Una
Entrevista de Luciana Peker - Página 12 -
Buenos Aires.
El
revolucionario obstetra francés Michel Odent visitó la Argentina y explicó por
qué nuestra época está atravesada por la invasión del plástico en la medicina
y, sobre todo, en los nacimientos. Dice que estamos en el fondo del abismo,
pero sus críticas son tan agudas con los partos institucionalizados como con
los hogareños. Sin embargo, sus recomendaciones para recuperar la fuerza de
parir de las mujeres son sencillas: silencio, soledad y protección.
Silencio
y soledad. Tan sencillo como eso y tan complejo como parir. Estas son las
propuestas de Michel Odent, el obstetra francés que se hizo famoso por su
revolucionaria casa de partos en donde una mujer podía dar a luz en una
habitación similar a su casa, en una sala hospitalaria o en una bañadera según
eligiera y se sintiera cómoda. Ahora fundó un Centro de Investigación en Salud
Primal en Londres. Sus conclusiones son muy críticas sobre el proceso de
nacimiento, pero es tan polémico con la hospitalización del parto como con los
partos en las casas, con las teorías del parto respetado como con los partos
medicalizados.
Fuera de los márgenes, Odent hace un análisis agudo que plantea la posibilidad de re-pensar el nacimiento en la actualidad y polemiza con casi todas las teorías y practicas existentes. El médico francés es un personaje singular y con varias obras publicadas en la Argentina. Por ejemplo, El bebé es un mamífero (Editorial Madre Selva) y El nacimiento en la era del plástico (Creavida), y muchas seguidoras lo escucharon durante su visita a Buenos Aires, fue invitado por la revista Madrehayunasola!, de Mujer Integra, durante finales de diciembre. ¿Su propuesta? Un nuevo paradigma del parto en donde la mujer no esté guiada, acompañada ni observada, sino que vuelve a parir sola, pero protegida.
¿Por qué en su último libro asocia
los nacimientos modernos con el plástico?
- Después
de la mitad del siglo XX, todas las actividades humanas han evolucionado bajo
la influencia del plástico. En mi primer día de estudiante, en 1949, me
encontré en una sala con muchos enfermos y no había ni uno que tuviera un
suero. Hoy en un hospital todas las personas internadas están conectadas a
tubos de plástico. Y existen ramas que nacieron a partir del plástico. Ahora
hay servicios de neonatología y vemos a bebitos que están en incubadoras de
plástico con catetes de plástico en todos los orificios naturales y en las
venas. El nacimiento actual es el nacimiento en la era del plástico. Es una
situación dramática: estamos en el fondo de un abismo.
¿Qué efectos genera esta situación
que usted describe como abismo?
- Los
científicos han descubierto que todas las hormonas que las mujeres liberan
durante el parto tienen tanto efectos mecánicos como sobre el comportamiento.
Hablamos de la oxitocina, pero también de las endorfinas, prolactina, etcétera.
Toda esta mezcla es un cóctel de hormonas de amor. Hoy estamos en la era de la
oxitocina sintética –que se da con goteo– y de la cesárea. Por eso, a escala
mundial, el número de mujeres que dan a luz al niño y a la placenta únicamente
gracias a las hormonas del amor se está acercando a cero. Es como si pensáramos
que las hormonas del amor son inútiles en el nacimiento. Es una situación
completamente nueva. Por eso, los nacimientos son cada vez más difíciles. Las
dificultades para dar a luz no se pueden explicar diciendo solamente que el
ambiente en el hospital es inapropiado; estas
mayores dificultades son todavía más significativas en los nacimientos en el
hogar. Un estudio británico de fines de 2011 relata que, en las madres
primerizas que querían parir en su casa, más del 35 por ciento, finalmente,
fueron transferidas a una maternidad.
¿Por qué hay más dificultades en
los nacimientos hogareños?
- Hay
varias razones. En principio existe una incomprensión cultural de la fisiología
del nacimiento y de las necesidades de base de la parturienta. Es una
incomprensión cultural muy antigua, pero que ha sido re-impulsada últimamente bajo el efecto de teorías que son la base
de las escuelas de los llamados partos naturales que, por ejemplo, les
dicen a las mujeres que tienen que respirar de determinada manera...
¿Cuáles son sus objeciones al
llamado parto respetado?
- No
estoy en contra ni a favor de nada. Yo observo.
¿Pero qué observa que no está
funcionando bien?
- Los
nacimientos no están funcionando bien porque se le da más fuerza a un
condicionamiento cultural –que tiene miles de años– y que nos dice que la mujer
no puede parir sola y que siempre necesita de alguien que la guíe, que la
controle, que la observe. Este condicionamiento de no poder parir sola ha sido,
últimamente, reforzado, por estas teorías del llamado parto natural y, más
recientemente, por el poder de videos que
siempre muestran a una mujer que está pariendo rodeada de tres o cuatro
personas.
Muchas veces las mujeres sienten
que necesitan ayuda...
- Es
posible que la capacidad de dar a luz se esté deteriorando luego de tres o
cuatro generaciones de partos controlados y medicalizados. Al no usarse las
hormonas naturales no necesitamos más la oxitocina para dar a luz. Es posible
que el sistema de la oxitocina se esté debilitando. Esta es otra explicación
sobre por qué los partos son tan difíciles. Pero también el amamantamiento es
cada vez más difícil. No se puede amamantar si no hay oxitocina porque es la
hormona que inyecta la leche. Hay cada vez más disfunciones sexuales. No hay
acoplamiento si no hay oxitocina. Los terapeutas sexuales no dan más del
trabajo que tienen, y en el aspecto comercial el viagra es el remedio que más
se vende. Es por eso que pienso que estamos en el fondo de un abismo.
¿Cómo hacer para salir de este
abismo?
- Hay
razones para ser optimista, y son los progresos de la fisiología moderna (que
estudia las funciones del cuerpo) que nos ofrece una comprensión del proceso de
parto totalmente diferente a quienes dicen que para dar a luz una mujer
necesita que la ayuden, la guíen, la controlen, la apoyen. Eso es exactamente
lo opuesto a lo que sabemos hoy. El nuevo paradigma se basa en que el parto es
un proceso involuntario en el que se activa la parte arcaica e instintiva de
una mujer. No podemos ayudar a un proceso involuntario. Sin embargo, hay
situaciones que lo pueden inhibir y lo pueden hacer difícil. Por ejemplo, en un
ambiente de mucha adrenalina las mujeres no pueden segregar oxitocina, tampoco
si se estimula el intelecto.
¿Qué estimula en un parto el
intelecto de una mujer?
- Que
le hagan preguntas, que la hagan pensar, que la observen.
¿Qué debería hacerse?
- La
parturienta debe estar protegida contra estas situaciones. Hasta hace poco
había palabras clave: ayudar, controlar, guiar. Pero la palabra principal es proteger.
Proteger ese proceso involuntario no es controlarlo.
Es muy difícil comprender que se
iguale un parto apurado y autoritario en un hospital que un parto en el que se
respeten los tiempos y los deseos de la mujer...
- Es
un nuevo paradigma y una nueva manera de ver las cosas que es totalmente
opuesta a lo que se hace actualmente. El paradigma dominante es el cuerpo
médico y el parto natural.
En su obra propone partos acuáticos
o en donde no participen los varones, haya oscuridad y silencio. ¿Esta es su
propuesta?
- Hay
que comprender las necesidades de base de una parturienta. La mujer necesita
silencio cuando está de parto. Pero es difícil aceptar que el silencio es
importante cuando hemos pasado miles de años socializando el nacimiento.
También habría que evitar la luz. Es importante que la mujer no se sienta observada,
ni juzgada, pero se sienta segura. ¿Qué tipo de personas nos van a hacer sentir
seguras sin ser observadas? El prototipo de persona que juega ese rol es el
prototipo de mamá que protege y, en un mundo ideal, es con una madre que nos
sentimos seguras sin sentirnos juzgadas ni observadas. Ese rol lo pueden
cumplir las parteras. Son cambios que no se dan de un día al otro. Se va a
necesitar mucho tiempo. Mientras esperamos no va a haber muchas mujeres que
puedan parir por sí mismas. La mayoría no podrá alcanzar ese equilibrio
hormonal para dar a luz al niño y se va a encontrar con dolores muy fuertes,
una dilatación que avanza muy lentamente o no progresa. Hay que aprender a
tratar estas situaciones patológicas sin usar la farmacología y desarrollar otros
métodos. Eso nos llevó a proponer la inmersión en el agua a temperatura del
cuerpo como una manera de reemplazar los remedios en nacimientos difíciles. La
piscina puede beneficiar cuando en la primera fase del parto la mujer sufre de
dolores lumbares muy intensos y la dilatación no avanza. En ese caso el dolor
hace difícil la dilatación porque la adrenalina inhibe la oxitocina. Este es el
tipo de situación que muchas veces, hoy en día, tenemos que tratar. Siempre es
mejor esto que los remedios. Pero no es de un día para el otro que vamos a
ayudar a que las mujeres puedan parir sin luz y en silencio, aunque parezcan
cosas tan sencillas.