Cómo será la carga social de no tener un descendiente varón que muchas
familias afganas prefieren aceptar la ilusión temporal de que sus hijas son
niños. Para ello, les cortan el pelo y las visten como tales hasta la pubertad.
Son las mujeres “bacha posh”, hijos
inventados.
En algunas zonas de Afganistán, cuando en las familias no nacen hijos
varones, agobiados por el propio aislamiento al que se somete a las niñas y a
las mujeres, muchos padres deciden disfrazar con ropas y corte de pelo de varón
desde muy pequeñas a una de ellas, normalmente a la hija mayor. Es una figura
reconocida en la sociedad de este país que permiten mirando para otro lado,
hasta que llegan a la adolescencia (sobre los 16 años aproximadamente) y que
recibe el nombre de “bacha posh”, que
significa “vestida como un niño” en lenguaje Dari. En ese momento, tanto la
familia como la sociedad decide que ya no deben seguir haciendo de varones ni
disfrutando de formación y libertad de movimientos y las presionan para que
vuelvan a vestirse y comportarse como mujeres: volver al hogar, preparar para
casarse y tener hijos, para regresar a la invisibilidad y a la desesperanza de
la desrealización personal más absoluta. A ellas nadie les pregunta y si lo
hacen, apenas las apoyan. Algunas consiguen trabajos y las más afortunadas,
escapan del país. Mientras que los registros históricos son vagos en establecer
desde hace cuánto tiempo existe esta práctica, se cree que antes de 1900 era
posible encontrarla en algunas tribus del país. Al parecer, antes de tomar la
decisión de disfrazar a una niña de niño, las madres piden a su Dios que les
envíe un hijo varón. Si tras la concepción del parto nace una niña, la decisión
está tomada.
Hace dos años, Azita Rafhat, una parlamentaria afgana se preguntaba en
un documental de la BBC persa producido por el corresponsal de la BBC en Afganistán,
Tahir Qadiry, “El problema con las niñas”, "por qué necesitamos dar a una
chica la cara de un niño para darle libertad". Sin embargo, ella misma
había optado por criar a una de sus cuatro hijas como si fuera un chico. Aunque
muy bien educada y con una carrera política de influencia, sucumbió a la
percepción social dominante en Afganistán de que mientras no críes a un hombre,
no eres nada. "El “bacha posh” ocupa
un lugar intermedio en el que no es una hija pero tampoco un hijo",
explica la periodista musulmana Vanessa Rivera de la Fuente. "En la
ausencia de hijos, la familia viste a una niña como tal, bajo la superstición
de que tener un “bacha posh” en la
familia influirá en los deseos de la mujer por tener un hijo varón en un
embarazo futuro", añade. Como “bacha
posh”, una chica tiene más posibilidades de ir a la escuela y de acompañar
a sus hermanas en lugares públicos, como por ejemplo el mercado.
Así, a estas niñas se les permite jugar en la calle y tienen todas las
libertades que a las niñas y mujeres de Afganistán les son negadas. Los líderes
religiosos hacen la vista gorda ante esta situación y las familias parecen
aceptar este estado colectivo de suspensión de la realidad que significa
disfrazar el género de un ser humano. ¿Como será la carga social de no tener un
hijo varón que la gente prefiere aceptar esta ilusión temporal? Algunas “bacha posh” han asegurado que ser
criada como a un niño aumentó su autoestima en la infancia y les sirvió para
volverse mujeres independientes con un trabajo y vidas satisfactorias. No
obstante, el documental “El problema con las niñas” muestra el daño psicológico
causado por este delirio: "Si mis
padres me obligan a casarme, yo compensaré la tristeza de las mujeres de
Afganistán y golpearé a mi marido tanto que él me llevará a la corte cada
día", advierte Elaha en el reportaje, que vivió como niño durante dos
décadas y sólo lo dejo porque tenia que ir a la universidad para estudiar
derecho.
La exparlamentaria Azita Rafhat, una de las 68 mujeres del parlamento
de 249 escaños en Afganistán, es la segunda esposa de un hombre que se casó con
ella porque su primera esposa no podía tener hijos. Confiesa que como tuvo solo
hijas, el miedo de ser abandonada o de que su marido tomara otra esposa la
llevó a hacer eso. Fue una decisión forzada motivada por la inseguridad ante el
abandono y la idea de que sin un marido, la mujer no es nada. Y la menor de sus
hijas es la víctima de la situación. "¿Quieres
verte como un niño y vestirte como niño, y hacer cosas más divertidas como las
que hacen los niños, como andar en bicicleta, y jugar fútbol y críquet? ¿Y te
gustaría ser como tu padre?", le preguntaron sus padres, relata Jenny
Nordberg para The New York Times. Mehran no dudó en decir que sí. A diferencia
de sus hermanas mayores, pantalones verdes, camisa blanca, corbata para ir a la
escuela. Nada de vestidos negros ni mascadas en la cabeza. Es verdad que juega
en la calle con otros niños, una libertad insólita para las niñas en una
sociedad que separa a los hombres de las mujeres. Vive en un limbo entre los
dos sexos. Tiene el pelo muy corto y se hace llamar Manoush, que suena más a
nombre de niño. Manoush cara de niña, vestida de niño por necesidad. De mayor
llevará burka.