diez hombres (en el mundo, uno de cada tres) no está bien de la
cabeza y maltrata, pega, humilla, a quien dice querer. El problema lo tienen
ellos, las consecuencias las sufren las mujeres. Este cambio de enfoque le ha
permitido crear la Fundación Ana Bella, red de mujeres supervivientes que
ayudan a otras a romper el silencio y rehacer su vida, una app internacional, una escuela de
capacitación.
Tengo 44 años. Soy
sevillana. Estoy separada y tengo 4 hijos y una nieta. Las mujeres seguimos
renunciando a nuestros derechos fundamentales por amor. Las leyes justas
permean toda la sociedad. He hecho de mi vida mi mensaje para que otras mujeres
puedan también ser felices. Soy católica.
¿Once años siendo maltratada?
Me casé a los 18 años y a
los 19 ya era madre. Lo amaba. La primera paliza me la dio un día que se
despertó de la siesta y yo había salido a comprar.
¿Qué hizo usted?
La maleta, pero me convenció
de que me quería. Por mi bien me prohibió salir sola de casa, maquilarme, leer
libros… una lista inmensa. Cada vez que alguno de mis hijos lloraba, me pegaba.
En una ocasión, tras una paliza, me encerró una semana, sin tele ni radio ni
teléfono…
¿Cuál fue su pecado?
Tender la colada en un
balcón (un segundo piso). Me acusó de provocar a los hombres que pasaban
exponiendo mi ropa interior. Un sábado por la noche me sometió a la prueba de
atravesar una discoteca sin que nadie me rozara.
Es un loco
Su primo me sacó a bailar
sevillanas y yo me negué, pero mi marido insistió- Cuando llegué a casa me dio
una paliza terrible. “¡No me obligues a parecer un celoso delante de la
gente!”.
¿Pero y su familia?
Me insistían en que lo
abandonara, pero a él nadie le decía nada, y de cara al exterior era estupendo.
Yo estaba aislada y confundida.
¿Cuándo reaccionó?
Once años después un día
vino con un documento que quería que firmara en el que me comprometía a seguir
casada con él aunque me pegara. Por primera vez le dije que no , que quería
separarme. “Chiquilla –me dijo-, lo nuestro es amor o muerte”, y me clavó el
bolígrafo en la pierna. Empezó a estrangularme y no me resistí, prefería morir,
pero mi bebé comenzó a llorar y el instinto de madre, el único que no me robó, me
hizo reacciónar. Después me violó, como tantas otras veces.
Un perturbado
Una de cada diez de las
mujeres que la rodean viven en un infierno parecido.
¿Cómo escapó usted?
En cuanto se fue a trabajar
cogí a mis cuatro niños, dejé Marbella y me fui a Sevilla a una casa de
acogida, acababa de denunciar al padre de mis hijos, eso te hace sentir muy
culpable.
¿Y después?
Me ofrecieron trabajo de
limpiadora y un subsidio de 320 euros. Yo había arrancado un negocio con mi
marido y hablo inglés. Rompí ese papel y me dije que no era una víctima, sino
una superviviente. Conseguí trabajo en una empresa de telefonía, compré un piso
que todavía pago (nadie te quiere de alquiler) y me formé.
Cambió usted las reglas del juego
Sabía que ver mujeres
amoratadas o con la cara cubierta contando su caso por televisión lo único que
consigue es asustarte. Decidí salir a cara descubierta y explicar que si rompes
el silencio hay vida después del maltrato. Al acabar el programa me llamaron
más de mil mujeres.
Y creó la Fundación Ana Bella
Sí, una red de mujeres
supervivientes que utilizamos nuestra empatía, amor y testimonio positivo para
acompañar a las mujeres maltratadas durante todo el proceso y empoderarlas.
Gran trabajo
Hay que ser muy fuerte para
romper el silencio, pero después sales de la casa de acogida y la sociedad te
sigue viendo con el ojo morado, la administración te da un certificado de
víctima y las empresas sólo te ofrecen trabajos ocultos, sin prestigio social y
poco remunerados.
De limpiadoras
Un trabajo dignísimo, pero
inadecuado si te han repetido que sólo sirves para fregar escalera. Las mujeres
que hemos sobrevivido al maltrato tenemos una alta resistencia y tolerancia al
fracaso, somos pacientes y perseverantes, entendemos muy bien el lenguaje
corporal y nos reinventamos cada día para salir adelante.
Antes que pena merecen un aplauso
Yo después de las palizas
iba a vender a nuestra tienda en Puerto Banús, además de cuidar de la casa y
mis hijos. Acostumbradas a vivir con el peso del maltrato, cuando ya no lo
tienes vuelas.
Todas esas cualidades enfocadas en el mundo
laboral son un diamante en bruto
¡Exacto! Somos trabajadoras
muy eficaces. Todas las empresas necesitan promocionar sus productos y nosotras
necesitamos un trabajo que nos devuelva la autoestima, de cara al público, por
eso creamos un servicio de embajadoras de marca y una escuela de formación.
Excelente idea
Hemos impartido formación y
hemos dado trabajo a 948 mujeres, consiguiendo reducir el absentismo laboral de
las empresas con la que colaboramos del 40% al 1%, y hemos incrementado sus
ventas. Busca os más empresas que necesiten trabajadoras comprometidas.
Mujeres victoriosas y no víctimas
La primera mujer maltratada
que acogí en casa era una psicóloga que hoy a su vez ayuda a muchísimas
mujeres. Somos una red de ternura.
El horror no acaba con la denuncia
Luego está el juicio,
montarse una vida, recuperarse del estrés postraumático… Ofrecemos ayuda
constante, incondicional, no las soltamos de la mano, somos una red de amigas
en la que la víctima se convierte a su vez en agente de cambio social, ayudando
a otras mujeres.
¿Cuándo decidió dedicar su vida a esto?
Cuando una chica me pidió
que ayudara a su prima, que resultó ser la novia de mi exmarido. Me di cuenta
de que si yo, que había sido la víctima de eses hombre y sabía lo que era capaz
de hacer, había olvidado que había otra mujer en mi lugar, ¿cómo no se iba a
olvidar la sociedad?