Eugenio Monesma encontró muy pronto la pasión que
le ha guiado durante toda su vida. Al interés por toda clase de tradiciones,
oficios, juegos, lugares y músicas antiguas, se le sumó la pasión por el cine.
En su juventud experimentó con la ficción pero poco a poco el documental, o más
bien, el registro riguroso y paciente de un pasado que empezaba ya a
extinguirse en su juventud, fue ganando terreno.
De esta pasión nos beneficiamos quienes nos
interesamos por el pasado, como una forma de expresar respeto a quienes nos
antecedieron. Saber cómo vivían, su enorme trabajo, su austeridad y sus vidas
duras y hermosas es fundamental para que aprendamos a respetarles. Los años
cincuenta y sesenta, cuando todo empezaba a cambiar, los ancianos y las
ancianas ya sospechaban que su mundo se extinguía y en Eugenio encontraron a
alguien interesado en registrar esos testimonios del pasado. Alguien que
pensaba que era interesante dar a conocer cómo se vivía en el mundo rural. Me
imagino que Eugenio encontró y tal vez, siga encontrando muchas trabas y pocas
ayudas para llevar adelante esta labor de registro de todos sus aspectos.
Recuerdo perfectamente cómo se hablaba con menosprecio de la gente de los
pueblos y cómo hasta yo misma aspiraba a vivir en Madrid o en Barcelona sin
sentir el mínimo interés por mi lugar de origen.
La modernidad excluyó al mundo rural como objeto
de interés y en respuesta el mundo rural siguió impasible, repitiendo sus
palabras, rituales, fiestas, sintiendo orgullo en la celebración de sus
tradiciones, manteniendo vivo lo que la mayoría menospreciaba, siendo
conscientes de que lo que se estaba extinguiendo, sí que era importante.
Eugenio se implicó en esta labor no sólo con ahínco,
también con compromiso con la cultura propia y con su pasado inmediato y
lejano.
Ejemplos de esta labor son sus colecciones sobre
Oficios perdidos, Fogones Tradicionales, Juegos Tradicionales, Instrumentos
Tradicionales, Mitos, ritos y creencias… Los ejemplos son tan numerosos que
hacen de Eugenio Monesma el documentalista que más trabajos tiene registrados a
su nombre, reflejo de su incansable labor.
Además de la etnografía, Monesma siente pasión
por la historia, la reciente y la más antigua. En los temas que elige retratar también
está presente ese espíritu de querer recoger la versión de los que no han sido
escuchados y escuchadas. Ejemplos de esta línea de trabajo son los realizados
en torno a la Guerra Civil con sus colecciones “Las ilusiones perdidas” o “Caravana
de la Memoria”. En todos estos trabajos lo que prevalece es el testimonio de
quienes vivieron en persona los acontecimientos. Recoger sus palabras y sus
recuerdos para esperar a que llegue el día en el que esos materiales eduquen a
la población en el respeto a los que sufrieron la violencia de una guerra y una
dictadura. Así, él ha dado voz a quienes no la tenían.
Hay un documental que hizo hace años sobre la
trashumancia que me llega especialmente. Es un oficio que se mantiene a pesar
de estar al borde de la extinción. Hace años acompañé a Eugenio en la
investigación de las cuevas y piedras de la fertilidad por muchos pueblos
oscenses, y en todos conocía a alguien con quien había colaborado. En una de
estas visitas conocí a la viuda de un pastor trashumante que nos colmó de ricos
manjares elaborados por ella y recibí además el mismo cariño y la misma
familiaridad que Eugenio. Él se lo había ganado en la grabación del documental
sobre la trashumancia cuando acompañó al pastor en su ruta, asumiendo las
mismas duras condiciones de vida que llevaba con sus rebaños. La gratitud y la
admiración hacia su trabajo iban impresas en las conservas, los higos que nos
entregaron, las almendras….
He sido su seguidora y admiradora en muchos temas,
pero sólo el paso del tiempo me ha permitido apreciar la forma en la que
Eugenio ha tejido sus relaciones a lo largo de su vida. Las ocasiones en que he
podido acompañarlo han sido un privilegio por muchos motivos, entre ellos,
recibir por extensión la misma consideración y el mismo cariño que le ofrecían
cuando llegábamos a los pueblos.
Soy de Huesca y conozco la lentitud con la que
las personas del mundo rural entregan su confianza y su aprecio. Llevar una
vida tan dura implica administrar con mucho cuidado las demostraciones de
afecto. Es por esto que llama la atención el agradecimiento y la admiración con
la que es tratado en los pueblos de Aragón y de otros territorios.
Hace unas semanas estrenó su nuevo programa en
Aragon TV, “Las Raíces Vivas”, dedicado a las celebraciones tradicionales y a
recoger los conocimientos de las personas más mayores de la comunidad. En los
programas ya emitidos se han mostrado las tradicionales celebraciones de las
Abuelas en Adahuesca, y otras actividades antiguas que se recrea para evitar el
olvido, como las del colchonero, el cañicero, la hilandera, o las elaboraciones
de anís, jabón… El conocimiento atesorado por el mundo rural parece inagotable
y es su riqueza la que se plasma en el trabajo que Eugenio Monesma realiza
desde hace décadas.
Al visionar los diferentes capítulos de Raíces
Vivas tal vez sientan el deseo de pertenecer a lugares con tanto respeto a la
cultura propia y deseen venir a participar en celebraciones colectivas, al
menos así lo he sentido al verlos. También he sentido orgullo cuando he visto
tanta autenticidad, tanta naturalidad y belleza.
Es de justicia agradecerle el compromiso y una
trayectoria impecablemente dedicada a escuchar a los que nadie escuchaba.
Gracias también, por las enseñanzas recibidas durante tantos viajes y tantas
relaciones establecidas con gente honrada y digna.
Muchas gracias Eugenio por esta labor
imprescindible para las próximas generaciones.
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