Por A. Larrañeta 04.02.2015
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El doctor Iván Mañero, la Obra
Social de CaixaBank y las comadronas impulsan un proyecto de reconstrucción
genital para mujeres que hayan sufrido la ablación. En los próximos meses
esperan atender a un centenar de mujeres de España.
Saliendo temprano por la mañana de
Dakar se llega de madrugada a Mballocounda, el pueblo de Aminata Mballo, una
villa humilde de casas de adobe y paja en el profundo Senegal. En una de sus
chozas a Aminata le mutilaron los genitales. Tenía unos dos o tres años. No lo
sabe exactamente, porque no recuerda nada de ese día. Aunque lo imagina, pues
creciendo fue testigo demasiadas veces de ablaciones similares: "Cogían a
cinco o seis niñas. Las madres se juntaban en un sitio de la aldea con unas
señoras mayores que las dormían y se lo practicaban. Las niñas salían llorando
de dolor. Algunas sangraban y todas caminaban como yo, con las piernas
separadas. La que tenía suerte se curaba enseguida, si no tenía
infecciones".
Mballo tiene ahora 40 años, vive en
una localidad junto a Barcelona, donde llegó siendo una adolescente. Está
separada y es madre de dos hijos. El pasado viernes entró en un quirófano para
que el cirujano plástico Iván Mañero le reparara estética y funcionalmente sus
órganos genitales. La operación de Aminata pone en marcha el proyecto solidario
de la Fundación Dr. Iván Mañero, en alianza con la Obra Social CaixaBank y las
comadronas catalanas, que ayudará a un centenar de mujeres africanas residentes
en España y que fueron sometidas de niñas a la ablación a tener "una
vida en pareja placentera y sin dolor". Según el Mapa de la Mutilación
Genital Fememina, elaborado por la Fundación Wassu de la Universidad Autónoma
de Barcelona, en España hay 55.000 mujeres y niñas procedentes de países donde
se practica la ablación (sobre todo, Nigeria, Senegal y Gambia). El doctor
libera las cicatrices que atrapan los nervios sensibles del clítoris y que les
producen dolor, expondrá el clítoris y realizará una reconstrucción de toda la
vagina.
La comadrona de Aminata Mballo le
recomendó someterse a esta operación, gratuita para mujeres sin recursos. Lo había
deseado en silencio muchas veces, aunque nunca se atrevió a compartirlo con su
entorno. Ni con su familia, ni con las mujeres senegalesas con las que se reune
periódicamente. Sencillamente "es algo de lo que no se habla", mitad
por vergüenza, mitad por no crear fricciones. Sin embargo, media vida vivida a
miles de kilómetros de Mballocounda ha convencido a Aminata de que la
mutilación genital le ha robado millones de sensaciones. "Sentimentalmente
me he perdido mucho. Porque me da mucha vergüenza que vean como estoy. Por eso
ahora quiero descubrir, sentir y vivir el placer que me he perdido",
explicaba desde su habitación en la clínica de San Cugat.
Su intervención ha sido
ambulatoria. Con anestesia local y sedación. "Es una cirugía más artística
que compleja y va a depender, en cada caso, de lo que les hicieran de
pequeñas", explica el dr. Mañero. "No hay un solo tipo de ablación.
La amputación depende de cuánto cojan los dedos de quién practica el corte. No
es lo mismo cortar un dedo, que una mano o un brazo", describe a modo de
símil. Con Aminata y el resto de mujeres, básicamente, el doctor buscará
liberar las cicatrices que atrapan los nervios sensibles del clítoris y que les
producen dolor, expondrá el clítoris —cuyas dos terceras partes están enterradas—
para que pueda formar parte del acto sexual, y realizará una reconstrucción
estética integrada de toda la vagina, labios interiores y superiores incluidos.
Aminata Mballo no conoce un solo
lugar de África en el que las niñas acudan voluntariamente a someterse a la
ablación. "Es una costumbre que nos imponen sin preguntar, por la cultura
y la tradición". Y que se sigue practicando, a pesar de la prohibición
oficial. La Fundación Dr. Mañero, que gestiona desde hace diez años una escuela
y un orfanato en la vecina Guinea Bissau, lucha contra esta práctica de
sometimiento del placer de la mujer tan arraigada en esa sociedad. La fundación
intenta que cale el mensaje de concienciación a las nuevas generaciones a
través de la escuela y ofrece educación gratuita a los hijos de las familias
que permiten reconstruir los genitales de sus hijas. Las africanas tenemos que
dar la cara si queremos un futuro más libre, más sano y más feliz.
Operar a víctimas de ablación en
terreno africano resulta más difícil que en Barcelona. Las familias no llevan a
sus hijas por voluntad propia y las jóvenes tampoco se atreven a ponerse en
manos de un doctor. Perdura la idea de que las mujeres que no se amputan el
clítoris son impuras. "Si no han pasado por la ablación ni las dejan hacer
la comida y, por supuesto, no podrán encontrar marido", describe el doctor
Mañero, quien recuerda que lo que subyace en la ablación "es una acción de
violencia machista que busca tener a las mujeres sin placer para que no sean
infieles".
La última vez que Aminata Mballo
visitó su Mballocounda natal fue en el año 2010. El Gobierno de Senegal había
decretado la prohibición de la práctica de la ablación. "Al pueblo también
llegó la información de que estaba prohibido, pero aún así ellas continúan haciéndolo.
Recuerdo un día en casa de mi hermana que su vecina estaba diciendo que quería
llevar a la niña, pero decía que había oído que estaba prohibido en la radio.
Yo le expliqué que así era. Que en España también se decía que era mejor que no
se practique a las niñas, pero todavía las tradiciones pesan más que las
noticias", se lamenta.
Mballo es de las pocas mujeres
africanas que se atreven a desafiar públicamente la ancestral tradición. Lo
hace porque sueña con que todas las mujeres de su continente hacen piña para
que se consiga erradicar la ablación en el mundo. "Para eso hay que
arriesgar. Las africanas tenemos que dar la cara si queremos un futuro más
libre, más sano y más feliz", reivindica. Después de la operación, está
dispuesta a comenzar a hablar claro en su entorno. Y se ha marcado como reto
convencer a uno de sus hermanos, el que vive en Dakar, de que no se lo haga a
su hija. "Como me entere de que se lo hacen a mi sobrina, yo seré la que
vaya a poner la denuncia", asegura.
El doctor Mañero avisó a Aminata
Mballo de que tras la intervención podría volver a casa, pero deberá estar una
semana, más o menos, sin realizar grandes esfuerzos. Lo que no sabe es cuándo
estará lista para comprobar si ha recuperado la sensibilidad. "¡Uy!",
espeta ruborizándose, "Eso no se lo he preguntado todavía al doctor. Ya
mismo voy".