Walter G., Barbara. The Woman’s Dictionary of Symbols and Sacred Objects. Traducción Marianna García Legar
Quizá ningún otro objeto natural ha sido tan reverenciado desde periodos tan remotos, como la Luna. Por regla general su símbolo ha sido la medialuna creciente, ya que el círculo que representa la Luna Llena podía confundirse con símbolos solares.
Por su aparente conexión con los ciclos femeninos de la llamada “sangre lunar” (menstruación), que daba vida a cada ser humano, la Luna se convirtió en el primer símbolo universal de la Diosa Madre. El nombre griego de “Europa”, madre que dio nombre a la Europa continental, significa “Luna Llena” y proviene de uno de los títulos de Hera o Io como la blanca Luna-vaca, y también de otras versiones de la diosa como Deméter o Astarté.
Albión, el antiguo nombre de Bretaña, significaba “Luna Blanca” y se refería la diosa hasta que el moje Gildas lo transformó en un santo masculino ficticio llamado San Alban.
Al-Mah, la Luna, fue la deidad principal de Persia cuyo nombre derivó en el nombre hebreo Almah, “mujer núbil”: nombre que los cristianos han insistido en traducir como “virgen” cuando éste es aplicado a la madre de Jesús. Otro derivativo fue el latín alma-mater, el “alma-madre” viviente del mundo.
Los romanos reverenciaban la primordial Luna Madre como Luna o Mana (Manía), madre de los espíritus ancestrales arcaicos llamados manes, anualmente propiciados en el festival Manalia. La misma diosa Mana regía en la arcaica Escandinavia, en Arabia, y el Asia central. “Mana” viene del sánscrito manas, “mente” un atributo de Ma, la diosa primordial; también estaba relacionado con el latín mens, significando ambos “mente” y “luna” y también la cualidad misteriosa del poder espiritual: nu-men.
De acuerdo con Moses Maimonides, el culto lunar fue la religión originaria de Adán; y la Biblia contiene muchos trazos de reverencia pre-yahveísticas a la Luna. Los reyes del Antiguo Testamento vestían ornamentos lunares, así como también los animales sobre los que iban montados (Jueces 8:21). Los Profetas denunciaban que las mujeres hebreas llevaban amuletos lunares (Isaías 3:18). Agla, uno de los nombres secretos de Dios más usados en la magia hebrea, es usualmente traducido como “luz” pero significa específicamente “luz de Luna” y es uno de los antiguos nombres de la diosa Luna.
Una tradición del Talmud dice que el mismo Yahvé tuvo que hacerle ofrendas a la Luna por haberla ofendido. La diosa de la Luna no parecía mostrar mucho respeto por Yahvé ni por los suyos; según el Apocalipsis de Baruch, cuando Adán y Eva cayeron en el pecado, todo lo demás se hundió con ellos “el cielo, el sol y las estrellas, incluso los más cercanos al trono de Dios, los ángeles y los poderes celestiales fueron movidos por la trasgresión de Adán” todo se hundió, excepto la Luna, que se reía.
San Agustín condenó a las mujeres por sus “impúdicas y coquetas” danzas en honor a la Luna nueva. Aun así, el tiempo lunar era tan importante para la tradición cristiana que siempre se insistió en remarcar que Cristo fue crucificado en Luna llena –aun relatando la leyenda que ese día hubo un eclipse solar, que sólo puede suceder durante Luna nueva.
Las tradiciones lunares continuaron siendo asociadas con las mujeres durante la Edad Media. En el folklore y las baladas puede observarse que las mujeres eran animadas a rezar para pedir favores especiales no a Dios, sino a su propia deidad, la Luna Madre, para quien cocinaban panes de avena. También los oponentes de Jeremías continuaron cocinando pasteles para ofrendar a la Reina del Cielo (la Luna) sin importar las fulminaciones del profeta acerca de ella (Jeremías 44:19); de la misma forma las mujeres de la Europa cristiana cocinaban pasteles a la Luna, que los franceses llamaron croissants –crecientes– por su forma lunar.
Los modernos pasteles de cumpleaños descienden de la forma griega de honrar el cumpleaños mensual de Artemisa, diosa de la Luna, realizando deliciosos pasteles de Luna llena. Las brujas continuaron invocando a la Diosa a través de la Luna. En algunas áreas, los cultivos no podían ser recolectados ni las bodas celebradas a menos que fuera en los tiempos apropiados de la Luna. Todo lo que tenía que ver con el manejo de los animales domésticos parece estar relacionado con la Luna. Y por supuesto, ninguna bruja ni adivino realizaban operaciones mágicas sin tomar en cuenta la fase lunar.
En la Arabia pre-islámica la diosa Luna fue tan importante que su emblema llegó a representar el país entero, y lo sigue haciendo, como muestra la luna creciente de las banderas islámicas. Como Manat, la vieja madre Luna de la Meca, que alguna vez reinó en la fe de todos sus hijos, quienes también la llamaban Al-Lat, la Diosa. Este nombre fue masculinizado como “Allah”, quien prohíbe a las mujeres entrar a las mezquitas que alguna vez fueron templos de las sacerdotisas de la Luna.
En Asia central, su órbita celeste fue descrita como el espejo que refleja todo en el mundo. Todavía se dice que el reflejo de la Luna en el agua es el principal remedio para calmar el sistema nervioso.